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04 de mayo de 2024

Pepe Domingo Castaño con Julio Iglesias

Pepe Domingo Castaño con Julio IglesiasCedida por Pepe Domingo Castaño

El día que Pepe Domingo Castaño perdió un pulso con Julio Iglesias pero ganó un amigo

El comunicador gallego, leyenda para siempre de la radio, ayudó a Julio Iglesias en el nacimiento de la canción 'Un canto a Galicia'

Pepe Domingo Castaño ha dejado este domingo un agujero insondable en la radio española y en el sonido que acompaña a millones de personas cada fin de semana. Se ha ido justamente hoy, que hay Liga. Justamente hoy, que sus compañeros (pero sobre todo amigos) tienen que sacar un programa de radio adelante.
La voz de Pepe Domingo abarcó varias generaciones, pues nunca quiso jubilarse. Él entendía el retiro como una especie de rendición y se negó a aceptarlo, para tranquilidad y compañía de quienes lo escuchaban, ya fuera dentro del estudio o fuera. El caso es que Pepe Domingo trabajó como vivió: hasta el último minuto, y con una vitalidad contagiosa para sus compañeros y oyentes más jóvenes. Pepe Domingo hizo radio hasta el final, comió y bebió hasta el final y escribió para este periódico hasta este mismo viernes, siempre con una generosidad desbordante.
Agradecido a la vida como estaba, su último libro (Hasta que se me acaben las palabras) es un testimonio fiel de esa manera de estar en la vida. Conoció el sufrimiento, las dificultades, pero también el crecimiento personal y un éxito que ha durado varias décadas largas.
Aunque para la mayoría es la voz de los goles y los anuncios, Pepe Domingo tuvo una carrera como cantante que, aunque no supera su trayectoria en la radio y la televisión, sí le permitió ganarse el respeto del oficio. De hecho hasta mitos de la música como Julio Iglesias recurrieron a él para mejorar alguna de sus canciones, como ocurrió con el tema Un canto a Galicia, fechada en 1972.
En aquellos días Pepe Domingo no tenía ni 30 años. Recibió la llamada de Gabriel González, tal y como recuerda en su libro Hasta que se me acaben las palabras. González era entonces uno de los responsables de Columbia, la discográfica:
―Te llamo de parte de Julio Iglesias para ver si nos puedes echar una mano. Estamos grabando un tema en gallego en el estudio y a Julio le gustaría que le asesorases con la letra, porque no está muy seguro de lo que ha escrito. ¿Te puedes pasar por aquí esta tarde?
Cuenta Pepe Domingo en su libro que se encontró a Julio Iglesias «en mangas de camisa, sudando y muy nervioso», algo atascado con la letra pero con el título ya bien atado: Un canto a Galicia. «Me alegró saber que iba a cantarle a mi tierra, que era también la suya por parte de padre», recuerda.
―Hola, Pepe. Gracias por venir. Estoy atrancado en esta parte: «Eu quéroche tanto, terra do meu pai» y no sé cómo seguir. A ver si se te ocurre algo. Te voy a poner lo que tengo grabado para que lo escuches y a ver si hay suerte.
Tras oírla, Pepe Domingo sugirió para rematar esa estrofa «eu quéroche tanto, miña terra nai», abrochando el estribillo y de paso toda la canción.
La colaboración no quedó ahí y, como suele ocurrir en los estudios de grabación, hubo un pequeño pulso artista-productor (en este caso el ayudante Pepe) que cayó del lado de Julio Iglesias. Fue con la palabra «leixos».
Pepe Domingo Castaño y 'Hasta que se me acaben las palabras'

Pepe Domingo Castaño, en una visita a El DebatePaula Argüelles

«Solo hubo una palabra que no pude hacerle cambiar, porque me dijo que no podía hacerlo. En gallego, para decir 'lejos', empleamos la palabra 'lonxe' y Julio se empeñaba en decir 'leixos'. Insistí en que estaba mal dicho y que mucha gente se iba a enfadar con él por cantarlo mal, pero me dijo que ya estaba acostumbrado a decirlo de esa manera, y así se quedó en el disco, eso sí, contra mi voluntad», recordaba Pepe Domingo en su libro. «Siempre que escucho Un canto a Galicia y oigo lo de 'leixos', me arrepiento de no haber impuesto mi voluntad aquella tarde».
Ese día nació una de las mejores canciones de Julio Iglesias pero también una amistad que se extendió durante años. «Pepito», como así lo llamaba, y Julio Iglesias compartían su rechazo a la lluvia y el aprecio por una buena sobremesa. Gustos sencillos para personas grandes.
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