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02 de mayo de 2024

Félix Bolaños y Yolanda Díaz, en sus escaños del Senado

Félix Bolaños y Yolanda Díaz, en sus escaños del SenadoEFE

Incertidumbre hasta el final

El Gobierno vive una cuenta atrás de infarto: tiene hasta las tres de la tarde para sumar a Junts

La votación de los tres decretos ley será telemática, lo que ha acortado el tiempo de maniobra del Ejecutivo. ¿Se avecina choque de trenes o habrá solución in extremis?

«Hoy va a ser un día intenso, de mucho trabajo», señaló el ministro Félix Bolaños a la salida del hemiciclo. Fue justo después de haber defendido desde el atril el primero de los tres decretos ley que el Gobierno somete a convalidación este miércoles, el decreto ómnibus, y de que Junts le respondiera con el silencio: el partido de Carles Puigdemont ni siquiera se molestó en intervenir en ese punto del orden del día. Junts rechaza el decreto ley porque considera que pone en riesgo la aplicación de la futura ley de amnistía, al poner negro sobre blanco que la interposición de una cuestión prejudicial en el Tribunal Europeo de la Unión Europea suspende automáticamente la ley recurrida.
El Senado, que acoge excepcionalmente el pleno del Congreso de hoy (por obras en el hemiciclo de la Cámara Baja), es un hervidero a esta hora. La decisión de la Mesa del Congreso de que las votaciones de última hora del día se efectúen de manera telemática por falta de escaños suficientes ha acortado el margen de maniobra del Gobierno en su negociación agónica. Puesto que los 350 diputados deberán votar antes de las 15 horas, aunque el resultado no se conozca hasta la tarde noche (salvo que sus protagonistas lo anuncien antes).
Tanto Bolaños como después de él Yolanda Díaz advirtieron a los partidos, en sus respectivas intervenciones, que tumbar estos decretos no va en perjuicio del Gobierno, sino de los ciudadanos. «Cuando llegue el momento de votar, les pido que piensen en las personas a las que estamos representando, y no en intereses partidistas que hoy nada tienen que ver con los intereses de la ciudadanía», señaló el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes. «¿Saben cuál es la diferencia entre ustedes y nosotros? Que ustedes van a anteponer sus siglas a los derechos de la ciudadanía. Nosotros vamos a seguir defendiendo los derechos de los trabajadores y las trabajadoras de nuestro país», señaló la ministra de Trabajo, visiblemente enfadada.
El decreto ley que amadrina esta última, el de la reforma del subsidio de desempleo, tiene encima la espada de Damocles de Podemos, que quiere pasar la factura a su exsocia. Los morados se quejan a esta hora de que el Ejecutivo no está negociando con ellos, a diferencia de lo que ocurre con Junts.
Ciertamente, los esfuerzos del Gobierno se centran en el partido de Puigdemont y sus siete escaños. Ni siquiera los diputados del PSOE, expectantes, se atreven a aventurar el resultado de esta jornada de infarto, que ha puesto de manifiesto hasta qué punto Pedro Sánchez es rehén de Junts. Lo que a Puigdemont le gustaría es doblar el brazo al presidente, obligarlo a retirar alguno de los decretos antes de la votación. Pero eso no va a pasar: el Gobierno prefiere el choque de trenes, llegado el caso, antes que frenar.
El Ejecutivo empezó la mañana con solo 167 síes asegurados y de momento sigue igual. El tira y afloja continúa.
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