Fundado en 1910
Sánchez, entregando el premio de La Vanguardia a la viuda de Navalni, Yulia Navalnaya, el pasado septiembre

Sánchez entrega el premio internacional de La Vanguardia a la viuda de Navalni, Yulia Navalnaya, el pasado septiembreEFE

Política Exterior  El extraño cambio de criterio del Gobierno con más de 70 disidentes rusos abandonados tras prometerles ayuda

Exteriores asegura que los diplomáticos que les ayudaron actuaban por su cuenta, pero Albares lo sabía porque recibía cartas muy precisas con agradecimientos y con nuevas peticiones

«Es como si Franco hubiera negado y parado la obra de Ángel Sanz Briz", el diplomático español que facilitó pasaportes españoles a unos 5.000 judíos húngaros y les salvó la vida durante el Holocausto. Así resumen a El Debate lo que está ocurriendo con unos 70 disidentes rusos perseguidos por Vladimir Putin a los que España prometió ayuda en junio de 2022 y ahora ha abandonado a su suerte en un limbo legal.

Son periodistas, escritores, opositores políticos, personas contrarias a la guerra, defensores de Derechos Humanos y trabajadores de ONG, entre otros. A todos ellos se les considera enemigos del Estado en Rusia y viajaron a España el pasado verano con la promesa del Ministerio de Exteriores de que se les iba a regularizar por una vía excepcional y rápida.

Ellos eran los primeros de un grupo de cerca de 500 y, antes de viajar a Madrid, habían estado casi un año negociando con altos cargos de Exteriores, diplomáticos y otros funcionarios españoles. Sus informes se enviaron hasta el Centro Nacional de Inteligencia. Llegaron a nuestro país con visado turístico y con la promesa de que se les concedería el permiso de residencia por razones humanitarias.

Apoyo a los disidentes de Putin

En aquellos momentos, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mostraba en público su apoyo a los disidentes rusos y se trasladó a Barcelona para entregar el premio internacional de La Vanguardia a Yulia Navalnaya, viuda del líder opositor Alexei Navalni, cuya muerte en prisión siete meses antes le había «conmocionado», dijo.

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, también se había mostrado «favorable» a acoger a los opositores rusos: «Aquellos que hablan nuestro lenguaje, aquellos que nos tienden la mano, aquellos que comparten nuestros valores tienen que tener un lugar entre nosotros», afirmó.

Sin embargo, solo los dos primeros disidentes rusos que solicitaron el permiso de residencia lo recibieron. Mucho tiempo después de su llegada a España, todos los demás siguen a la espera de la ayuda prometida y su situación cada vez es más difícil. Han caducado los visados y no pueden viajar, alquilar un piso, abrir una cuenta, ir al hospital o trabajar legalmente. «Alguien tomó la decisión de pararlo todo sin ninguna explicación y, de repente, el Ministerio coinvirtió a esos héroes de la libertad en inmigrantes ilegales», añaden fuentes cercanas a los afectados.

Ninguno de los funcionarios que negociaron con los opositores sigue en su puesto. Todos fueron trasladados, entre ellos el director general de Asuntos Consulares que les dio los visados, Xavier Martí, que ahora es subsecretario de Exteriores. Pero también han cambiado a la secretaria de Estado de Exteriores, Ángeles Moreno, que se reunió a primeros de junio de 2023 con la presidenta y el vicepresidente de la Fundación Rusia Libre, Natalia Arno y Vladimir Milov. Igualmente, fueron trasladados el director general de Migraciones y el resto de los diplomáticos.

El cambio de criterio ha sido radical, y el propio ministro descartó el pasado 17 de marzo desde Bruselas que se vaya a abrir ninguna vía especial para regularizar a estas personas. Además, Albares les instó a solicitar asilo, pero lo que se les había prometido era el permiso de residencia por un procedimiento humanitario. Además, en estos momentos hay un colapso de peticiones de asilo, que puede demorar varios años la respuesta y, mientras tanto, quienes la solicitan no pueden abandonar España.

