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Andrés Amorós
Crónica deAndrés AmorósMadrid

Curro Vázquez y César Rincón resucitan el mejor toreo clásico

«No hay billetes» y gran ambiente en el festival pro monumento a Antoñete

Curro Vázquez, César Rincón y Olga Casado, a hombros tras triunfar en el festival por monumento a Antoñete

Curro Vázquez, César Rincón y Olga Casado, a hombros tras triunfar en el festival pro monumento a AntoñeteEFE

Para celebrar el Día de la Hispanidad, nada mejor que un buena jornada taurina y ésta prometía serlo. Ha acertado plenamente Morante: por la mañana, festival a beneficio del monumento a Antoñete, ya inaugurado el día anterior, gracias a la generosidad del torero; por la tarde, corrida de toros.

Para los dos festejos, se agotaron las entradas apenas se abrieron las taquillas y la reventa ha hecho su agosto, igual que los bares y restaurantes cercanos a la Plaza. Como nos asegura el bien informado Ministro de Cultura Urtasun, la Tauromaquia ya no interesa a la sociedad española…

Acierta también Morante en el planteamiento clásico de un festival taurino, en el que actúan maestros retirados. Eso permite que los aficionados jóvenes puedan deleitarse contemplando su estilo: a pesar de las limitaciones físicas, el estilo es el hombre y nunca se pierde. Subrayo el mérito especial que tienen los más veteranos del cartel, Frascuelo (que sustituye a Julio Aparicio) y Curro Vázquez. Aunque en un festejo como éste se lidien reses apropiadas y la exigencia sea menor, torear en Las Ventas , rebasados los setenta años, tiene tela… No sólo por el miedo físico a un posible percance; sobre todo, por el temor a defraudar las esperanzas de los aficionados.

Esta mañana, el pueblo madrileño se ha dividido entre el desfile de la Hispanidad y el festival taurino. Con el cartel de «No hay billetes» y un enorme ambiente, el festival resulta un auténtico éxito. El novillo para rejones de El Capea es noble pero se para pronto. Morante ha elegido un novillo blanco de Osborne que da escaso juego; los demás, de Garcigrande, son bravos y colaboradores; destacan segundo, cuarto y séptimo.

Morante de la Puebla ha lidiado a un novillo ensabanado

Morante de la Puebla ha lidiado a un novillo ensabanadoEFE

En un ambiente cariñosísimo con todos los toreros, destacan claramente Curro Vázquez y César Rincón, con faenas de verdad magistrales; todos los demás están bien, cada uno dentro de su estilo y sus posibilidades.

Abre cartel el navarro Pablo Hermoso de Mendoza, maestro del rejoneo, ejemplo de clasicismo, sabiduría y temple. En 2003, fue el primer caballero que, en una temporada, abrió la Puerta Grande de los tres cosos más importantes del mundo, los de Madrid, Sevilla y México.

Esta mañana, Pablo fija con facilidad al noble toro de Capea, que se para pronto. Lo torea muy templado con Berlín pero el rejón de muerte queda perpendicular y saluda una ovación.

En 1969, en la madrileña Plaza de Vista Alegre, nos sorprendió y nos ilusionó a todos, por la finura de su toreo, un jovencillo rubio que había nacido en Linares y debutaba entonces con picadores: era Curro Vázquez. Le precipitaron la alternativa, sufrió algunos percances graves que frenaron su carrera. No tuvo suerte en Sevilla, aunque su estilo parecía pintiparado para esa afición. En Las Ventas, toreó más cien tardes: heredó el afecto que los aficionados habían sentido por Antonio Bienvenida y por Antoñete. Recuerdo la admiración absoluta que sentía por Curro el muy apasionado Santiago Amón. Mi amigo Javier Villán, poeta antes que crítico taurino, se preguntaba: «¿Quién ha toreado de frente con más pureza y menos gestualidad que Curro Vázquez? Esencialidad…» Siempre ha sido un hombre educado y respetuoso.

