Del informe del Banco de España al fin del imperio Telefónica
Mientras el Banco de España se convierte en el CIS dos, en Telefónica siguen a lo suyo
El gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá
Los que conocieron a José Luis Escrivá en el BBVA ya sabían cómo trataba a sus subalternos. Por eso celebraron el día que se fue. Tiempo después, ya en el Gobierno, a nadie sorprendió su mala relación con Carlos Cuerpo. La cosa venía de lejos pero el ministro de Economía, que tampoco era ya su subalterno, celebró que Sánchez le nombrara Gobernador. Donde no lo conocían era en el Banco de España. Han tardado poco en descubrirlo. Conclusión: tocata y fuga y cuanto antes mejor. Es lo que ha pasado esta semana con el famoso informe anual del organismo regulador. Vamos al tema.
José Luis Escrivá encargó a dos personas de su confianza, Mayte Ledo y Eva Valle, la supervisión de su informe anual con el único fin de evitar que se incluyeran en él críticas a las reformas del Gobierno. La realidad es que, hasta la llegada de Escrivá, el Servicio de Estudios del Banco de España elaboraba su informe con total independencia y eso provocaba que se incluyeran siempre críticas. Ha ocurrido con este Gobierno y también con los anteriores. Pero la llegada del exministro ha cambiado las cosas.
Para empezar, el que normalmente dirigía el informe era el Director General de Economía y Estadística del Banco, en concreto Ángel Gavilán, que no solo se dedicaba a recabar y coordinar los datos que le permitían elaborarlo, sino a dirigir el equipo que le ayudaba en esa tarea. La decisión de Escrivá, inédita en el organismo, sentó tan mal que ha provocado la dimisión de Gavilán que, como responsable del informe, no quiso aceptar la cocina de las dos lugartenientes de Escrivá en esta hermosa tarea. Hermosa y torticera.
Como Escrivá no se atrevió a cargarse a Gavilán cuando llegó en septiembre, —no le gustaban los análisis y previsiones macroeconómicas que elaboraba— decidió quitarle competencias por el procedimiento de encargar a personas de confianza algunas de sus tareas. Es verdad que cambió el nombre de Dirección General de Economía y Estadística por el de Dirección General de Economía, pero las estadísticas en el Banco de España no son como las encuestas del CIS de José Félix Tezanos. O por lo menos hasta ahora no lo eran.
Escrivá no quería críticas al Gobierno ni a sus reformas. Cuando fue nombrado ya avisó que los informes que se elaborarían bajo su presidencia serían «más analíticos, con menos consideraciones y mayor capacidad observadora»
Pero con Escrivá todo forma parte de una estrategia. El mismo mes de su llegada incorporó al Banco de España a Mayte Ledo a la que nombró directora general de una nueva área: Estrategia, Personas y Datos. Ledo había sido la longa manus de Escrivá en el Servicio de Estudios de BBVA, y quizá por eso luego fue nombrada jefa de gabinete en el Ministerio de la Seguridad Social y de Transformación Digital. Pues bien, la nueva directora general del Banco rebañó todas las funciones que pudo de Gavilán.
La segunda del informe, Eva Valle Maestro, ex Directora de la Oficina Económica de Mariano Rajoy y mujer del ex secretario de Estado Alberto Nadal, también llegó al Banco de España en diciembre. Fue Alberto Nadal, hermano gemelo de Álvaro —exministro de Energía, Turismo y Agenda Digital de Rajoy— el que convenció al exministro Cristóbal Montoro para que nombrara a Escrivá primer presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). En el Banco de España todos interpretaron el nombramiento de Valle como directora general de Relaciones Institucionales, Europeas y Transparencia del Banco de España como la devolución de aquel favor. Pero no vamos a recordar ahora el desastre que fue el equipo económico de Rajoy, Nadal y Montoro incluidos. Volvamos al informe.
El caso es que Escrivá no quería críticas al Gobierno ni a sus reformas. Cuando fue nombrado ya avisó que los informes que se elaborarían bajo su presidencia serían «más analíticos, con menos consideraciones y mayor capacidad observadora, para delimitar de forma más intensa la evolución y las causas del comportamiento de la actividad económica». Nada que ver con los informes de sus predecesores —Pablo Hernández de Cos incluido— que incorporaban, siempre amparados en cuestiones técnicas, análisis sobre política económica. Escrivá ya avisó de que convertiría el Banco de España en un organismo de asesoramiento económico del Ejecutivo. Pero nadie se esperaba tanto.
Marc Murtra ha metido el acelerador y sigue recogiendo pasta en Iberoamérica para disimular la precaria cuenta de resultados
Y esto fue lo que aplicó en una tensa reunión «en la que no faltaron las palabras gruesas y los gritos». Gavilán reprochó al Gobernador la censura que había aplicado al informe eliminando el análisis sobre el sistema de pensiones, y peinando otros asuntos, como el déficit, la deuda o la fiscalidad. También fue suprimido —salvo en las conclusiones— el capítulo sobre el sector financiero o la vivienda. ¡Pues vaya con el regulador!
La referencias a la reforma de las pensiones —impulsada y aprobada por el propio Escrivá en su etapa al frente de Seguridad Social— fue lo que más dolió al exministro que decidió cargárselas, así como las consecuencias negativas sobre el sistema que incluía el informe y, sobre todo, las referencias a su insostenibilidad financiera. 24 horas después de presentarse el informe dimitía Ángel Gavilán.
Y mientras el Banco de España se convierte en el CIS dos, en Telefónica siguen a lo suyo. Marc Murtra ha metido el acelerador y sigue recogiendo pasta en Iberoamérica para disimular la precaria cuenta de resultados. Esta semana le tocó el turno a la filial uruguaya, vendida a Millicom por 389 millones de euros. Desde que empezó el año ya ha vendido las subsidiarias argentina y peruana: en total 2.090 millones de caja. Las próximas semanas serán decisivas para la venta de las filiales chilena y mexicana, con unos ingresos previsto de 1.200 y 500 millones respectivamente. No son operaciones fáciles y los bancos que intermedian —Citi y J.P Morgan, Santander y Rothschild— se está fajando en permisos y, por supuesto, en comisiones millonarias. La venta de Telefónica Uruguay, aunque supeditada a la consecución de los permisos regulatorios, no parece que despierte especiales dificultades. Nada que ver con los problemas, aun sin resolver, de la venta de Telefónica Colombia.
Hay que recordar que, con anterioridad a las ventas de Uruguay, Perú y Argentina, Telefónica ya había abandonado Panamá (573 millones de euros), Costa Rica (455 millones), Nicaragua (390 millones), Guatemala (293 millones) y El Salvador (277 millones). Todo un imperio que se desmorona. Y nadie que lo explica. Yo encargaría urgentemente a Escrivá un informe para disimular el control de daños.