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Ensayo general de la ópera 'Orphée' de Philip Glass en los Teatros Canal en MadridEFE

Ni tan heroico ni tan minimalista: 'Orphée' de Philip Glass abre la temporada del Teatro Real

La obra es una adaptación de la película homónima de Jean Cocteau que apela al «público de hoy» a reflexionar sobre el artista en el mercado del arte con una revisión del mito clásico

El Teatro Real abre su temporada 2022/23 con una aproximación al mito de Orfeo, la que realizó Philip Glass en 1991 a partir a su vez de la película homónima de 1950 de Jean Cocteau, aunque tras una vuelta de tuerca de la que resultan una plasmación del personaje «no tan heroica» y una partitura «no tan minimalista».
Así lo han indicado sus responsables en una rueda de prensa celebrada en los Teatros del Canal de Madrid, el espacio que ha coproducido la obra junto al Real y que acogerá su estreno el 21 de septiembre y el resto de sus representaciones hasta el día 25 de este mes.
En el foso, Jordi Francés a la batuta frente a 31 músicos de la Orquesta del Teatro Real, lo que constituye una expansión sobre los 25 que propone la partitura de esta ópera de cámara en dos actos al haber sustituido el sintetizador en algunas partes por instrumentos orgánicos como el arpa.
«Glass no es un compositor minimalista en esta obra y nuestro enfoque ha sido mucho más retórico y barroco», ha comentado el director alicantino, que ha convertido la falta de instrucciones precisas del compositor en libertad. «Y si me equivoco, que sea hasta el final», ha añadido.
Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, ha advertido a ese respecto que los asistentes se encontrarán una «versión diametralmente opuesta» a la que está editada de esta ópera. «¡Pero cómo levanta el vuelo planteada de esta manera!», ha apostillado ante la que ha calificado como «una de las mejores óperas del estadounidense, si no la mejor, pero con características muy singulares que hacen que sea muy difícil hacerla».

Vista del pase gráfico del ensayo general de la ópera Orphée de Philip GlassEFE

De esa misma opinión es Rafael R. Villalobos, que ejerce como director de escena con una propuesta que sí subraya el carácter de ópera de cámara original con una configuración intimista en sus escenas, pero que se ha desligado de la película de Cocteau en la que se basó el compositor en varios aspectos, por ejemplo al hacer desaparecer la radio que obsesiona al personaje principal.
«Tampoco sentía ese París de los años 50, pero sí el Nueva York de los años 90 de cuando se compuso la obra, ese frenesí y esa velocidad, que fue además un momento crucial para la historia del arte, porque el artista alcanzó entonces un estatus de estrella», ha explicado.
A la historia original Villalobos añade una capa más de interpretación que es la muerte del artista. «Yo entiendo este Orfeo como el lado oscuro del sueño americano», ha dicho ante una propuesta que bombardea al inicio al espectador con imágenes de la explosión de la televisión por cable en EE.UU.

Onírico e hipnótico

Un espacio completamente abstracto acoge la acción, una acción «que no sabemos si es la realidad o una realidad inventada» por Orfeo, ha observado Villalobos, en una producción que incentiva el componente onírico e hipnótico mediante el trabajo de luces realizado junto a Irene Cantero.
Se pregunta de este modo quién es este artista, su «miedo ante una una nueva generación» representada por el personaje del joven poeta Cégeste y su «nudismo» ante los medios y cómo «pierde su esencia, que es lo que significa la muerte», para verse arrastrado por las tendencias.
«El personaje de Orfeo en esta versión es muy diferente del mito clásico. Mientras que el original es muy heroico, aquí está obsesionado con su arte y lo que le mueve es su anhelo de que su arte sea relevante, lo que le lleva a comportarse de una manera muy desagradable hasta casi el final», ha valorado el barítono estadounidense Edward Nelson.
Él encarna al protagonista junto a Alejandro Sánchez en un reparto doble que cuenta además con las sopranos Sylvia Schwartz y Natalia Labourdette, como Eurídice; las sopranos María Rey-Joy e Isabella Gaudí, como la princesa; y los tenores Mikeldi Atxalandabaso e Igor Peral, como Heurtebise.
«He de reconocer que cuando me propusieron hacer esto de Glass pensé: '¡Qué pereza!'. Hasta él mismo decía que invitaría a cenar al público que quedara al final de sus obras. Sin embargo, esta condensa todo el drama de su musicalidad y crea algo profundamente emocionante de principio a fin», ha opinado Schwartz.