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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Pedro Sánchez viaja a Nueva York para reunirse con inversores y participar en foros ideológicos mientras España sigue a la deriva

El presidente socialista asiste a una nueva semana de actos multilaterales con escasa relevancia mientras cede el protagonismo institucional al Rey Felipe VI, que será quien tome la palabra ante la Asamblea General de Naciones Unidas

Pedro Sánchez ha vuelto a utilizar un avión oficial para cruzar el Atlántico, esta vez desde Barcelona, tras un acto con los socialistas catalanes en Gavá, para iniciar una maratoniana gira internacional que lo mantendrá alejado de España durante toda la semana. El motivo oficial: participar en una serie de encuentros paralelos en el marco de la Asamblea General de la ONU. El resultado previsible: más gestos simbólicos y ningún avance real para los españoles.

Mientras en España la economía da señales de desaceleración, los precios siguen en alza y crecen las tensiones territoriales por las cesiones del Gobierno al independentismo, Sánchez prefiere invertir su tiempo en una agenda de reuniones multilaterales sin consecuencias tangibles, discursos vacíos en universidades progresistas y actos climáticos con escasa utilidad práctica.

El Rey toma el protagonismo institucional que Sánchez rehúye

A diferencia de años anteriores, Pedro Sánchez no será esta vez quien represente a España ante la Asamblea General de Naciones Unidas, la máxima tribuna de la diplomacia internacional. Esa tarea recaerá en el Rey Felipe VI, quien ya ha intervenido en este foro en ocasiones anteriores y vuelve a tomar la palabra para dar la cara por España ante los líderes mundiales.

Según fuentes del Ejecutivo, el cambio de papel responde a que este año se conmemora el 80 aniversario de la fundación de la ONU y el 70 aniversario del ingreso de España. Una explicación formal que esconde una realidad política incómoda: la voz de Sánchez ya no genera consenso ni en el exterior ni dentro del propio país.

El Rey será también quien asista a la tradicional recepción que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la primera dama, Melania Trump, ofrecerán este martes a los jefes de Estado y de Gobierno. Una ausencia que no pasa desapercibida, en un momento en que la relación entre España y EE.UU. necesita liderazgo firme, no postureo ideológico.

Reconocimiento de Palestina: propaganda disfrazada de diplomacia

Uno de los puntos centrales de la agenda de Sánchez es su participación este lunes en una Conferencia Internacional en favor de la solución de los dos Estados en el conflicto entre Israel y Palestina. Una cita que el Gobierno socialista ha intentado inflar como un logro diplomático, cuando en realidad se trata de una operación de propaganda impulsada desde Moncloa con fines meramente políticos.

Sánchez celebró en redes sociales que países como Reino Unido, Canadá, Portugal y Australia hayan decidido reconocer a Palestina como Estado, recordando que España «lo hizo primero». Una obsesión por la primacía simbólica que ignora las complejidades del conflicto en Oriente Medio, donde el reconocimiento unilateral sin garantías puede derivar en consecuencias diplomáticas y de seguridad graves.

Además, Sánchez copresidirá un grupo de trabajo junto al Rey Abdalá de Jordania, una figura conocida por su retórica antiisraelí. Una alineación preocupante para un país europeo que debería aspirar a mediar desde la neutralidad, no desde el sectarismo ideológico.

Activismo climático, feminismo institucional y agenda globalista

Lejos de ocuparse de los problemas reales de los españoles, Sánchez centrará su gira en participar en una larga lista de eventos de la órbita globalista: un acto con ONU Mujeres, una cumbre climática, un foro sobre democracia latinoamericana y hasta un encuentro sobre Inteligencia Artificial. Todo, mientras la situación energética en Europa sigue siendo crítica, la inflación castiga a las familias y España pierde competitividad frente a sus socios europeos.

La comitiva del presidente incluye a su ministra de Exteriores, José Manuel Albares, y a la vicepresidenta tercera, Sara Aagesen, que ha destacado por su bajo perfil en política nacional. Una delegación diseñada más para hacer bulto institucional que para defender los intereses estratégicos del país.

España, sin rumbo mientras Sánchez juega a diplomático

La presencia de Pedro Sánchez en Nueva York no cambiará el hecho de que España atraviesa una profunda crisis de liderazgo, institucionalidad y confianza. Mientras el presidente viaja de foro en foro internacional sin resultados palpables, en casa crecen las divisiones territoriales, se desacelera la economía y los problemas reales siguen esperando soluciones.

Una vez más, Sánchez ha preferido el titular internacional a la gestión doméstica. El problema es que ya nadie, ni fuera ni dentro, parece tomarse en serio su agenda.

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