Una inteligencia artificial instalada en un piano logra emular a uno de los más grandes músicos de jazz

En el marco del 50º aniversario de The Köln Concert, emblemático álbum del pianista estadounidense Keith Jarrett que ha alcanzado los cuatro millones de copias vendidas en todo el mundo, el pianista francés Edouard Ferlet presentó en Francia una reinterpretación de esta obra utilizando inteligencia artificial.

La propuesta, auspiciada por el festival Printemps de Bourges, se centra en explorar los vínculos entre la improvisación musical y el aprendizaje automatizado.

Ferlet asumió el reto de colaborar con un sistema de IA que, lejos de sustituir al intérprete humano, busca convertirse en un estímulo creativo. Tal como explicó el propio artista en una entrevista concedida a la AFP tras el concierto, «la idea era osada y no fue evidente para mí, por lo que fue un verdadero desafío».

En sus palabras, el mayor reto radicaba en discernir cómo posicionarse frente a la inteligencia artificial dentro del ámbito musical.

El proyecto se construyó a partir del legado de Keith Jarrett, a quien Ferlet reconoce como su «músico preferido». Para esta experiencia artística, Ferlet recurrió al Pianoide, un innovador instrumento con el que lleva una década compartiendo escenario.

Este piano, manejado mediante inteligencia artificial, ha sido desarrollado por el IRCAM (Instituto de Investigación y Coordinación Acústica/Música) en colaboración con Sony. Lo describe como «totalmente insensible a los elogios», pero, a la vez, «muy sensible a la música».

Durante la actuación celebrada en el auditorio de Bourges, Ferlet ofreció al público una hora de música acompañada de explicaciones intercaladas que contextualizaban el proceso creativo y técnico detrás del espectáculo.

Más que un homenaje a Jarrett, la propuesta se erige como una muestra de la sinergia entre el talento humano y la tecnología, simbolizada en ese segundo piano autónomo que sirve como base para la improvisación en directo.

El pianista enfatiza que la tecnología, por sofisticada que sea, no reemplaza el impulso humano en la creación artística: «Antes que todo está el humano y la idea debe venir siempre del humano».

De hecho, recuerda que, como estudiante, aspiraba a tocar como figuras como Keith Jarrett o Chick Corea, y que hizo lo mismo que la IA hace ahora, alimentarse de sus composiciones: «Cuando era estudiante quise saber interpretar como Keith Jarrett, Chick Corea e hice lo que hace la tecnología artificial» nutriéndome «de su música».

Con todo, Ferlet reconoce que esa etapa fue superada por su necesidad de aportar algo nuevo: «Pero eso me superaba, yo quería inventar algo», explica, porque para él ser artista consiste en tener «la impresión de inventar cosas».

El músico no esquiva el debate ético que suscita la incorporación de la inteligencia artificial en el terreno de la creación artística. Reconoce que, al iniciar este proyecto, surgieron múltiples interrogantes sobre los derechos de autor y la propiedad intelectual: «Cuando comencé, me di cuenta que desde el punto de vista ético era complicado y me hice todas esas preguntas» sobre el tema.

Por ello, expresa su preocupación y firme compromiso: «Estoy de verdad atento a la defensa de los derechos, de la propiedad intelectual, y pienso que hay que hacer algo al respecto».

En suma, Edouard Ferlet defiende el potencial de la inteligencia artificial como herramienta de estímulo artístico, al tiempo que subraya la necesidad de establecer límites éticos claros.

Su visión contrasta con la percepción dominante en ciertos círculos culturales, donde esta tecnología se considera una amenaza para la creatividad humana. Frente a esa mirada crítica, Ferlet propone un uso responsable, consciente y enriquecedor de las nuevas tecnologías en el arte.