Shaqiri, en primer plano, tiene origen albano-kosovar y se enfrenta a Serbia en un partido muy tenso a nivel político y social

Shaqiri, en primer plano, tiene origen albano-kosovar y se enfrenta a Serbia en un partido muy tenso a nivel político y socialAFP

El recuerdo de la guerra de los Balcanes y por qué el Serbia-Suiza es el partido más peligroso del Mundial

La guerra de los Balcanes resurge en este duelo de fútbol con muchos componentes hirientes para jugadores suizos y con reivindicaciones políticas en los serbios, oxígeno en Europa de la Rusia de Putin

Una bandera ha acompañado a Serbia en toda su concentración en el Mundial de Qatar. Es la del país, pero con un añadido clave: está incluido Kosovo, el territorio que en 2008 se independizó, cuya autonomía sí admite la ONU pero no reconocen muchos países en el mundo. Uno de ellos es España, otro Rusia y otro, evidentemente, Serbia.
Esta es la historia del encuentro más peligroso y tenso de todo el Mundial de Qatar. En tiempos con varios conflictos geopolíticos el Irán-Estados Unidos –que se jugó el pasado martes– no será el duelo más crítico en este torneo. Por delante tiene al Serbia-Suiza que se juega este viernes (20:00h) y en el que además hay todo un pase a octavos en juego.

Xhaka y Shaquiri

A la mencionada bandera le acompañaba, bien en grande, la expresión «No surrender» (no rendirse). El sentido era claro: Kosovo, para ellos, sigue siendo parte de Serbia. Por esta bandera la FIFA le ha abierto un expediente, pero eso es lo de menos en su reivindicación.
Y es esa demanda, la de Kosovo, la que enciende este encuentro. En la neutral Suiza juegan Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, dos futbolistas de origen albano-kosovar. Para ellos es toda una ofensa y una provocación que Serbia utilice a Kosovo como exaltación patriótica, pero también está la parte albanesa, protagonista en la cruenta guerra de los Balcanes en la década de los 90.
No solo Xhaka y Shaqiri son protagonistas de esta historia. Behrami, otro jugador internacional, nació en Kosovo y lleva tatuada una bandera de este país en el pecho. Dzemaili nació en Albania, cerca de la frontera con Macedonia del Norte. En Suiza miles de personas tienen raíces en Kosovo y Albania, emigrantes que huyeron a este país para salir los horrores de la guerra.
Serbia sigue en plena disputa por Kosovo y mantiene una tensísima rivalidad con Albania que también se traslada al fútbol: son numerosas las ocasiones de agresiones físicas entre unos y otros, de provocaciones de futbolistas y de reivindicaciones políticas. Recordado es la aparición de un dron con la bandera de la Gran Albania –que incluye a varios territorios con mayoría de población albanesa– que recorrió un partido de fútbol en Belgrado y que provocó toda una tensión diplomática entre los territorios de la extinta Yugoslavia, además de jugadores incluso peleándose.
Serbia y Suiza ya se enfrentaron en el Mundial de 2018 y allí Xhaka y Shaqiri, dos de los mejores suizos, celebraron sus goles imitando el símbolo del águila bicéfala de la Gran Albania, todo un insulto para los serbios. Tanto que estos dos jugadores son enemigos públicos en Serbia e incluso criticados por algunos sectores en Suiza porque consideran que se centran más en defender sus raíces balcánicas que la defensa del país al que representan futbolísticamente. La Federación de este país ya ha confirmado que ni Xhaka y Shaqiri hablarán después del partido. No quieren que calienten más el ambiente ni que haya una sanción deportiva: por lo que hicieron en 2018 les pusieron una multa de 10.000 euros a cada uno, con la amenaza de que si seguían haciendo estos gestos tendrían castigos más duros.
Xhaka, jugador del Arsenal, ha contado en varias ocasiones la historia de su padre, «un orgulloso kosovar» que tuvo que huir de la antigua Yugoslavia. Estuvo tres años en la cárcel por manifestarse contra el régimen comunista. Jugó ante Serbia con una bandera de Kosovo en las botas. Shaqiri nació en lo que hoy es Kosovo, lo que para Serbia sigue siendo Serbia. Los dos no perdonan a Serbia el daño que les hicieron en la guerra de los 90 y tampoco aceptan que incluyan a Kosovo como un territorio suyo.
«¡Siguiente pregunta, siguiente pregunta! ¡Cambie el disco!», contestó en rueda de prensa Dragan Stojkovic, seleccionador serbio, cuando la prensa internacional le preguntó por la famosa bandera que incluye a Kosovo en Serbia y que acompaña a su selección en todo este Mundial.

Serbia, oxígeno de Putin

Es habitual que en los partidos que juega la selección de Serbia en Belgrado se escuchen cánticos contra Albania y Kosovo, todo un golpe para muchos jugadores suizos que este jueves se enfrentan a esa Serbia. Y en medio de esa tensión también destacan otros cánticos: los prorrusos.
Y es que esta Serbia es una de los pocos socios que le quedan a Rusia en territorio europeo. El último organizador del Mundial no está en Qatar –sancionado por FIFA y UEFA– pero tiene en Serbia una especie de filial. Rusia y Serbia mantienen relaciones estrechas construidas a través de siglos de historia y que no se han dañado ni con la invasión de Ucrania.
El Estrella Roja, principal equipo serbio, es uno de los pocos clubes extranjeros que accedieron a jugar en Rusia un amistoso. Fue el pasado 22 de noviembre ante el Zenit en San Petersburgo. Sus ultras, de los más peligrosos de Europa y que son a su vez los aficionados más radicales de la selección serbia (algunos con presencia en las masacres de los Balcanes), han lanzado proclamas a favor de Putin, que devolvió los elogios con la mejora del patrocinio de Gazprom, la mayor compañía de gas de Rusia.
Así, la Serbia con simpatía a Moscú y con mensajes políticos que hieren a futbolistas suizos busca ante esa Suiza la segunda plaza del grupo G (el de Brasil), puesto que le quitaría a la propia Suiza, que ya les ganó en 2018 con sus jugadores celebrando el símbolo que más duele a los serbios.
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