Olivier Giroud, dando gracias a Dios tras su gol ante Australia

Olivier Giroud, dando gracias a Dios tras su gol ante AustraliaAFP

Giroud, el delantero que lee siempre la Biblia antes de los partidos

El delantero del Milan, con Francia ya clasificada, tratará de superar a Henry como máximo goleador histórico de la selección gala

Olivier Giroud es un futbolista diferente. Es el típico delantero minusvalorado al que siempre se le exige más, sin importar todo lo que da. Es el máximo goleador de la historia de la selección francesa, empatado con un tal Thierry Henry al que no se le criticaba precisamente. De hecho, Giroud necesitó muchos menos minutos sobre el campo para igualarle.
Nunca ha sido un delantero top, pero sí uno constante. Estilo Higuaín, que falla mucho pero que de tanto intento acaba marcando. En las seis temporadas que militó en el Arsenal no bajó nunca de los 15 goles, salvo en la última, que jugó mucho menos. Sus números en el Chelsea ya dejaron algo más que desear: cuatro años y en ninguna pasó de 13. Pero él seguía, como un martillo pilón, y se marchó de la Premier League en 2021, tras diez años jugando en Inglaterra, con 144 goles en 372 partidos.
Sus números en Italia se parecen bastante a los del Chelsea: 14 goles en la primera temporada y nueve en lo que va de esta. Y aunque sus cifras con Francia son mucho mejores, la mitad de sus goles son en partidos amistosos. En lo que importa de verdad, solo un gol en Brasil 2014 y dos en el debut de los bleus en Qatar. Y en Eurocopa, tres cuartos de lo mismo: tres goles en 2016 y ninguno en 2012 y 2020.
Son los datos de un delantero que pide que no le juzguen por sus éxitos. Citando a Nelson Mandela, en una entrevista tras un tropiezo con el Milan, pidió que se le midiera por las veces que se ha caído y se ha levantado. Es diferente para todo.
Lo es de cara a gol y lo es también fuera del campo. Camino al estadio, en el autobús del equipo, siempre lee la Biblia. Es su manera de concentrarse y de pedirle ayuda a Dios para cuando salte al campo. También a la hora de decidir su futuro, porque en la misma entrevista aseguró que había sido su fe la que le indicó el camino de fichar por el Milan cuando estaba negociando con el Inter.
Cada mañana, al levantarse, lee la frase que lleva escrita en latín en su antebrazo: «El Señor es mi pastor, nada me falta». No oculta su religión –es cristiano evangélico– y habla abiertamente en las entrevistas de ello, porque, para él, es algo que le ayuda a «ser positivo, a poner las cosas en perspectiva y a saber perdonar».
Por algo le dedicó el Mundial a Cristo. «Me ha ayudado como hombre y como jugador profesional, dándome confianza, perseverancia y fe para no darme nunca por vencido», aseguró a Le Parisien cuando le preguntaban en quién pensaba tras conseguir la Copa del Mundo en Rusia. Un delantero diferente que no se avergüenza de su fe.
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