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26 de abril de 2024

Portada de «Averno verano» de Bárbara Espinosa

Portada de «Averno verano» de Bárbara EspinosaAltamarea

'Averno verano': Madrid era un infierno

Bárbara Espinosa presenta en Averno verano una novela a varias voces con unos protagonistas atrapados en el limbo del agosto madrileño

Una piensa que el verano más inclemente de España se localiza en el sur peninsular hasta que se muda a Madrid y descubre que el infierno era esta vida. Que era El Retiro en agosto, más concretamente.
Bárbara Espinosa (Madrid, 1980) es una abogada de profesión y escritora de reciente incorporación al gremio que acaba de debutar en la novela con su Averno verano, un prometedor título-anagrama que contiene en sus doce letras el misterio que encierra este libro.
En esta ocasión nos enfrentamos a una obra polifónica, polifacética, coral; podemos llamarla como queramos, pero solo puede llevarse a cabo de una forma para que la autora se salga con la suya: con muchísimo cuidado. Y se da el caso. Porque una historia a varias voces puede derrumbarse si sus cimientos no están bien asentados o si los personajes empiezan a saber cosas que no saben que sabían. Sin embargo, nada de eso ocurre en Averno verano, donde todas las piezas se van ensamblando como si montaras una estantería Billy, solo que al acabar el libro no nos sobran dos llaves Allen y ninguna tuerca queda viuda de su tornillo: aquí está todo en su sitio.
Portada de «Averno verano» de Bárbara Espinosa

altamarea / 200 págs.

Averno verano

Bárbara Espinosa

Son cinco los personajes que ocupan su sitio en esta historia: Gladys y su hijo David Luis, recién llegados desde Colombia, de donde han escapado del dolor y la pobreza; Tomás, el hombre de rostro macilento, joven padre de familia con un matrimonio en las últimas; Elena, una filóloga reconvertida en azafata de vuelo con problemas mentales; y Mercedes, opositora a Notarías y única hija soltera de una familia de las de apellido de bodega y propiedades en Jorge Juan. Entre algunas de las virtudes de este libro, destacaría que en él se perfilan personajes para todos los gustos y que, si uno no termina de seducirte, ese otro se llevará toda tu atención. En mi caso así ha ocurrido con Elena y con Mercedes. Que cada uno saque sus conclusiones.
Esos cinco personajes, que al inicio de la novela andan viviendo su propia historia, en un determinado momento convergen en un edificio madrileño a orillas del Retiro. Cada uno de ellos con sus demonios, cada uno con sus infiernos, sus vidas se entrecruzarán y acabarán solapándose «en este Madrid despiadado [en el que] te multan hasta por intentar deshacerte del sufrimiento». Aquí cobra sentido, una vez más, esa polifonía de la que hablábamos, a la que la autora otorga una nueva definición al utilizarla para contar un episodio desde los diferentes puntos de vista de cada uno de los personajes que en él intervienen. Porque no hay un relato único, sino diferentes versiones de una misma historia.
En su primera novela, decide echar mano de capítulos cortos, formato del que cada vez soy más defensora. ¿Que por qué? Pues porque un capítulo corto es dinamismo, es economía [de las palabras] en tiempos de crisis, es la descripción justa, pensada, y el diálogo bien apuntalado. Sin apenas darnos cuenta, Bárbara nos cuenta poco, pero nos está contando mucho; la trama avanza y nos obliga a avanzar con ella, y cuando nos damos cuenta ya llevamos la mitad del libro y todo sigue estando en su sitio y nosotros queriendo saber más.
Cuenta Bárbara que el primer capítulo lo escribió estando en Bogotá en 2014, ciudad en la que vivió y que es su otra casa. Y aquí también destaca esta novela en la que al nombrarse Colombia se hace a un lado la ficción, pues no hay nada de fantasía en la violencia social, familiar y de guerrilla que asola el país ni en la realidad que viven quienes deciden abandonarlo para venirse a vivir —a tener vida— aquí.
Este libro nos permite poner el ojo en la mirilla de diferentes vidas malditas y ver qué se esconde al otro lado. Leyéndolo, me he acordado de Una casa llena de gente de Mariana Sández, que también disfruté mucho, por lo que a estas alturas podría ya afirmar que el género Novela de Patio de Luces empieza a consolidarse como uno de mi especial preferencia. Averno verano es otra muy buena forma de acercarse a descubrir qué pena arrastran todos esos fantasmas sin nombre con los que nos cruzamos a diario ahí fuera. O, en este caso, ahí dentro.
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