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20 de abril de 2024

El líder de Vox, Santiago Abascal, durante su intervención en la sesión de control al Gobierno en el Congreso

El líder de Vox, Santiago Abascal, durante una intervención en el CongresoEFE

Tirando de 'clásicos'

Sánchez y sus socios llamaron a Vox «fascista» y «ultraderecha» 98 veces en la anterior moción

La segunda moción de censura de la legislatura pondrá a prueba la originalidad del presidente y de los portavoces de la izquierda. En la primera recurrieron demasiado a 'comodines'

Los socios de Pedro Sánchez ya han pretendido boicotear la moción de censura de Vox de dos formas, y ninguna ha dado resultado hasta la fecha. Primero, ERC trató de acordar con el resto de las formaciones hacer el vacío al profesor y candidato Ramón Tamames, de forma que ningún portavoz le diera la réplica en el debate. La propuesta no tuvo ninguna acogida, porque quien más y quien menos todos quieren su cuota de protagonismo el martes y miércoles de la próxima semana.
El pasado martes, la ministra y líder de Podemos, Ione Belarra, tuvo otra idea: que solo intervengan mujeres por parte de los «grupos progresistas», para plantar cara al «machismo» del partido de Santiago Abascal. Aunque en su caso era un intento de eclipsar a Pedro Sánchez, rápidamente desactivado por la número dos del PSOE y ministra de Hacienda, María Jesús Montero: «Quien tiene que tomar la palabra es el presidente del Gobierno, y no tengo dudas de que así lo hará», señaló Montero horas después en los pasillos del Congreso.
La segunda moción de censura de Vox pondrá a prueba mucho más que la resistencia física del profesor Tamames a tantas horas de debate. También pondrá a prueba la originalidad de la izquierda en sus planteamientos y críticas. Y hasta en su forma de referirse a Vox.
En la moción de los días 21 y 22 de octubre de 2020, en la que Abascal fue el candidato alternativo a la Presidencia, el PSOE, Unidas Podemos y el resto de la mayoría Frankenstein llamaron «fascista» a Vox y «fascismo» a sus ideas en 32 ocasiones. A mayores, se refirieron al partido de Abascal como «ultraderecha» en otros 66 casos. En total, utilizaron esos tres comodines en casi un centenar de ocasiones durante los dos días de debate parlamentario, según los diarios de sesiones de ambas jornadas.
Ninguno escapó a la tentación. Empezando por el propio Pedro Sánchez, que durante sus tres turnos de intervención aludió a la «ultraderecha» 27 veces y al «fascismo» de Vox otras tres. «Usted es heredero de la ultraderecha de entonces, señor candidato, de la que lanzaba invectivas contra Adolfo Suárez, de la que jaleaba a los tejeros con palabras muy parecidas, sino idénticas, a las que usted ha hecho referencia y utilizado desde esta tribuna esta mañana», le dijo a Abascal. «La ultraderecha será derrotada por España en toda su grandeza y en toda su diversidad», pronosticó también el presidente. «Luego usted dirá que VOX no es fascismo, que es estilismo» ironizó además.

Sánchez, 27 veces; Iglesias, 14

Quien más utilizó el calificativo «ultraderecha» fue el presidente del Gobierno, hasta en 27 ocasiones. Seguido del entonces vicepresidente primero, Pablo Iglesias, que intervino en la segunda jornada parlamentaria. En su caso fueron 14 veces, como éstas: «Ésta es una moción de censura de la ultraderecha contra la derecha de toda la vida»; «Ustedes –dirigiéndose a Casado– son la puerta de entrada la ultraderecha, y eso va contra los intereses de las principales potencias europeas».
Quienes más recurrieron a los términos «fascismo» y «fascista» fueron la entonces portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, y el de ERC, Gabriel Rufián. «Llamemos a las cosas por su nombre: son ustedes un partido fascista. Y no es que lo diga yo, es que hacen gala de ello en cuanto pueden», señaló la ahora diputada rasa Lastra en medio de una gran ovación de la bancada socialista. Y el de Esquerra: «La mejor manera de encarar este debate hubiera sido que Garriga (Ignacio Garriga, el diputado de Vox que la defendió) y Abascal se hubieran quedado solos hoy aquí hablando, porque silenciar al fascismo no es censura, es autoprotección».
Casi ningún portavoz del ala izquierda del Congreso desaprovechó la ocasión de referirse a Vox en esos términos. Se llevó la palma el entonces diputado de Nueva Canarias Pedro Quevedo, que afirmó de carrerilla: «Ustedes son unos fascistas. Ustedes son unos fascistas ¡Pero qué es esto! Este es el mundo del revés. Aquí los totalitarios, si no les importa, son ustedes. ¡Claro que son ustedes los totalitarios! Es más, consideran ustedes tan razonable esto de los golpes que uno llegaría a pensar que si ustedes pudiesen –que no van a poder–, darían un golpe, porque este lenguaje es guerracivilista. Este lenguaje que ustedes utilizan es protogolpista», sostuvo.
El exdiputado de Nueva Canarias Pedro Quevedo

El exdiputado de Nueva Canarias Pedro QuevedoEFE

El diputado del BNG Néstor Rego llamó a Vox «escoria fascista». Albert Botran, de la CUP, aseguró que los de Abascal llevan «el germen del fascismo». Por parte de Bildu, Oskar Matute señaló: «Al fascismo, ni agua. Y si tiene sed, polvorones».
Desde las filas de Unidas Podemos, la diputada Lucía Muñoz sostuvo: « Ustedes dan miedo porque reivindican el odio y la violencia como algo propio, y eso sitúa a su partido donde todos entendíamos que se ubica, en el fascismo». Su compañera de grupo Sofía Fernández Castañón dijo que son «ultraderecha declarada». Y, desde Junts per Catalunya, la ahora procesada Laura Borràs añadió: «A la ultraderecha se la combate, no se la utiliza; no se la utiliza como coartada».
En esta ocasión, Sánchez y sus socios deberán llevar nuevos comodines. O no.
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