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17 de mayo de 2024

Adriana Lastra a su llegada al Congreso.

Adriana Lastra a su llegada al Congreso.Efe

Sigue el tira y afloja 

La reunión entre los socios del Gobierno acaba sin acuerdo y con Díaz y Podemos enrocados

Aunque el tono fue bueno socialistas y morados no alcanzaron un punto de encuentro sobre qué partes de la reforma laboral derogar ni quiénes han de llevar las negociaciones con los agentes sociales

«El gobierno progresista de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos se regirá por los principios de lealtad, cooperación, corresponsabilidad y estabilidad, actuando en todo momento con diálogo, consenso, negociación y buena fe para implementar eficazmente el programa conjunto de gobierno progresista».
Exactamente eso dice el primer punto del Protocolo de funcionamiento, coordinación, desarrollo y seguimiento de la coalición que el PSOE y Unidas Podemos firmaron al comienzo de la legislatura y que desde el jueves por la noche está en jaque.
Socialistas y morados se reunieron este lunes a última hora de la tarde en el Congreso para tratar de embridar la crisis interna desencadenada por la reforma laboral -sobre todo- y por la pérdida de la condición de diputado de Alberto Rodríguez tras ser condenado en firme por el Tribunal Supremo.
Sin embargo, y después de casi dos horas de intercambio de pareceres, no hubo acuerdo sobre qué partes de la reforma laboral cambiar y cuáles no (el PSOE no quiere una derogación íntegra). Y tampoco sobre quiénes han de liderar las conversaciones con los agentes sociales. Los socialistas hablaron a la salida de «tono constructivo». Los de Unidas Podemos, ni eso. Estos últimos no ocultan su decepción.
Por la parte socialista acudieron los ministros de Presidencia y de Hacienda, Félix Bolaños y María Jesús Montero, así como la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, y el portavoz del partido en el Congreso, Héctor Gómez.
Ni Nadia Calviño ni Yolanda Díaz, las dos vicepresidentas enfrentadas, estuvieron en la llamada Comisión permanente de seguimiento del acuerdo. A esa hora la ministra de Trabajo, que había pasado buena parte de la jornada en Santiago de Compostela, estaba a punto de empezar una reunión en su despacho con el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, de visita en España.
Pero Díaz mandó emisarios a mayores de la representación de Podemos, evidenciando así que ella y el partido que fundara Pablo Iglesias son cosas distintas. Mandó a su jefe de gabinete, Josep Vendrell, y al secretario de Estado de Empleo y Economía Social, Joaquín Pérez Rey.
Por la parte morada estuvieron Ione Belarra e Irene Montero, ministras y capataces del partido, y el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique.
Ambas partes llegaron al encuentro con predisposición para el entendimiento, aunque sin moverse un ápice de sus posturas. La de Díaz es que la negociación para la contrarreforma laboral la debe dirigir ella y solo ella. Desde Galicia, horas antes, se quejó de que «una parte del Gobierno que no quiere cumplir con lo que ya habíamos convenido».
La de Pedro Sánchez es que Nadia Calviño debe estar en todas las mesas. El presidente del Gobierno ratificó este lunes su apoyo a la vicepresidenta económica acudiendo junto a ella a un seminario organizado por su Ministerio. Allí sostuvo: «Todo el Gobierno está comprometido en la reforma laboral».
Nadie podía prever esta crisis intramuros del Gobierno cuando hace apenas tres semanas Sánchez y Díaz paseaban en perfecta armonía por los jardines de La Moncloa con motivo de la aprobación del proyecto de Presupuestos de 2022 y el pacto para una Ley de Vivienda que, después de un año de divergencias, será elevada al Consejo de Ministros este martes.
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