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28 de marzo de 2024

Escena del crimen

Escena del crimenEl Debate

Crimen de Las Gabias

El hombre que asesinó a su hermana y a su sobrino de tres años en Granada: «Tenía al demonio dentro»

Hasta ahora se creía que el móvil de los crímenes era la herencia, pero el grupo de homicidios de la Guardia Civil de Granada ha determinado que se trato de celos

Hacía tiempo que Manuel, 36 años, y su hermana Rosario no hablaban. Se habían distanciado bastante. Ella era una triunfadora que había dejado el pueblo de Jaén en el que vivía y se había ido a estudiar la carrera de farmacia a Granada. Sacaba buenas notas mientras que su hermano, un mal estudiante sin apenas cultura ni mundo, se quedaba en el campo, trabajando. Ella se casó con un piloto de aviación comercial y se instalaron en un chalé a todo trapo, mientras que él seguía en el campo con sus cosechas.
Durante todo ese tiempo, los padres de Manuel y Rosario vieron a la universitaria con mejores ojos que al agricultor. Así, al menos, lo sentía él. Valoraban más la palabra y los conocimientos de la joven. Manuel fue guardando un profundo odio y resentimiento hacía su hermana al verse rechazado y poco valorado. La muerte del padre y supuestamente el reparto de los bienes de la herencia del cabeza de familia fueron la puntilla, pero, en realidad, la investigación ha determinado que el móvil del crimen fueron los celos que sentía hacia Rosario.
Los hechos ocurrieron el pasado sábado. Manuel salió de Torredelcampo, en Jaén, cuando todavía no había amanecido. A nadie le sorprendió el horario: trabajaba en el campo. Recorrió 115 kilómetros hasta la casa de su hermana en Las Gabias, Granada.
Él dice que hace unos tres años, Rosario le había dejado unas llaves de su chalé, aunque puede ser que a ella se le olvidasen o las perdiese. «Yo nunca las había usado. No sabía si abrirían o no, así que cogí una barra metálica terminada en punta, porque si había cambiado la cerradura, metería la punta de la barra y forzaría la cerradura», explicó en su confesión. Cuando llegó a la casa, comprobó que las llaves funcionaban.
En la espalda llevaba una mochila y dentro un martillo con el que había pensado agredirla. Abrió la puerta y saltaron las alarmas de movimiento. Le salieron a recibir dos perros, pero en vez de ladrarle le dieron la bienvenida: a uno de ellos lo había criado él: «Yo llevaba al demonio dentro. No era consciente de mis actos. No me reconozco».
La alarma hizo que su hermana se despertase. Quizá nunca pensó que iba a morir. Discutió con Manuel en el pasillo. «Vi el demonio también dentro de mi hermana y la golpeé», confesó ante el juez al pasar a disposición judicial. La agredió con la barra de hierro. Le golpeó en varias ocasiones y la dejó tirada en el suelo: no se sabe si muerta o malherida, lo tendrán que decir los forenses. El hijo de Rosario, Lucas, de 3 años, se despertó por los gritos. Cuando Manuel creyó haber acabado con la vida de su hermana «fui a su habitación. Estaba en la cama despierto. Le maté con la barra». Le golpeó varias veces con violencia. Después, de una forma muy burda trató de prender fuego a la casa, pero no tuvo éxito. Se deshizo de la barra y los mecheros en un solar a 400 metros de la casa.
Uno de los primeros elementos que revisó el grupo de homicidios de Granada fueron las cámaras de seguridad. Se veía a un hombre con la cara tapada por una mascarilla y con gorra. A pesar de ello, al pasar por delante de varias cámaras se grabó un poco de la coronilla en su parte baja, donde no cubría la gorra. Cuando los investigadores le pusieron las imágenes a la madre de la víctima, reconoció a su hijo inmediatamente. Por la complexión, la forma de andar y la marca de la cabeza. La Guardia Civil, que ya lo tenía en el punto de mira, lo detuvo. Manuel confesó lo que había hecho hasta tres veces: en la Comandancia, en la reconstrucción y tras pasar a disposición judicial delante del magistrado. Esta confesión le puede servir como atenuante, pero lo cierto es que al matar a su sobrino, se enfrenta a una prisión permanente revisable y a quince años por el homicidio de su hermana. Siempre a la espera de que los forenses determinen si estaba enajenado o no cuando cometió los crímenes.

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