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04 de mayo de 2024

'Busto de mujer sonriente' y 'Busto de mujer joven', dos de los cuadros de Picasso del Museo Reina Sofía

'Busto de mujer sonriente' y 'Busto de mujer joven', dos de los cuadros de Picasso del Museo Reina SofíaMuseo Reina Sofía

¿Cuánto valen los cuadros de Picasso en el Museo Reina Sofía? Casi mil millones de euros

El Estado asegura por 942 millones de euros la exposición del pintor malagueño que se inaugura en noviembre: «Picasso 1906. La gran transformación»

El Estado ha asegurado en más de 942 millones de euros las obras que se exhibirán en la exposición temporal «Picasso 1906. La gran transformación» que acogerá el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía a partir del próximo 14 de noviembre, según publica este jueves el Boletín Oficial del Estado.
La exposición, que ha sido organizada dentro de los actos de la Comisión Nacional para la Conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Pablo Picasso, supone una mirada a la primera aportación del artista a la definición del «arte moderno» y se prolongará hasta el 4 de marzo de 2024.
El valor económico total de las 84 obras cubiertas por la garantía del Estado asciende a un total de 942.062.648 euros para cuadros de Picasso y otros artistas que han sido prestados por el Metropolitan Museum of Art, el Louvre, el Baltimore Museum of Art, el Cleveland Museum of Art, por el Museo Thyssen de Madrid, por el Dallas Museum of Art, la Fundación Almine & Bernard Ruiz-Picasso de Bruselas, el Centre Pompidou de París, el Museo Picasso de París, el Museo Picasso de Málaga, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museo Picasso de Barcelona y varias colecciones particulares, entre otros.
El BOE publica otra orden por la que se otorga también la garantía del Estado a 79 obras para su exhibición en el Museo Nacional Thyssen Bornemisza de Madrid en la exposición temporal «Maestras antiguas y modernas» por 85,1 millones de euros, una muestra que podrá verse desde finales de octubre hasta febrero de 2024.
Una exposición de casi un centenar de piezas con las que el Thyssen recorre, desde finales del siglo XVI a las primeras décadas del siglo XX, el camino de las mujeres hacia su emancipación.

«La gran transformación»

La muestra del Museo Reina Sofía, que cuenta con la importante colaboración del Musée Picasso Paris, quiere mirar, desde la conciencia estética contemporánea, la primera aportación del artista a la definición del «arte moderno». Hasta ahora, la producción de Picasso en 1906 ha sido entendida como un epílogo del período rosa o bien como un prólogo a Las señoritas de Aviñón. Pero hoy se puede afirmar que 1906 fue un «período» con entidad propia en el devenir creativo picassiano.
Con apenas 25 años, en 1906, Picasso es un artista aún joven, pero ya maduro en sus criterios estéticos. Dejando atrás la bohemia y el pesimismo, se muestra vital y expansivo, incluso sensual; se acerca a planteamientos libertarios y anhela la refundación de la experiencia artística. Con el apoyo de marchantes y coleccionistas, y relacionado con un potente grupo de creadores coetáneos, vive entregado al sentido «procesual» de su obra, busca «lo primordial» y desarrolla su trabajo en tres registros: el cuerpo, la forma y la interculturalidad.
El acelerado ritmo de transformaciones de Picasso va a culminar en los dos primeros meses de 1907 y, en toda su desbordante actividad, el diálogo con Gertrude Stein fue para él fue crucial. En su búsqueda de lo primordial, el artista planteó una plena sinergia con las producciones artísticas de culturas consideradas entonces «primitivas». Este fenómeno, convertido en una poética, se produjo en 1906 y no representó la fijación de un determinado modelo, sino un esfuerzo de hibridación con el que situar algo equivalente a una «lengua común» de lo primigenio, según destaca el museo.
Pablo Picasso, 'Nude with Joined Hands', 1906. The Museum of Modern Art, New York

Pablo Picasso, 'Nude with Joined Hands', 1906Museum of Modern Art, Nueva York

Los referentes culturales de Picasso, además del arte ibero y del llamado art nègre, transcurrieron por el románico catalán, el arte mediterráneo protohistórico y el egipcio antiguo, entre otros. Referentes que Picasso asumió —como explicó él mismo— no como meros datos formales sino como presencias culturales actuantes y no alienadas, enmarcadas en rituales colectivos y dotadas de una poderosa capacidad de relación con lo trascendente. Y hay que entender bien este modo de hacer. En ocasiones es el propio trabajo del artista el que le lleva al encuentro con «lo primitivo». Y, en ocasiones, es «lo primitivo» lo que le inspira. Se trata de una relación dialéctica.
La interculturalidad picassiana puede también ser entendida desde otros parámetros. Picasso planteó nuevos moldes antropométricos. O utilizó en su trabajo la prensa y los libros ilustrados de masas. En su modo de entender la memoria visual, conculcó la idea de anacronismo y mantuvo subyacente la herencia de la Historia del Arte, usando la cita y la apropiación casi con sentido contemporáneo. Y fue esta relación compleja entre culturas, lenguaje primordial y memoria del museo lo que hizo singular al Picasso de 1906 y lo que cifró su primer encuentro decisivo con el arte moderno.
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