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Las injusticias que deja el nuevo formato de la Champions en su primera fase
La liguilla ya ha terminado y con ella se abre el debate sobre si este sistema es o no mejor que el anterior
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La UEFA cambió el formato de la Champions League, su competición estrella con permiso de la Eurocopa, para intentar espantar la idea de Superliga. El 18 de abril de 2021, 12 grandes del fútbol europeo anunciaron la creación de una nueva competición. La presión de los hinchas ingleses frenó la idea de manera momentánea, pero la UEFA movió rápidamente ficha para tratar de que igual de rápido que había surgido la idea se esfumara.
Aleksander Ceferin, presidente del máximo organismo del fútbol europeo, anunció sanciones para los equipos que estuviesen dentro del proyecto de la Superliga y además se unió con todas las grandes ligas para ir contra este nuevo torneo. Le funcionaron todas estas presiones y nueve de los 12 equipos (Atlético de Madrid, AC Milan, Inter, Liverpool, Manchester United, Manchester City, Arsenal, Tottenham y Chelsea) anuncian su salida. Solo se quedaron Real Madrid, FC Barcelona y Juventus.
Salvó este primer golpe la UEFA, que además contó desde el minuto 1 con el apoyo de los equipos alemanes, como el Bayern de Múnich, y los franceses, como el PSG. De hecho, que estos colosos no se unieran a la Superliga fue lo que le dio algo de oxígeno a la entidad presidida por Ceferin. Sin grandes como el Bayern no se iba a organizar una competición así.
No obstante, la UEFA en seguida entendió que debía reaccionar y que una posibilidad era revolucionar la Champions League. Nuevo formato, más equipos, más grandes partidos y más dinero. Así pues, se amplió de 32 a 36 equipos, se eliminó la fase de grupos de cuatro equipos y se hizo una primera fase de ocho partidos donde todos los conjuntos estuviesen en la misma clasificación. Lo que se conoce como formato suizo. Ocho rivales distintos, sin ida y vuelta y puntuando en una clasificación general.
Luces y sombras
Esta primera fase ha gustado mucho a algunos y nada a otros. Raro es el aficionado que se muestra indiferente. Es cierto que se han visto más grandes partidos que en la anterior fase de grupos, pero también se han jugado encuentros de muy poco nivel por el hecho de haber añadido más equipos. Además, los calendarios de unos y otros no han tenido nada que ver. Por ejemplo el PSG ha tenido un camino durísimo mientras que el Barcelona evitó a todos los grandes salvo al Bayern de Múnich.
Es evidente que esto forma parte de la suerte y antes también pasaba, pero es que en este caso el sorteo se hizo de manera automática. Tras pulsar un botón –lo hizo Cristiano Ronaldo– un ordenador asignaba a cada equipo los ocho rivales. El sistema de bolas también se ha perdido y ahora, en los sorteos posteriores (el de playoffs y octavos) sigue habiendo dudas.
Así queda la parte alta del cuadro de la Champions
Así queda la parte baja del cuadro de la Champions League
El hecho de que en octavos no haya un sorteo como el de temporadas anteriores, con los ocho primeros enfrentándose a los ocho segundos, no termina de convencer. Todo el camino quedará definido por la primera fase, lo que hace que se pierda la emoción del sorteo y además dibuja un lado del cuadro mucho más desigual que el otro.
También se debe resaltar que hay demasiado premio para los que han quedado en el Top 8. Se libran de una eliminatoria y tienen la ventaja de campo en los octavos. Resulta excesivo para una liga donde no todos se enfrentan a todos y dependes en gran medida de la suerte. Sea como sea, es el formato que ha ideado la UEFA y parece que ha venido para quedarse, pero 288 partidos para que 24 equipos de 36 sigan en liza no parece la solución ideal a los problemas del fútbol.