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20 de abril de 2024

'La Reina de la Noche', de Karl Friedrich Schinkel

La Reina de la Noche, de Karl Friedrich Schinkel

El populismo 'woke' llega a un Festival de Salzburgo centrado en la mujer «sacrificada o víctima»

Ni siquiera el gran evento centenario musical celebrado cada año en la ciudad natal de Mozart se libra de la nueva hegemonía cultural

A finales de los años 30, Stefan Zweig escribía El Mundo de Ayer. El día antes de que el escritor y su mujer se suicidaran en Brasil, a donde se habían trasladado huyendo del terror nazi, fue cuando envió el manuscrito por correo a la editorial. Zweig no quería vivir en la sociedad que estaba imponiendo Hitler, de la que no creía que pudiese haber vuelta atrás.

El ídolo Von Hoffmansthal

Precisamente El Mundo de Ayer es una vuelta atrás de todo lo que el escritor austríaco consideraba perdido para siempre. En esos recuerdos estaba el poeta Hugo von Hoffmansthal, el ídolo del joven Zweig y de todos sus jóvenes amigos de entonces, fundador del Festival de Salzburgo junto a Richard Strauss o Max Reinhardt.
El gran evento musical, creado en honor de Mozart, cuya primera edición tuvo lugar hace 102 años, es un mundo de ayer que se acerca al de hoy, al contrario que el infortunado Zweig, que este año se va a centrar en «la mujer sacrificada o víctima». Este mundo de ayer, tan lejos (o tan cerca) de los nazis, también asiste a la ocupación cultural.

Nada parece resistirse a lo 'woke', que alcanza hasta el clasicismo donde resuena imperecedera (aunque no resuene) 'La Reina de la Noche'

Nada parece resistirse a esta hegemonía, a lo woke, que alcanza hasta el clasicismo donde resuena imperecedera (aunque no resuene) La Reina de la Noche y el lirismo literal de su soprano inmortal e iracunda que empuja a su hija a matar a su rival Sarastro bajo amenaza de maldición. La todopoderosa reina en absurdo y forzado peligro de convertirse en «víctima» por influjo de los tiempos.
Tras representarse Jedermann, del adorado Von Hoffmansthal, como es tradición (de momento intocable), será con Judith, la joven esposa del asesino de mujeres Barbazul (de El Castillo de Barbazul, la única ópera de Béla Bartók), cuando se inicie la invasión temática del verano salzburgués sobre las figuras femeninas creadas por «la fantasía masculina» en el arte lírico y dramático.
Le seguirán otras, «la amante sufrida, frágil y melancólica que como 'tipo de mujer' marca la historia del Bel canto en la segunda mitad del siglo XIX», escriben en el Salzburger Festspiele. Es el tema «del sacrificio de las mujeres o de las mujeres víctimas, que por desgracia es increíblemente actual», en palabras de la dramaturga Bettina Hering, responsable de la programación.
Fue en 1938, en el apogeo nazi y la anexión de Austria, cuando se dejó de representar Jedermann, el pistoletazo de salida del gran homenaje mozartiano (que volvería en 1946), y hasta el teatro, el Festspielhaus, se cerró para adaptarlo a la estética nazi. Ahora todo parece adaptarse sin remedio a la estética woke, de la que probablemente Stefan Zweig tampoco hubiera creído posible una vuelta atrás.
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