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20 de abril de 2024

Detalle de la portada. «Adiós, Señor Chips» de James Hilton

Detalle de la portada. «Adiós, Señor Chips» de James Hilton

Somos amasados con lo que nos enseñaron

Nueva edición en español de un clásico inglés imprescindible sobre la enseñanza.

Detalle de la portada. «Adiós, Señor Chips» de James Hilton

Trotalibros editorial / 106 págs.

Adiós, señor Chips

James Hilton

Con Adiós, señor Chips, James Hilton (1900–1954) nos dejó un hermoso encomio a la educación. Las apenas cien páginas de la novela son suficientes para legar uno de los personajes más entrañables que se hayan conocido: el señor Chipping, un anciano profesor retirado que, en los postreros años de su vida, recuerda su labor como docente de la ficticia escuela Brookfield. Para crear a su protagonista el autor se basó en su propio padre, director de la Chapel End School (Walthamstow, Inglaterra) y en W. H. Balgarnie, uno de sus maestros. La joven editorial Trotalibros recupera para la lengua española este clásico de la literatura anglosajona.

El profesor, ya anciano, se convertirá en el verdadero emblema del colegio

Esta es la historia de un profesor jubilado. El señor Chipping –conocido por todos como «Chips»– ha sido profesor de Latín y Griego en la escuela Brookfield, un «buen colegio de segunda fila» al que ha permanecido vinculado por más de cincuenta años. Es tan anciano que hay ciertos recuerdos que solo él conserva. Ya nadie sabe que llegó al colegio siendo un docente inexperto y timorato, con problemas para mantener la disciplina del alumnado. A pesar de no ser ni brillante ni erudito, Chips se acabará revelando como un maestro digno de confianza, respeto e, incluso, del cariño de sus alumnos. Su honradez, conservadurismo y humor –así como sus adorables excentricidades– le acaban invistiendo de una dignidad que él cree muy por encima de su mérito. El profesor, ya anciano, se convertirá en el verdadero emblema del colegio.
Los valores inconmovibles del señor Chips le hacen, en cierto sentido, vivir de espaldas a la realidad de su tiempo. Se inclina a no dejar entrar en su ánimo la espesa humareda de locura y terror que amenaza el mundo; a evitar cualquier examen en profundidad de los peligros que se dan más allá de los muros de Brookfield. Para él, lo más importante es inculcar en los jóvenes el sentido de la proporción, una complacencia inadmisible en tiempos de la Gran Guerra. En un inolvidable capítulo, el profesor Chipping intentará mantener a sus muchachos concentrados en una traducción de La guerra de las Galias mientras varias bombas caen cerca de la escuela, ya que, afirma, «no hay que juzgar la importancia de cosas por el ruido que hacen». Si bien él no se deja arrastrar por la poderosa provocación de la discordia, no puede evitar que esta alcance a sus alumnos: muchos de ellos, pocos años después, caerán en el campo de batalla.

No hay que juzgar la importancia de cosas por el ruido que hacen

La brevedad de esta historia no debe llevarnos a error: no es una obra inocua ni complaciente. Impresiona el modo que tiene James Hilton de contar este minúsculo drama, la manera de evocar todas las resignaciones, pérdidas e ilusiones de este viejo profesor. Ahora, que la crisis de la educación se ha abatido por nuestro mundo, haciéndonos olvidar las respuestas en las que de ordinario nos apoyábamos, sorprende hallar una oda tan intensa a los viejos valores morales y a la enseñanza. El señor Chips cumple con el noble deber de ayudar a ser grandes a los pequeños, de cuidar su crecimiento y maduración. Lo hace sin estridencias, poniendo en todas sus lecciones cordialidad, amor y respeto por la criatura humana. Tal y como él recuerda cada uno de los rostros de sus pequeños «rufianes» nosotros nos acordaremos del señor Chips.

La edición

Adiós, señor Chips –originalmente titulada Goodbye, Mr. Chips– fue publicada como libro 1934, en una tirada prudente debido a la Gran Depresión. Desde el primer momento obtuvo un gran éxito comercial, emocionando a varias generaciones de lectores hasta llegar a convertirse en un clásico de la ficción anglosajona. Como otras obras de James Hilton –Lost Horizon (1933), Random Harvest (1941)– , tuvo varias adaptaciones cinematográficas.
La editorial Totralibros ha querido que esta obra, publicada en español por última vez en 1940, regrese a nuestras librerías –y a nuestras estanterías. Se trata del cuarto título de la joven editorial, que nació con el fin de recuperar obras olvidadas de la literatura universal. Todos los detalles de la edición revelan el empeño de crear una obra esmerada. La nota del editor, Jan Arimany, nos descubre la ponderación y cuidado con los que fueron elegidos todos los elementos implicados, además de ser una evocación agradecida a todos los que han formado parte de su creación: el autor James Hilton, el ilustrador Jordi Vila Delclòs, la traductora Concha Cardeñoso Sáens de Miera, e incluso todos los profesores que, como el señor Chips, le modelaron haciendo lo mejor que se puede hacer en cualquier empresa humana: «haciendo lo que estaba en sus manos».  
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