La Unión Europea llegó la semana pasada a un acuerdo para exigir a partir de enero la vuelta de los límites de deuda y déficit a los veintisiete países miembros. Estos límites se suspendieron debido al mayor gasto que iba a implicar la pandemia, y ahora la vuelta se realizará de manera progresiva: en cuatro años ampliables a siete en algunos casos, porque países como España, Italia o Francia están muy lejos de esos topes del 60 % de deuda y 3 % de déficit sobre el PIB que va a volver a pedir Europa. En nuestro caso, el último dato disponible de deuda nos sitúa en el 109,9 % sobre el PIB, casi cincuenta puntos por encima.
Los alemanes han presionado para que se vuelva a las reglas cuanto antes y de manera contundente. Los franceses han solicitado más flexibilidad. Al final el acuerdo ha quedado en este retorno light, en el que se multará a los países que no cumplan.
A pesar de ello, economistas como Daniel Lacalle creen que Sánchez y su Gobierno harán caso omiso de lo que pide Europa. De hecho, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya anunció un aumento del 9,5 % del techo de gasto de los próximos Presupuestos sin contar con los fondos europeos. Todos los compromisos adquiridos entre el Gobierno y los independentistas son de gasto. «Se saltarán las reglas fiscales y venderán a la UE que van a cumplir. Mostrarán unos ingresos de ciencia ficción que no van a lograr en ningún caso. Si el PIB crece el año que viene un 1,3 % (el Gobierno dice que lo hará un 2 %), será ya un gran éxito», indica el economista.
Lacalle recuerda que el año que viene ya no tendremos una inflación tan alta, algo que «ha ayudado (al Estado) a recaudar de manera casi obscena», y que la recaudación por impuestos está cayendo. Los ingresos serán menores, y los gastos se elevan por los compromisos adquiridos con la coalición Frankenstein, ideas como la inversión de más de 2.000 millones de la SEPI en Telefónica o la subida de las pensiones de acuerdo con el IPC.
Cuadrar las cuentas (la consolidación fiscal, que dicen los técnicos) va a ser, por ello, más complicado. Y en este contexto es Europa lo que más preocupa a Lacalle: «Ni está, ni se le ve, ni piensa en el tema. Sánchez lo sabe, y por eso no va a cumplir con las reglas fiscales».
El economista lamenta que, «en algo tan grave como la Ley de Amnistía, se han limitado a decir que vamos a mandar una carta muy seria», y el Banco Central Europeo nos indica que «mucho cuidado, que a lo mejor algún día dejan de comprar bonos españoles si nos portamos mal, y resulta que somos uno de los países más beneficiados, porque siguen comprando».
El exiguo crecimiento del 0,3 % del PIB español en el último trimestre dado a conocer recientemente ha mostrado una evolución poco tranquilizadora, según Lacalle: «La revisión final ha mostrado un aumento del gasto público y un descenso de la inversión y las exportaciones frente a lo que se había anunciado en el dato de avance. El crecimiento del 0,3 % es el mismo en el dato de avance y en la revisión final, pero muestra un desarrollo de la economía de una calidad mucho peor. Esa tendencia ya está en marcha. Tenemos en contracción los sectores manufactureros y de servicios y vamos a encontrarnos con un año complicado en el que el Gobierno no va a contar con unos vientos de cola (inflación, aumento de la recaudación fiscal) que le han servido para disfrazar una gestión pésima».
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