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19 de abril de 2024

Francisco García Gaztelu, alias Txapote, en uno de los múltiples juicios por terrorismo que encaró

Francisco García Gaztelu, alias Txapote, en uno de los múltiples juicios por terrorismo que encaróEFE

Crónica de un asesinato a cámara lenta  Así ejecutó Txapote, beneficiado ahora por Sánchez, a Miguel Ángel Blanco

Reconstrucción de las últimas 48 horas con vida del concejal del Partido Popular de Ermua

ETA prepara su venganza desde que José Antonio Ortega Lara, funcionario de prisiones, es liberado por la Guardia Civil el 1 de julio de 1997 tras permanecer 532 días secuestrado en un zulo escondido bajo una fábrica en Mondragón, Guipúzcoa. Nueva días más tarde, el 10 de julio, Miguel Ángel Blanco Garrido, albañil y economista, 29 años, concejal del PP en Ermua, no llega a su centro de trabajo.
Una etarra de incógnito, Irantzu Gallastegui Sodupe, lo aborda en el apeadero del tren de cercanías de Éibar y consigue –probablemente encañonándolo por la espalda con una pistola– que le acompañe hasta su coche. A partir de ese momento se pierde su pista. Comienza el secuestro.
Al poco tiempo, un portavoz de ETA llama a EGIN, periódico afín a la banda terrorista, para comunicar que asesinarán al concejal si el Gobierno de España, en un plazo de 48 horas, no acerca al País Vasco y Navarra a todos los etarras en prisión. En la posterior reconstrucción de los hechos, se supone que el concejal del PP permanece hasta el momento de su asesinato con las manos atadas en algún lugar todavía hoy desconocido. Los etarras implicados no quieren dar detalles a los cuerpos de seguridad. La hipótesis más probable es que nunca lo sacan del maletero del coche.
Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, Irantzu Gallastegui Sodupe, Amaia, y José Luis Geresta Mujika, Oker, conforman un equipo autónomo de secuestradores, aunque integrado en el Comando Donosti. Ertzaintza, Policía nacional y Guardia Civil establecen un dispositivo sin precedentes para tratar de encontrar al comando y al secuestrado. La misión roza lo imposible, pero no se escatiman recursos ni esfuerzos.
La prensa comienza a publicar los principales datos biográficos de Miguel Ángel Blanco. Hijo de un matrimonio de emigrantes gallegos, tiene una hermana, Marimar, y una novia. No es un político profesional; trabaja en la empresa privada, en una consultora empresarial. En una época muy complicada, con decenas de asesinatos de ETA cada año, Blanco asume por compromiso cívico el cargo de concejal del PP en Ermua, su pueblo natal. En las elecciones municipales de 1995, el PP cuadriplica sus resultados electorales en Ermua, por lo que obtiene acta. Sencillo, alegre y responsable, católico practicante, es un apasionado de El Señor de los Anillos, la famosa trilogía de J.R.R. Tolkien, toca la batería con sus amigos en un grupo de rock y es fan de Héroes del Silencio.
En la tarde-noche del día 10, el Gobierno de España, presidido por José María Aznar, anuncia por boca de su ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, que no cederá a la imposición de ETA. Esa misma noche todo el pueblo de Ermua sale a la vía pública para pedir la liberación de su vecino.
En la mañana del 11 de julio, la noticia del secuestro y la foto de Miguel Ángel Blanco copa las portadas de todos los periódicos de España. Al tiempo, continúa el rastreo de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. José Antonio Ardanza, presidente autonómico por el PNV, convoca a los principales partidos políticos y emiten un comunicado en el que piden la liberación inmediata.
A lo largo del mediodía y la tarde-noche comienza en todos los rincones de España una movilización de cientos de miles de ciudadanos, que salen a las calles para expresar su dolor e impotencia, así como para rogarle a ETA que no cometa el asesinato. La hermana de Miguel Ángel Blanco, Marimar, regresa de Escocia, donde está estudiando, para acompañar a sus padres y ponerse al frente de las movilizaciones en el País Vasco.
Miles de españoles pasan la noche en la calle, en una suerte de vigilia espontánea, y desde todos los ámbitos de la sociedad civil, incluso desde el colectivo de madres de presos de ETA, se pide a la banda terrorista que libere a Miguel Ángel Blanco.
El doce de julio, a las 12:00 horas, se produce en Bilbao la mayor manifestación en la historia del País Vasco. Medio millón de personas ruegan por el concejal del PP. Está el lehendakari, Ardanza, el presidente del Gobierno, Aznar, el líder de la oposición, Joaquín Almunia, secretario general del PSOE, y Jordi Pujol, presidente de la Generalitat de Cataluña. A la manifestación no acude ningún representante de Herri Batasuna, el nombre que en aquel momento asume el brazo político de ETA.
A las 16:00 horas del 12 de julio de 1997 termina en ultimátum de ETA. Todas las televisiones de España cortan la emisión y guardan un minuto de silencio. Con Miguel Ángel Blanco esposado en el maletero, los etarras conducen su coche hasta una zona boscosa a las afueras de Lasarte, Guipúzcoa.
Allí hay una estrecha pista forestal por la que solo cabe un vehículo. Amaia se queda al frente del coche. Oker y Txapote sacan a Miguel Ángel Blanco del maletero y, agarrándolo con sus manos atadas, lo introducen 20 metros dentro del bosque. En un área con mucha vegetación, Oker le pone de rodillas y le mantiene asido. Txapote le dispara por la espalda dos tiros en la nuca.
Media hora más tarde, dos personas que pasean por el monte con un perro lo encuentran yacente y maniatado. Piensan que está dormido, pero rápidamente perciben que es un joven malherido, inconsciente y moribundo. Le trasladan con urgencia al hospital Nuestra Señora de Aranzazu, donde los médicos descartan que puedan realizar nada para salvar su vida. Miguel Ángel Blanco Garrido fallece en la madrugada del día siguiente, a las 5:00 horas.
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