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Las vicepresidentas Díaz y Aagesen y los ministros Bolaños y Grande-Marlaska

Las vicepresidentas Díaz y Aagesen y los ministros Bolaños y Grande-MarlaskaEFE

Sesión en el Congreso

Los bajos fondos del PSOE arrastran también a Yolanda Díaz

La vicepresidenta segunda se lleva la peor parte de la sesión de control al Gobierno en el Congreso, ante la ausencia de Sánchez y de Montero, ambos de viaje. «Para lo que ha quedado», le espetó Tellado

El escaño del presidente amaneció este miércoles de sesión de control al Gobierno en el Congreso vacío. Pedro Sánchez había avisado la semana pasada de que hoy no estaría, escudándose en una reunión con la presidenta de la Comisión Europea.

Tuvo tino el presidente, puesto que así se ahorró dar explicaciones sobre el escándalo de la fontanera Leire Díez, que los socialistas siguen empeñados en reducir -con cuestionable éxito- a la fanfarronería de una militante que actuaba por su cuenta y riesgo.

Según los populares, Sánchez podía haber agendado el encuentro con Ursula von der Leyen cualquier otro día, y no precisamente el día de la última sesión de control de mayo. Máxime teniendo en cuenta que la próxima sesión no será hasta el 11 de junio (las primeras semanas de mes no hay Pleno en la Cámara Baja, salvo contadas excepciones). A las del Senado no asiste desde hace más de 14 meses, así que como si no existieran.

Se supone que este jueves el presidente comparecerá con el primer ministro de la República de Eslovenia en la Moncloa y admitirá un par de preguntas, pero su equipo aún no ha confirmado este extremo. Ganas no tiene Sánchez, en medio de esta lluvia ácida.

No estuvo el presidente ni tampoco María Jesús Montero, a pesar de que su primer y único acto en la agenda del día es asistir en Breslavia (Polonia) a la final de la Conference League de la UEFA entre el Betis y el Chelsea. El partido es a las 21 horas, 12 horas después de la sesión de control.

Ante la ausencia del uno y de la dos del Ejecutivo, la bancada del PP se revolvió contra la tres, contra Yolanda Díaz. «Para esto han quedado usted y Sumar, para socializar las culpas de un Gobierno corrupto y en descomposición. Va a quedar usted de albacea del sanchismo», le recriminó la secretaria general de los populares, Cuca Gamarra. «Para lo que ha quedado, para tapar toda la corrupción del PSOE. Es usted cómplice de toda la corrupción y la basura que salpica al PSOE. Su silencio a cambio del coche oficial, la escolta y mucha moqueta. Es usted tan culpable como Sánchez de las cloacas», añadió después el portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado.

Los diputados de la oposición se toparon, una semana más, con el frontón que los miembros del Gobierno colocan cada vez que hay sesión de control: devuelven todas las bolas. Aunque haya una fontanera del Gobierno y del PSOE ofreciendo acuerdos a presuntos corruptos a cambio de información para destruir a un jefe de la UCO. Aunque el secretario de Organización de los socialistas esté esperando en el corredor un informe que lo vincula a la adjudicación bajo sospecha de la obra del túnel de Belate, en Navarra. Aunque el secretario de Estado de Seguridad, número dos de Fernando Grande-Marlaska, haya dimitido alegando motivos personales en pleno escándalo por la supuesta persecución del Gobierno a una unidad que actúa como policía judicial en los casos de la mujer, el hermano y el fiscal general del Sánchez.

El ministro para la Transición Digital, Óscar López, llegó a exhibir la sentencia de Gürtel en su turno de respuesta, siete años después de la moción de censura con la que los socialistas desalojaron a Mariano Rajoy del Ejecutivo. «El PP es el único partido de España condenado por corrupción. Sigan ahí, nosotros seguiremos aquí», sostuvo López, señalando la bancada de la oposición y la del Gobierno.

Y el titular de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, alentó la teoría de la cacería contra los socialistas: «Este Gobierno ni tolera la corrupción ni tolera persecuciones injustas orquestadas por la derecha y los ultras contra personas que no han hecho nada solo por ser progresistas».

¿Y los socios parlamentarios del PSOE? A ellos se dirigió el popular Borja Sémper, pero sin ninguna esperanza. Del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, dijo Sémper que cada semana se dedica a hacer un «masaje» al Gobierno. Al PNV le recriminó su actitud «silente» frente a un Ejecutivo cercado por la corrupción. De Bildu no le hizo falta decir nada, porque ya lo dijo todo el diputado abertzale Jon Iñarritu, que durante su turno se solidarizó con el Gobierno por ser «víctima» de una campaña de magistrados, altos funcionarios del Estado, medios de comunicación y partidos -según enumeró- para derrocarlo «por la puerta de adelante o la puerta de atrás».

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