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¿Hispano o latino? La opinión de dos históricos intelectuales hispanos que debería zanjar la cuestión

Dos intelectuales hispanos separados por diferencias generacionales, geográficas y nacionales convergieron, cada uno en su época y contexto, a la hora de defender a la Hispanidad frente a los intentos de dividirla y reducirla

Define la Real Academia Española la palabra «hispanidad» como «carácter genérico de todos los pueblos de lengua y cultura hispánica», en su primera acepción.

En su segunda acepción, la RAE define la «hispanidad» como «conjunto y comunidad de los pueblos hispánicos».

Si consideramos a la Academia como la máxima autoridad en materia lingüística española, no parece haber mucho espacio para la duda sobre el correcto empleo del término «hispano».

Hispano, se puede concluir por lo tanto, es todo aquel que habla la lengua española o que pertenece al ámbito de los pueblos con lengua y cultura española.

Entonces, ¿por qué ha tenido tanto éxito y sigue teniendo el término ‘latino’ cuyo empleo es casi hegemónico para referirse a los hablantes de español en el continente americano?

Hoy es obvio que nos encontramos ante una exitosa estrategia de los promotores de la leyenda negra hispanófoba que buscan borrar toda huella española en el continente americano.

En concreto, el origen del término latino se remonta al siglo XIX, cuando la Francia de Napoleón III decidió embarcarse en una aventura imperial en México y se encontró en la identidad hispana del continente un serio obstáculo para sus planes.

Con el tiempo, el término ‘latino’ vino muy bien también a los planes neoimperiales anglosajones para justificar el aumento de influencia y control estadounidenses sobre las débiles repúblicas hispanoamericanas.

La debilidad internacional de España durante el siglo XIX y el XX contribuyeron también a que el término hispanoamericano quedara relegado frente al término ‘latino’.

El concepto hispano, pese a intentos fracasados de eliminarlo por parte de propagandistas woke, mantiene una fuerte presencia en Estados Unidos para referirse a los ciudadanos de origen hispanoamericano.

También está conociendo una reivindicación actual gracias a la concienciación en España y en Hispanoamérica del intento de borrado cultural que la Hispanidad está sufriendo a cargo de movimientos de izquierda y promotores de la ideología woke de cuño anglosajón.

Toca hoy reivindicar dos figuras intelectuales muy diferentes entre sí, separadas tanto por el origen (uno es hispanoamericano, otro español) como generacional. Hablamos de Mario Vargas Llosa y Ramiro de Maeztu.

La visión que el Premio Nobel de Literatura peruano tenía de la Hispanidad la plasmó en un célebre artículo publicado el 28 de octubre de 2018 en el diario El País.

Reivindica Vargas Llosa que el continente americano se incardina en el marco de la cultura occidental y pasa «a ser heredera de Grecia, Roma, el Renacimiento, el Siglo de Oro», y por lo tanto de «los derechos humanos y la cultura de la libertad», gracias a la conquista española y la incorporación del continente americano al mundo hispano.

«Gracias a la Hispanidad», continúa Vargas Llosa en El País, «varios cientos de millones de latinoamericanos podemos entendernos porque nuestro idioma es el español, una lengua que nos acerca y nos enlaza dentro de una de las muchas comunidades que constituyen la civilización occidental». Y añade: «Qué terrible hubiera sido que todavía siguiéramos divididos e incomunicados por miles de dialectos como lo estábamos antes de que las carabelas de Colón divisaran Guanahaní».

Ramiro de Maeztu, en su célebre ensayo Defensa de la Hispanidad (Almuzara), deja clara en una sola frase, sencilla y contundente, el porqué del término Hispanidad frente a otras denominaciones alternativas que no buscan otra cosa que esconderla o denigrarla.

Decía Ramiro de Maeztu que «la Hispanidad aparece dividida en veinte Estados, lo que no logra destruir lo que hay en ellos de común y constituye lo que pudiera denominarse la hispanidad de la Hispanidad».

Acto seguido, se lamenta: «Si este espíritu de las naciones o de los grupos nacionales fuera tan visible y evidente como el Ministerio de la Gobernación o la Dirección de Seguridad, no habría problema. Pero algo eludible y fugitivo debe de haber en su constitución cuando tantos españoles e hispanoamericanos de aguda inteligencia pueden vivir como si no existiera».

Da Ramiro de Maeztu en la clave de la cuestión: el debate sobre el uso del término ‘latino’ o ‘hispano’ es puramente identitario, y la identidad se sustenta en los vínculos comunes de lengua, cultura e historia. Únicamente la intromisión de la ideología y los intereses políticos internos y externos ha pervertido esa identidad y fraccionarla.

Como recordaba la Real Academia de la Historia durante el ciclo de conferencias sobre la Hispanidad que con el título de Hispanidad: un concepto, una historia, una realidad cultural, se desarrolló en octubre de 2017, «algo sublime que nos hermana con más de 500 millones de personas de distinta raza, religión e ideología que usamos un lenguaje común. Algo que muchos españoles desconocen –cuando no se avergüenzan– porque se ha enseñado mal en las escuelas, en los institutos y en las universidades».