«Actuaron por su cuenta»

El Debate ha preguntado al Ministerio de Exteriores las razones de este cambio de criterio, pero ha declinado responder. A preguntas del diario El País, fuentes de este Ministerio sugirieron que esos funcionarios actuaron «por su cuenta sin que los colaboradores más próximos de Albares tuviesen conocimiento de la operación».

Sin embargo, personas muy próximas a estas negociaciones aseguran que sería imposible conceder visados Schengen a un grupo tan numeroso sin el conocimiento de altos cargos de Exteriores porque se necesitan muchos permisos. Además, también lo sabía el ministro Albares, porque destacados opositores rusos le enviaron cartas —a las que ha tenido acceso El Debate— con peticiones y agradecimientos muy precisos, en las que se mencionan expresamente los «permisos de residencia humanitarios» que les prometieron.

Entre los opositores rusos que se interesaron por las gestiones con Exteriores estaba el premio Nobel de la Paz Dmitriy Muratov, editor del periódico Novaya Gazeta, cuya publicación ha prohibido el Kremlin, y Vladimir Kara-Murza, vicepresidente de la Fundación Rusia Libre, quien está considerado el sucesor de Navalny.

Kara-Murza fue liberado en el intercambio de prisioneros de agosto 2024 y fue recibido por Scholz, Macron y Biden, pero cuando vino a Madrid no le recibió Albares. Sí se reunió con un grupo de diplomáticos occidentales, a los que informó del extraño caso de los disidentes rusos a los que España dejó repentinamente de ayudar.

Y Dmitriy Muratov escribió a Albares para que se mantuviera el «noble trabajo» de los diplomáticos españoles involucrados, porque estaba dando a España una influencia muy positiva en una futura Rusia libre «que nunca olvidaremos». El ministro no le contestó.

Cuando los disidentes descubrieron que el Gobierno de España no respondía como ellos esperaban, la Fundación Rusia Libre se puso en contacto el despacho de abogados Cremades y Calvo Sotelo, que les está asesorando jurídicamente. «Estamos tramitando los permisos de residencia por razones humanitarias por el peligro que afrontan si regresan a su país de origen», explican desde el despacho. Los asesores jurídicos se han reunido con la Delegación del Gobierno en Madrid y con la oficina de Extranjería, pero de momento tampoco les han dado una solución.

«Solo pedimos ayuda»

El Debate se ha puesto en contacto con Egor Kuroptev, coordinador del grupo, quien está desesperado por todo lo ocurrido. «Nosotros no queremos denunciar, ni montar un escándalo; solo pedimos ayuda para legalizar nuestra situación», explica.

Kuroptev no sabe qué ha provocado este cambio de actitud en Exteriores: si ha sido un «malentendido interno», si «algún alto cargo muy concreto no estaba informado» o si hay «algún motivo político» detrás. Pero sea lo que sea, dice, «no debería afectar a docenas de personas cuya seguridad está en peligro. Tienen que entender que Rusia nos busca, que estamos en muchas listas de enemigos del Estado por nuestros valores en favor de la democracia y nuestro rechazo a la guerra. No se puede abandonar a un grupo que ya está aquí y que no puede hacer nada porque está de manera ilegal».

Kuroptev recuerda que «nosotros nos limitamos a seguir las instrucciones que nos dieron y durante seis meses evitamos hablar con los medios de comunicación para no crear problemas al Ministerio. Pero ahora necesitamos algún tipo de permiso, algún contacto o alguna vía para avanzar, porque no tenemos nada de eso y no podemos hacer nada».

Llamamiento urgente

Ayer mismo, Kuroptev hizo un llamamiento desesperado a los países europeos para que implanten un mecanismo de visado simplificado de emergencia que permita salvar la vida de muchos opositores rusos que siguen en Georgia, donde se han endurecido las medidas represivas y están sufriendo detenciones y amenazas de deportación a Rusia. Incluso, a algunos de ellos se les acusa falsamente de tráfico de drogas para intimidarles y silenciarles. En algunos casos se les amenaza con deportarlos si no abandonan Georgia inmediatamente, pero necesitan visados urgentes, aunque sean de tres meses, de un país europeo para salvar a todas esas personas que se encuentran en peligro inminente.