«El Gran Maestro»: Fan-Ho, uno de los mejores fotógrafos callejeros del siglo XX
Pocos han dominado la luz y la composición como él. Durante los años 50 y 60 fotografió la empobrecida Hong Kong, después de llegar a Shanghái siendo adolescente en 1949. Sus calles, llenas de vendedores, peones y conductores de tuktuk, fascinaron a Ho. El hacer fotografías en estudio era la norma por aquel entonces, pero Ho estaba más interesado en exponerse a la pura realidad, en pasear las calles para respirarlas y reflejarlas con sinceridad

Apodado «el gran maestro», Fan-Ho muestra su amor por la gente en combinación con inesperadas construcciones geométricas y un sentido dramático acentuado por el uso del humo y la luz.

Autodidacta desde su adolescencia en una China que sólo había conocido en guerra y fotógrafo con un brillante futuro por delante en un país que nacía coincidiendo con su mayoría de edad, Fan-Ho llegó a lo más alto de la escena mundial gracias sus creativas fotos de gran belleza lírica, potencia dramática y grandeza poética.

Las laberínticas escaleras de Hong Kong eran una de sus ubicaciones predilectas para fotografiar la vida cotidiana de la ciudad.

Formas geométricas, repetitivas y ordenadas, cuyo ritmo rompe una sombra que entra y corta el plano

Las fotografías a ras de suelo le permiten jugar con las luces, las sombras y de nuevo con la geometría. Crea composiciones sublimes con personajes entrando y saliendo del plano, mientras la mirada del niño se clava en el espectador, atrayendo la atención a esa parte del encuadre mas oscuro.

Las líneas oblicuas, que intenta siempre hacer coincidir con las sombras escogiendo la perfecta hora del día, son uno de los temas que atraviesan su obra fotográfica.

El punto de fuga es clave también para Fan-Ho: un callejón oscuro encuentra su punto de luz en un horizonte de mar y un niño que juega

De nuevo, el punto de fuga dirige la mirada, así como el camino de los paseantes.

Aquí Fan-Ho vuelve a componer con líneas y contraluces, fotografiando los andamios de bambú que construyeron los primeros rascacielos de Hong Kong, contraponiendo dos planos de forma que uno parece la sombra del otro.

Esta fotografía realizada en 1962 muestra «La Venecia de Hong Kong», una serie de canales que se convertirían en otro de los fetiches fotográficos del autor.

La composición milimétrica es brutal en muchas de sus fotografías hongkonesas, equilibrando siempre luces, sombras y líneas.

En ocasiones los elementos se desordenan y no cumplen con la estructura geométrica, pero la composición es perfectamente equilibrada, llevando la mirada a lo central. En este caso, la persona que camina cargada, luz en medio del caos.

Un mercado callejero de Hong Kon, probablemente lleno de ruido y prisas, que Fan-Ho consigue teñir con un halo místico, de paz en mitad de la locura.

Los callejones de Hong Kong, sus luces y sombras, centran su encuadre en la salvación: una niña que dibuja en el balcón, ajena al humo y al bullicio: un momento de paz en la ciudad de la prisa.

Las escaleras y un horizonte de fuga, con una figura etérea (ropa colgada) volando sobre la realidad del hombre que atraviesa la ciudad.

La realidad y la sombra, un juego de oblicuos en la fotografía de Fan-Ho.

Una vez más, la luz irrumpe como una grieta. En mitad de la luz, el protagonismo del hombre.
