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08 de junio de 2023

Las cinco mejores obras de Marc Chagall en el aniversario de su muerte

Al vanguardista pintor de los sueños el escritor Henry Miller le llamó «un poeta con alas de pintor» que «escribió» con el pincel sobre el amor, la alegría, los recuerdos o el judaísmo

Mario de las Heras
Mario de las Heras

Madrid Actualizada 04:30

'El Violonista Verde' (1923)

El Violinista Verde (1923)

Un violinista en el tejado, como en la película, pero con la cara verde. Vuela como un globo en una fiesta, el violinista que era habitual, precisamente en las fiestas. No hay lógica en Chagall y todo responde a códigos íntimos. La mezcla del cubismo, de la niñez y del folclore en un cuadro alegre y onírico.

'Autorretrato con siete dedos' (1913)

Autorretrato con siete dedos (1913)

Chagall se retrató con siete dedos «para introducir una construcción alternativa, un elemento fantástico entre elementos reales», mezclando la realidad con la ficción. La Torre Eiffel a la izquierda y a la derecha la imagen de Vitebsk, su ciudad natal: El reflejo de lo que está escrito en hebreo en la pared: «Rusia orgullosa y París».

'Cumpleaños' (1915)

Cumpleaños (1915)

Marc Chagall volando, retorcido en el aire y en el beso a Bella Ronenfeld, su amor, que parece despegar. El amor está en el aire, como en la canción, Ellos están recién casados en la época en que él regresó de París para que se fuera con él, pero el cierre de las fronteras por el inicio de la Gran Guerra hizo que tuvieran que quedarse en Rusia.

'Sobre la ciudad' (1918)

Sobre la ciudad (1918)

Otra vez con su amor, Bella, volando por los cielos de Vitebsk. Están solos. Son uno por encima de todo lo demás. Una maravillosa representación del amor verdadero.

'Yo y la Aldea' (1911)

Yo y la Aldea (1911)

En 1911 Chagall acababa de llegar a París desde Rusia. El surrealismo y los sueños, los recuerdos de la infancia y de la tierra dejada. Las casas, el campo, los animales. La nostalgia teñida de arte, la experimentación, el cubismo casi divertido. El cordero, una imagen habitual en el artista, y el hombre ¿él?, con el rostro teñido de verde como el violinista en el tejado.

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