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20 de mayo de 2024

Pedro Sánchez y Pere Aragonès entrando en La Moncloa

Pedro Sánchez y Pere Aragonès entrando en la MoncloaEFE

Agendas distintas

Aragonès se revuelve contra el plan de Sánchez de mantener a raya a ERC con más dinero

El presidente quiere seguir ganando tiempo en Cataluña con fondos europeos y ejecución de infraestructuras, pero a su homólogo catalán no solo le aprieta el zapato la economía: también Junts

Si algo bueno ha traído la crisis energética, en la lógica del Gobierno, es que al independentismo catalán no le ha quedado más remedio que cambiar su orden de prioridades. O, al menos, a ERC, que es la parte que realmente le interesa a Pedro Sánchez.
Así lo dejó caer la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, cuando este viernes compareció para dar cuenta de la reunión mantenida entre el presidente y Pere Aragonès en la Moncloa. «La máxima preocupación de los españoles, las españolas, los catalanes, las catalanas tiene que ver con la situación económica, con los precios, como consecuencia de la guerra en Ucrania», sostuvo.
A renglón seguido, Rodríguez citó las medidas que el Gobierno está poniendo en marcha para embridar la crisis, el despliegue de los fondos europeos en Cataluña y las infraestructuras y su ejecución en suelo catalán.
Ése y no otro es, al menos en el corto plazo, el plan de Sánchez para mantener a raya a Esquerra: dinero. El CIS catalán concluyó en marzo que el apoyo a la independencia entre los catalanes había caído seis puntos en menos de un año, hasta el 38 %. Y por aquel entonces, la crisis energética aún no había enseñado las fauces en toda su plenitud, como ahora.
Con ese planteamiento, basado en que la economía aprieta el zapato de Aragonès, la delegación gubernamental irá a la reunión de la «mesa de diálogo y negociación» que se celebrará la última semana de julio. No con la Generalitat, sino con ERC. Con la media mitad de la Generalitat.
Pere Aragonès compareciendo tras la reunión

Pere Aragonès compareciendo tras la reuniónEFE

Sucede, sin embargo, que al salir de la Moncloa Aragonès ya dejó un primer aviso: «Acabar con la criminalización y la represión es imprescindible», sostuvo. Una declaración en línea con el documento que el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y su homóloga en la Generalitat, Laura Vilagrà, pactaron el pasado 8 de julio, bajo el título Acuerdo marco para el diálogo y la negociación.
En éste, ambos gobiernos se comprometían a «contribuir al fin de la judicialización del conflicto político, dado que incrementa la polarización y dificulta la búsqueda de soluciones». Cuando lo redactaron, Bolaños estaba pensando en el continente más que en el contenido; en escenificar la superación de la crisis por el espionaje con Pegasus.

Más que dinero

Así pues, ERC quiere volverse a Cataluña con algo más que un puñado de inversiones. Se habla de la reforma del delito de sedición en el Código Penal, un asunto en el que Sánchez y Aragonès no entraron (ni en eso ni en otros cinco temas que podían malograr la foto del reencuentro). Sin embargo, un día antes de la reunión, Miquel Iceta calificó de «posible» esa reforma, con los indultos más que amortizados. E Iceta suele hilar fino.
A Aragonès no solo le aprieta el zapato la economía: también Junts per Catalunya, que de nuevo se quedará fuera de la mesa, por decisión propia. Pese a que, este viernes, tanto la portavoz del Gobierno como el propio presidente de la Generalitat afirmaron que sería muy positivo que Junts estuviera en ese foro de diálogo.
La portavoz de este último, Míriam Nogueras, fue muy clara durante el debate sobre el estado de la nación, cuando le dijo a Sánchez: «Ustedes ven el naufragio de todo su plan y por eso, precisamente ahora, nos invitan a la mesa del diálogo, en la que –le recuerdo– los dos actores nos vetaron (en alusión al presidente y a ERC», señaló.
Y añadió: «Junts solo se va a sentar en un proceso de negociación real (…). Lo que en ningún caso va a hacer Junts es ser socorrista de la mesa, en la que no ha habido diálogo y que ustedes han fulminado. Y mucho menos aceptar, señor Sánchez, que usted nos diga de qué podemos hablar y de qué no podemos hablar. O nos sentamos para esto, para un proceso de negociación real, o entendemos que ustedes no quieren la mesa para negociar sino para seguir tomándonos el pelo».
El mensaje tenía a Esquerra como segundo destinatario. La presión de Junts ha sido una constante en la carretera sinuosa por la que transitan Sánchez y Aragonès, y lo será más a medida que se acerquen las elecciones municipales, donde está en juego el cetro del independentismo.
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