El contraste de colores del follaje con el agua cristalina de sus cascadas es fantástico.
Poema de Otoño
Chesterton es conocido sobre todo como ensayista de brillante polémica o como narrador de atrapantes cuentos policiales o de insólitas novelas.
Chesterton es conocido sobre todo como ensayista de brillante polémica o como narrador de atrapantes cuentos policiales o de insólitas novelas.
Menos conocido es como poeta, aunque sí lo fue en vida, al punto de que en la poesía anónima publicada en el Catholic Herald pocos días después de su muerte se dice «Chesterton, el poeta, vive mientras los hombres aún lean». En todo caso, se lo recuerda, aparte de por los vibrantes versos de «Lepanto» o la extensa y monumental épica de «La balada del Caballo Blanco» por sus chispeantes versos humorísticos que rayan, por momentos, en el género del «non-sense».
Compartimos hoy la traducción de un pequeño poema, atípico en medio de su abundante producción, cuyo bello tono otoñal es muy apropiado para la presente estación del año, en el cual ve su vida con mirada retrospectiva desde la perspectiva de la madurez (no llegó a la vejez), sólo que, una paradoja más del rey de las paradojas, lo escribió antes de cumplir los veintiún años.
Gold Leaves
Lo! I am come to autumn, When all the leaves are gold; Grey hairs and golden leaves cry out The year and I are old.
In youth I sought the prince of men, Captain in cosmic wars, Our Titan, even the weeds would show Defiant, to the stars.
But now a great thing in the street Seems any human nod, Where shift in strange democracy The million masks of God.
In youth I sought the golden flower Hidden in wood or wold, But I am come to autumn, When all the leaves are gold.
Hojas doradas
¡Ay! He llegado al otoño,
Cuando todas las hojas son de oro;
cabellos grises y hojas doradas dicen a gritos
que somos viejos, el año y yo.
En la juventud busqué al príncipe de los hombres,
capitán en guerras cósmicas,
nuestro Titán; aún un pusilánime se mostraría
desafiante ante los astros.
Pero ahora un gran evento en la calle
se asemeja a cualquier otro gesto humano
donde alterna, en extraña democracia,
el millón de máscaras de Dios.
En la juventud busqué la flor dorada
oculta en el bosque o el collado
Pero he llegado al otoño,
cuando todas las hojas oro son.