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29 de marzo de 2024

Susto en la bancada socialista tras un error de Batet que anunciaba el fracaso de la reforma laboral

Victoria pírrica

El error en el voto telemático de un diputado del PP salva la reforma laboral de Yolanda Díaz

Los diputados de UPN Sergio Sayas y Carlos García Adanero se saltan la disciplina de voto y vota en contra pese a lo pactado por su partido. El resultado: 175 síes y 174 noes

El Gobierno ha logrado convalidar su reforma laboral de manera agónica y por solo un voto, con 175 a favor y 174 en contra, en una votación decantada por un error en el voto telemático del diputado popular Alberto Casero. Ese error ha provocado que el PP acuse a Batet de retorcer el reglamento para no permitir que corrigiese el sentido de su voto.
La sesión ha estado también marcada porque los dos diputados de UPN desoyeron las instrucciones de su jefatura de Pamplona y, finalmente, votaron en contra de la reforma laboral del Gobierno.
La votación ha sido tan agónica que por momentos ha parecido que el decreto ley caía, como así lo ha anunciado la presidenta del Congreso en medio de la confusión. Las caras de Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz se han quedado blancas hasta que al panel de votaciones se ha sumado el voto telemático.
Los diputados de UPN Sergio Sayas y Carlos García Adanero han roto la disciplina de voto y a punto han estado de costarle la votación al presidente, que finalmente ha celebrado el resultado de la votación –aún pendiente de ser recurrido– como una victoria.
El ambiente ha sido, en cualquier caso, de derrotismo. Sobre todo cuando, después de cuatro horas de agrio debate, Yolanda Díaz salió a la una de la tarde al patio del Congreso únicamente flanqueada por el diputado gallego Antón Gómez-Reino y su jefa de prensa y empezó a recibir abrazos lastimeros. Como si la ministra de Trabajo fuera la viuda en algún entierro parlamentario.
Cuatro horas antes, ella misma había reconocido en la tribuna de oradores que había fracasado en su intento de sumar a las izquierdas independentistas al acuerdo. Durante semanas, la vicepresidenta segunda infló las expectativas; hizo creer que sus dotes negociadoras bastarían para convencer a ERC, Bildu y el PNV. De ahí que la victoria fuera vista como pírrica. «Esta reforma laboral es la que hubiera firmado Albert Rivera de haber sido vicepresidente», le espetó Gabriel Rufián, para mayor enfado de Díaz.
La escenificación de una jornada que debiera haber sido histórica para el Gobierno importó, y mucho. Faltaron al debate las ministras Irene Montero y Ione Belarra, esta última además líder de Podemos. El martes la propia Belarra reafirmaba en la mesa del Consejo de Ministros su fe en que Yolanda Díaz conseguiría un acuerdo sin Ciudadanos. Pero 48 horas después ni se molestaron en acompañar a la socia de Pedro Sánchez, con la coartada de asistir a la inauguración de la jornada Una ley para proteger a todas las familias.
En realidad, solo el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, permaneció en su escaño durante todo el debate, apoyando moralmente a Díaz. Él también fue un actor principal de las negociaciones, en especial con Ciudadanos y los demás partidos pequeños que han acabado siendo el salvavidas de la reforma laboral.
Con ese ambiente, sonó forzada la portavoz de En Comú Podem, Aina Vidal, cuando aseguró, dirigiéndose sobre todo a Esquerra: «No nos van a robar la alegría. Hoy estamos contentas de poder volver a casa y decir que volvemos con nuevos derechos». Su intervención fue más dura que la de la ministra de Trabajo: «Que Esquerra vote con el PP y Vox ante una mejora objetiva creo que lo van a entender los suyos», añadió.
Rufián, por su parte, dio la vuelta al argumento: «Dime quién te vota y te diré quién eres». Durante el debate, también el portavoz de Bildu, Oskar Matute, afeó al Gobierno que acabe «yendo de la mano de las derechas».
«Saben que lo que solicitamos era posible», le dijo el portavoz del PNV, Aitor Esteban, a la ministra de Trabajo. A ellos, a los nacionalistas vascos, fue a los únicos a los que Díaz reconoció su intento de negociar en serio, contraponiendo su actitud a la de ERC y Bildu.
Se habló mucho de la negociación de estas semanas, o de la no negociación según Rufián, pero nada se dijo de en qué términos.
Con el que no tuvo que negociar el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, fue con Cs: contó su portavoz, Edmundo Bal, en una conversación informal con periodistas que Bolaños se quedó extrañado al saber que lnés Arrimadas no le iba a pedir nada a cambio de su sí. Nada salvo mantener la reforma laboral en idénticos términos a como fue pactada con los agentes sociales.
Arrimadas fue una de las protagonistas del día, pero también los dos diputados de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, que criticaron abiertamente la decisión de la dirección de su partido de votar a favor del Gobierno. Hasta que rompieron la disciplina de voto.
Minutos antes de la votación en el Congreso, el Partido Socialista de Navarra anunció que no recusaría al alcalde de Pamplona -de UPN- como tenía previsto inicialmente y que además apoyaría a la corporación municipal en varias modificaciones presupuestarias. Quid pro quo.
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