Montaje: el Mundial del Corea y Japón (2002) fue muy deficitario

El Mundial del Corea y Japón (2002) ha sido el más deficitario hasta la fechaPaula Andrade

Las cuentas de Qatar 2022: ¿es rentable organizar un Mundial de fútbol?

Todos los Mundiales disputados desde 1966, con la excepción de Rusia 2018, han dejado pérdidas, de las que suelen hacerse cargo los países anfitriones

Qatar, un país sin tradición futbolística y de tan solo dos millones de habitantes, se convirtió el pasado domingo en la meca del fútbol mundial. La celebración del mayor evento de selecciones en el estado absolutista del golfo Pérsico ha estado rodeada de polémica desde su designación, que, a juicio de Amnistía Internacional, supone un claro ejemplo de blanqueamiento deportivo ante el pisoteo sistemático de los derechos humanos que se produce en este territorio.
La campaña de relaciones públicas que Qatar ha puesto en marcha con el campeonato ha salido bastante cara al régimen de los Al Thani. Su exministro de finanzas, Ali Sharef Emadi, aseguró en 2017 que la potencia petrolera realizaría un desembolso récord de 200.000 millones de dólares para prepararse para albergar la Copa del Mundo.
El ejemplo qatarí es solo el caso más extremo de las inversiones faraónicas que asumen los países organizadores de estos eventos. De hecho, un grupo de investigadores de la Universidad de Lausana (Suiza) ha hecho cuentas y ha descubierto que la mayoría de los megaeventos deportivos «no son rentables». De los catorce Mundiales disputados desde 1966, todos excepto uno –Rusia 2018– generaron más gastos que ingresos a sus organizadores.
El trabajo académico concluye que estos eventos «no son financieramente viables por sí mismos», ya que están asociados a «déficits estructurales». Por ejemplo, Qatar ha tenido que invertir cerca de 6.000 millones de euros para acometer la construcción de siete nuevos estadios y remodelar otro ya existente. A esto hay que unir otras obras proyectadas con anterioridad como el desarrollo de la red de metro o la ampliación del aeropuerto de Doha.
Así, los investigadores consideran que, si los Mundiales se pueden seguir celebrando, es gracias a la concesión de subsidios públicos para la construcción de estadios y a un reparto de ingresos y costes que reporta importantes beneficios a la FIFA.

Los retos de la candidatura de España

España y Portugal presentaron el año pasado su candidatura para albergar el Mundial de 2030, un ticket al que se sumó en octubre la Ucrania de Zelenski. No obstante, para conocer si la propuesta ibérica resulta elegida habrá que esperar hasta 2024, cuando tendrá lugar el 74º Congreso de la FIFA.
Los autores del estudio recomiendan a los potenciales anfitriones de megaeventos como un Mundial o unos Juegos Olímpicos que «reutilicen las infraestructuras existentes en la mayor medida posible», y que presionen a la FIFA o al Comité Olímpico Internacional (COI) para conseguir «una distribución más equitativa de los ingresos y los riesgos» para, en definitiva, no salir perdiendo con la organización.
La candidatura ibérica tiene varios espejos en los que mirarse. Las Olimpiadas de 1984 en Los Ángeles, los Juegos de Invierno de 2010 en Vancouver o la Copa del Mundo de 2018 tuvieron gastos inferiores a la media, demostrando que es posible celebrar un evento de esta naturaleza y acabar con superávit en las cuentas.
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