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Qatarí que te viTomás Guasch

Dembélé, sí; Vinicius, no: ¡viva la chufla!

Es un Balón que bota raro, como aquellos con cuerdas de nuestros abuelos. Nunca ha estado claro si gana quien mejor jugó

Entre ultra gritos propios de un cine de barrio, pobre París, mientras Ronaldinho abría el sobre, ¡Ousmane, Ousmane!, el aclamado Dembélé ganó el Balón de Oro. Otra chufla más del premio. Servidor se bajó del carro cuando se retiraron sin ganarlo Raúl y Michael Laudrup, pero la broma continúa. Y se supera.

Ganó un futbolista que no fue siquiera el mejor de su equipo en el súper año del PSG. Ese fue Vitinha sin discusión. Acabó tercero. Y Pedri, fuera de los diez mejores. Un gran abrazo y muchas felicidades a quienes se toman esto en serio. Vitinha, sí, fue el mejor cada mes. De agosto a mayo cuando su equipo conquistó por fin la Champions. El mejor cada torneo que disputó su equipo. También con Portugal.

Es un Balón que bota raro, como aquellos con cuerdas de nuestros abuelos. Nunca ha estado claro si gana quien mejor jugó, quien más títulos conquistó, si una mezcla de ambos. Lo que les pase por el bolo a los votadores. El año pasado, el mensaje fue que ganó Rodri pues el medio centro es un ser superior, la pieza clave y maestra de un equipo que se precie. Sin él no hay fútbol o así. Sonaba a mensaje, este es el fútbol que queremos.

Ok. Entonces, ahora, Vitinha. La más elemental coherencia animaba a aplicar el mismo criterio. ¡El de hace apenas un año! Pues no: el sucesor es un futbolista que no tiene ni una sola de las virtudes que coronaron a Rodri. Constancia, personalidad, mando, liderazgo, cabeza, seriedad, solidaridad, manejo, trabajo y tal. Y su calidad, que diría Suker: naturalmente.

Dembélé es todo lo contrario. Un magnifico futbolista Guadiana que lo borda un mes y desaparece el siguiente desde el día que empezó.

Ha tenido, en fin, el reconocimiento que le negaron a Vinicius que fue sin duda el futbolista del año pasado. Con la gorra. El considerado mejor del mundo hasta que llegó el premio.

Había jugado a altísimo nivel todo el año, marcado otra vez en una final de la Copa de Europa -el Madrid juega eso, no la Champions- campeón invicto del torneo, campeón de la Liga española con una sola derrota. El futbolista del mundo más influyente, decisivo y campeón. Resultado: Dembélé, sí; Vinicius, no. Espectacular. Y sí, el premio de la FIFA, el The Best, sí se lo reconoció al brasileño. No todo lo de la FIFA es malo.

Dembélé, Balón de Oro y Lamine, Plata y otro Kopa, nunca había sucedido. Meteórico Yamal que a todo lo ganado añade este subcampeonato en gran noche para el Barça con el tercero de Aitana Bonmatí como guinda. Una pena lo de Mariona Caldentey, Balón en potencia, era su año. De lo mejor y más bonito, el premio a la Fundación Xana, de la familia Luis Enrique, elegido además entrenador del año. Sí señor: Xana, tantas Xana, somos todos.

Y un recuerdo para Raphinha que estuvo en la sala y temí que le diera un parraque. Según mi leal saber y entender fue mejor que los dos elegidos el año que nos ocupa, el mejor del Barça del triplete. Raphinha rima con Vitinha, quizá es eso. Ganó Dembélé, que lo disfrute y mucho

Ánimo al organizador: el año que viene puede superar la broma. Lo hará, seguro.