Lancea Curro Vázquez al segundo con garbo; remata con una media que pone al público en pie. Brinda a la hija de Antoñete. Unos derechazos muy suaves, acompañando la embestida con la cintura, son gloria pura. Un natural y unos doblones levantan olés clamorosos. Los muletazos para cuadrar al toro son magistrales: ¡ahí queda eso! Y mata fácil: las orejas son justísimo premio a una faena que ha sido una pura caricia.

El más veterano de los toreros de a pie es Carlos Escolar, Frascuelo, pero tomó la alternativa después que Curro Vázquez. Su novillo mansea, no quiere caballo, aprieta en banderillas. Brinda a la Infanta Elena. Corre la mano con solemnidad pero la res no da facilidades y, a la segunda, agarra una buena estocada: da la vuelta al ruedo.

Curro Vázquez, este domingo en Las Ventas

Curro Vázquez, este domingo en Las VentasEFE

En 1991, César Rincón abrió cuatro veces la Puerta Grande de Las Ventas: las dos primeras, dos tardes seguidas, en San Isidro. Frente a la creciente moda del encimismo, deslumbró al público madrileño dando distancia a los toros, citando de lejos, dando el pecho, adelantando la muleta… Es decir, haciendo el toreo clásico, eterno, el que nunca pasa. Los que tuvimos la fortuna de verlo, nunca olvidaremos su titánica lucha con el muy fiero Bastonito, de Baltasar Ibán, en 1994.

Devuelto el tercero por hacer extraños, recibe Rincón al sobrero con verónicas cargando la suerte. Brinda a sus hijos. Después de unos ayudados, le da al toro mucha distancia: acude galopando, aguanta el diestro, lo embarca, se lo enrosca a la cintura y se lo echa por delante, en el pase de pecho. Estalla un clamor, la gente grita: «¡Igual que entonces!» Es el misterio del arte del torero, que nos da la ilusión de lograr algo imposible: hacer retroceder el tiempo aunque, según Quevedo, “ni vuelve ni tropieza». Pincha César antes de una gran estocada: dos orejas. Ha toreado tan bien como si estuviera en activo.

Mucho más cercano a nosotros está Enrique Ponce; quizá eso impida que algunos valoren justamente la importancia de su trayectoria. Desde que era un chiquillo que apenas asomaba por encima de la barrera, tuvo esa difícil facilidad que es privilegio de los más grandes. La afición madrileña no olvida su faena a Lironcito, un fiero toro de Valdefresno, en 1996. En el patio de la Plaza de Bilbao, nos impresiona la impresionante arboladura del toro Carjutillo, de Samuel Flores, que él lidió. Las estadísticas de su carrera son inalcanzables. Lo llamé «un torero para la historia», en el libro que escribí con él. En el prólogo, decía Mario Vargas Llosa: «Es un maestro en el que nunca han decaído la responsabilidad y la pasión con los que ha practicado el toreo a lo largo de toda su vida».

Enrique Ponce, con la muleta ante su novillo del festival pro monumento a Antoñete

Enrique Ponce, con la muleta ante su novillo del festival pro monumento a AntoñeteEFE

Su novillo es muy noble pero justo de fuerzas. Brinda a Morante. Despliega su bien conocida habilidad de enfermero para mantener a una res que flaquea: lo lleva cosido a la muleta, logra un precioso cambio de mano y unos circulares, con la muleta barriendo la arena («rastrera», decía Antoñete). La faena ya está hecha pero, como es su costumbre, Ponce la prolonga con poncinas, suena un aviso antes de entrar a matar: lo logra a la segunda y corta una oreja.

Aplaudo respetar la tradición de incluir en los festivales a un novillero: en varios casos, eso les sirvió de plataforma de lanzamiento para ser figuras del toreo. Esta vez, se une a eso el atractivo de ver el debut, en la Plaza de Las Ventas, de Olga Casado, una de las grandes promesas actuales, a la que Madrid ya ha visto triunfar y que puede atraer a la Fiesta a muchos jóvenes.

