Fundado en 1910

24 de abril de 2024

javier escribano

¡Váyase, señora Calviño!

Vicepresidenta, los españoles no aguantamos más
sus desatinos ni sus excusas

Actualizada 10:36

Entre la legión de asesores de este gobierno, más de 760, alguno debería aconsejarle a Nadia Calviño que deje de perder el poco prestigio que le queda. No es que la vicepresidenta primera y ministra responsable de la política económica no acierte ni una, como podremos comprobar nuevamente antes del 30 de abril cuando tenga que revisar a la baja -por segundo año consecutivo- su previsión de crecimiento un 40 % desde el 7,0 % previsto en diciembre hasta poco más del 4,0 % como han señalado el Banco de España (4,5 %), la AIReF (4,3 %) o Funcas (4,2 %), situándonos a la cola de la recuperación económica.
Tampoco es que no diga ni una sola verdad y que, a diferencia de lo que le pasaba antes, ya ni siquiera se ruborice. Antes lo pasaba mal cuando nos decía medias verdades y ahora es capaz de mentirnos sin pestañear. Nos dice, en la misma intervención, una cosa y su contraria: que la inflación es temporal pero que lleva más de un año subiendo porque Putin estaba preparando la guerra desde el verano pasado, que España se va a ver menos afectada porque no tiene dependencia del gas ruso pero que todos los males de nuestra economía son por la invasión de Ucrania, que está garantizado que las pensiones se van a revalorizar por el IPC pero que no se pueden ligar las rentas al IPC para evitar los efectos de segunda ronda.
Es mucho peor que eso, la ministra Calviño ha perdido el sentido del ridículo y ya no le da vergüenza hacer intervenciones al nivel burdo de Rufián o con argumentos simplistas más propios de Ione Belarra para intentar defender lo indefendible. Y esto es lo que ha hecho como respuesta a la propuesta de Alberto Núñez Feijóo pidiendo dos cosas: primero, ajustar el IRPF para dar oxígeno a las familias y que no tengan que pagar dos veces la inflación, una en la cesta de la compra y otra al pagar los impuestos; segundo, exigir un ajuste de gasto al gobierno más numeroso y caro de la democracia.
A la primera parte ha respondido que el Partido Popular siempre propone la bajada de impuestos «como si fuera el bálsamo de fierabrás» intentando ridiculizar una propuesta que es tan necesaria como justa para las familias y clases medias. Hizo una puesta en escena con una gracieta expresada con voz cansina «el PP siempre propone lo mismo: que hay una pandemia, bajen impuestos; que hay recuperación, bajen impuestos, que hay una guerra, bajen impuestos…».
Este argumento es tan simple que se le da la vuelta simplemente viendo lo que ha hecho el gobierno social-comunista en estos 4 años de gobierno:
• en junio de 2018, con la economía creciendo un 2%, el PSOE aumentó el gasto y subió los impuestos;
• en 2020, cuando se nos vino encima una pandemia mundial y la economía española cayó un -10,8%, el PSOE aumentó el gasto y subió los impuestos;
• en 2021, cuando que la economía rebotó un 5%, el PSOE aumentó el gasto y subió los impuestos;
• en 2022, cuando Putin invade Ucrania y se reducen las previsiones de crecimiento, el PSOE aumenta el gasto y sube los impuestos…
¿Ve ministra lo fácil que es darle la vuelta a un argumento más propio de Rufián que de una economista del Estado? Porque los que van a piñón fijo y con el pie cambiado son usted y su gobierno: somos el único país europeo que ha subido impuestos en plena pandemia todos los años. La lista es interminable; nos han subido el IRPF, la tributación al Ahorro, el IVA de las bebidas azucaradas, el Impuesto de Patrimonio, el Impuesto sobre las Primas de Seguros, el Impuesto de Matriculación de Vehículos, el Impuesto de Sociedades, las Cotizaciones a la Seguridad Social -que es un impuesto al empleo- y todas las tasas fijas. Además, se han creado 4 nuevos impuestos: el impuesto sobre Residuos, a los Plásticos de un solo uso, a las Transacciones Financieras («tasa Tobin») y a Determinados Servicios Digitales («tasa Google»).
Y a esta larga lista hay que añadir lo que Milton Friedman denominaba «el impuesto sin legislación» una inflación del 9,8% que resta competitividad a nuestras empresas y empobrece a las familias mientras llena las arcas públicas. Después de alcanzar una recaudación tributaria récord en 2021, 223.000 millones de euros, en los dos primeros meses del año la recaudación ha subido otros 7.500 millones de euros, un 21,4% más que el año pasado.
¿De verdad que le parece descabellado destinar parte de esta recaudación extraordinaria a facilitar que las familias, que están pagando el mayor recibo de la luz de toda la historia y la cesta de la compra más cara de los últimos 40 años, puedan llegar a fin de mes como le ha pedido Feijóo a Sánchez?
Y no, ministra, la razón para negar que se ajuste el IRPF a la inflación -que es una medida que se notaría de forma inmediata en el bolsillo de todos los españoles- no puede ser que se pondrían en riesgo la sanidad o la educación. De hecho, es bastante ridículo su argumento de que «el PP pide bajar impuestos porque quiere recortar la educación, la sanidad y el estado del bienestar»; porque usted -que es economista del Estado- sabe perfectamente que estas competencias están transferidas a las Comunidades Autónomas y se financian con cargo a los presupuestos autonómicos, no con cargo a los Presupuestos Generales del Estado (PGE). De hecho, ordenando de mayor a menos peso dentro de los PGEs, estas políticas ocupan el puesto decimocuarto, decimoquinto y decimosexto, ya que la Administración Central del Estado sólo dedica el 1,4% de sus recursos a las políticas de sanidad, el 1,3 % a los servicios sociales, y el 1,1 % a las políticas de educación. Entonces, ¿por qué nos miente tan burdamente, ministra?
Cuando se le pide que recorte el gasto improductivo nadie le pide que recorte las pensiones (37,3 % de los Presupuestos Generales del Estado), ni las prestaciones por desempleo (4,9 %) ni el sueldo de los funcionarios (4,1 %). Lo que se le pide al gobierno es que predique con el ejemplo y realice el mismo esfuerzo que nos exige a todos los españoles. Y eso incluye reducir la estructura del gobierno (para ahorrar casi 100 millones de euros), no destinar 620 millones de euros para renovar la flota de coches oficiales cuando las familias no tienen ni para llenar el depósito de combustible o revisar todas las subvenciones y transferencias que han aumentado en casi 30.000 millones de euros desde 2018, tal y como pide la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) en sus diferentes «spending reviews». Como ve, nada diferente a lo que hemos tenido que hacer las familias para intentar llegar a fin de mes.
Lo mismo, la señora Montero, podía hacer el mismo ejercicio de transparencia que hace la Comunidad de Madrid con la calculadora fiscal, para que todos los españoles sepan a qué se destina cada euro de sus impuestos, explicando especialmente en qué se gastan los 37.000 millones extra que, respecto a 2018, gasta el Estado (y no, no son pensiones, ni educación ni sanidad).
Vicepresidenta, los españoles no aguantamos más sus desatinos, sus manipulaciones, sus mentiras, sus excusas ni su incompetencia; hay una alternativa económica y fiscal que funciona, como se ha visto en Madrid o en Andalucía. Por eso, y sin ningún tipo de acritud, le digo: ¡váyase, señora Calviño!
  • Javier Escribano es economista
Comentarios
tracking