Recibe a su novillo con vistosas verónicas y un quite con la capote a la espalda. Brinda a todos los matadores, en una preciosa estampa. El novillo va bien pero flaquea. Olga corre la mano con facilidad. También se alarga con poncinas y naturales de frente. Mata bien: dos orejas.

La novillera Olga Casado ha brindado su novillo a todos los matadores

La novillera Olga Casado ha brindado su novillo a todos los matadoresEFE

Olga Casado, este domingo con el capote

Olga Casado, este domingo con el capoteEFE

Saltándome el orden de lidia, he dejado para el final a Morante, el que tuvo la feliz idea del monumento a Antoñete y el que ha organizado este festival. No es éste el momento de ponderar su arte sino de algo que lo ha sublimado: su compromiso con la Fiesta, la asunción de su responsabilidad como primera figura del toreo, como la tuvo su modelo permanente, Joselito El Gallo.

Ha elegido un novillo ensabanado («blanco», dice la gente), en recuerdo del «Atrevido» al que hizo Antoñete una faena histórica. El animal tiene una preciosa estampa. En cuanto lo para, mece la verónica (el público grita: «¡Viva Morante!»). Brinda al cielo, a Antoñete. Comienza la faena de muleta con ayudados a dos manos, improvisando, porque el novillo humilla poco y, si le baja la mano, flaquea. Le saca naturales de uno en uno. Como el animal no da más de sí, se sale de la suerte con torería y deja una gran estocada, cruzando perfectamente: oreja. ¡Qué bien mata Morante cuando quiere! Da la vuelta al ruedo con una oreja, ramos de flores rojas y gualdas y una bandera española.

Salimos corriendo para comer algo: esta tarde, volveremos a ver a Morante…

POSTDATA. Aunque algunos se nieguen a reconocerlo, España es una nación: una de las naciones más antiguas; una de las que poseen una tradición cultural más gloriosa del mundo. Ésa es una «realidad histórica» (Américo Castro) y no un concepto «discutido y discutible», como pretendió el entonces presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero. De esos «polvos» vienen muchos de los lamentabilísimos «lodos» actuales.

La Hispanidad es una de las empresas más gloriosas que ha realizado cualquiera de las grandes naciones europeas. Desde la envidia y el intento de disminuir su grandeza, se creó, sobre pilares falseados, la leyenda negra antiespañola. Muchos historiadores serios lo han repetido: España no tuvo colonias, los hispanoamericanos se regían por las mismas leyes que los españoles y tenían sus mismos derechos. No es casual que ataque ahora la Tauromaquia el mismo ministro de Cultura que pretende, con ignorancia y sectarismo, «descolonizar» nuestros museos.

La cultura de los pueblos hispánicos se manifiesta, junto a otras cosas, en la Tauromaquia. Los españoles la llevamos a América, a la vez que llevamos nuestra lengua y nuestra visión del mundo.

Una cita final, de mi amigo Antonio Gala: «Si hay algo arraigado al tuétano cultural de España, son los toros. Llevo la Fiesta en la masa de la sangre. En ella coinciden todos los pueblos de ese cajón de sastre que llamamos España… Lo que tenemos en común con Hispanoamérica: la lengua y los toros».

FICHA

  • Madrid. Plaza de Toros de Las Ventas. Feria de Otoño. Domingo 12 de octubre de 2025 por la mañana. Festival benéfico pro monumento a Antoñete. Reses de distintas ganaderías: el primero, de El Capea, noble pero se para pronto; el sexto, de Osborne, de escaso juego. Los demás, de Garcigrande, de juego variado: destacan segundo, cuarto y séptimo.
  • PABLO HERMOSO DE MENDOZA, rejón perpendicular (saludos).
  • CURRO VÁZQUEZ, estocada (dos orejas).
  • FRASCUELO, pinchazo y estocada (petición y vuelta).
  • CÉSAR RINCÓN, pinchazo y estocada (dos orejas).
  • ENRIQUE PONCE, pinchazo y estocada corta (aviso, oreja).
  • MORANTE DE LA PUEBLA, gran estocada (oreja).
  • OLGA CASADO, buena estocada (dos orejas).
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