María y Carlos se casaron en el año 2013 y, desde entonces hasta ahora, han tenido seis hijos

María y Carlos se casaron en el año 2013 y, desde entonces hasta ahora, han tenido seis hijosCedida

Día de la Familia

María y Carlos, padres de familia numerosa: «Vivimos en una sociedad que quiere tenerlo todo sin renunciar a nada»

«¿Qué puedes hacer para promover la paz mundial? Ve a casa y ama a tu familia». Santa Teresa de Calcuta pronunció estas palabras hace muchos años pero, probablemente, hoy tengan más valor que nunca. Es una realidad que la familia es la primera toma de contacto de cualquier persona con la vida y que, por tanto, lo que vea en casa marcará de forma determinante su concepción del mundo.

No es fácil encontrar a alguien con quien formar una familia, no es fácil traer niños al mundo y, mucho menos, educarlos. No es fácil ver crecer a tus hijos y darles alas, no es fácil contemplar cómo se alejan y toman sus propias decisiones que, en ocasiones, poco tienen que ver con las tuyas. No es fácil hacerse mayor, ver mermadas tus capacidades y depender de tus descendientes… No es fácil, pero la familia es eso: contar con cada uno de sus miembros, todos importantes, todos imprescindibles. Y es que, ¿hay algo que realmente merezca la pena que sea fácil?

Y si no, que se lo digan a María y a Carlos, que se casaron en el año 2013 y, desde entonces hasta ahora, han tenido seis hijos: María, Inés, Carlos, Victoria, Fernando y Luis. Los tres primeros vinieron al mundo en Hamburgo, ciudad en la que pasaron sus primeros años de casados, que les permitieron sentar las bases de un matrimonio que tiene claras sus prioridades. El resto, nacieron en Sevilla, donde viven actualmente.

–Empecemos por el principio, ¿cuál es el origen de esta gran familia?

–Comenzamos nuestro noviazgo en 2004, durante todos esos años pudimos conocernos y ver que estábamos hechos el uno para el otro. Cuando decidimos casarnos, aún no teníamos estabilidad laboral (Carlos era becario y María estudiaba el MAES –máster de profesorado–), éramos jóvenes y tampoco disponíamos de casa propia, pero confiamos en Dios. Cuando volvimos del viaje de novios, nos mudamos a Hamburgo y, una vez allí, encontramos el que iba a ser nuestro primer hogar. Fueron cinco años muy importantes y especiales en nuestro matrimonio porque, al no tener familia cerca, nos apoyamos mucho el uno en el otro. Además, tuvimos la enorme suerte de encontrar unos amigos maravillosos que estaban viviendo la misma etapa que nosotros y se convirtieron en nuestra familia allí.

–¿Qué creen que aporta a una persona ser miembro de familia numerosa? ¿Y a la sociedad?

–Es muy positivo. Desde el punto de vista personal, aprendemos a compartir, a convivir con más personas, a ser responsables y a ayudar en las tareas del hogar. Esas personas, educadas en los valores de solidaridad y generosidad, es el gran valor que aportamos a la sociedad.

–Muchos dicen que, a día de hoy, es imposible sustentar una casa como la suya. ¿Cuál es el secreto de este matrimonio?

–¡Claro que es posible! Y, aunque supone mucho cansancio y renuncias, merece muchísimo la pena. ¿Nuestro secreto? ¡Reírnos! No existe una receta única, porque cada familia tiene su circunstancia, pero para nosotros lo más importante es el amor. Ese es el verdadero sustento de la familia. Si el matrimonio va bien, la familia va bien, por eso intentamos cuidar nuestro matrimonio como el mayor regalo. Es verdad que hay momentos más complicados en la vida: cansancio, estrés, agotamiento… Pero, en esos momentos, paramos, hablamos y volvemos a empezar.

–¿Y la cuestión económica?

–Contrariamente a lo que piensa la sociedad, no hace falta tener muchísimo dinero para tener una familia numerosa, pero sí vivir austeramente y con sentido común, gestionando los recursos que tenemos y organizándonos. Vivimos cómodamente pero sin grandes lujos. Hay que priorizar los gastos y las preocupaciones, relativizar las necesidades que la sociedad materialista nos impone y simplificar. Es necesario tener disciplina financiera y llevar una vida austera. –Carlos es ingeniero aeronáutico y trabaja en la construcción de aviones y María es profesora de Secundaria en el centro escolar al que van sus hijos–.

–¿Qué valores inculcan a sus hijos?

–Queremos que sean personas sinceras y honestas, solidarias y respetuosas. En una sociedad muy individualista, queremos enseñarles a ser empáticos, tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran. Algo que nos parece fundamental en la educación es el agradecimiento, porque es importante que valoren y agradezcan todo lo que tienen. Y, por último y no menos importante, el valor de los valores: el AMOR, que se demuestra en los pequeños detalles del día a día. Para nosotros, Dios tiene un lugar central en la familia; por eso, intentamos inculcarles los valores cristianos y, aunque todo lo anterior no es exclusivo de los cristianos, sí es el enfoque que nosotros le damos.

–¿Qué papel juega el Estado y cuál debería jugar en lo que respecta a las familias numerosas?

–Está bien que el Estado facilite la vida a las familias mediante deducciones fiscales y ayudas a la enseñanza, sobre todo a las que tienen menos recursos, pero creemos que el verdadero motivo de la escasez de familias numerosas no se encuentra en el plano económico, sino en el cambio de mentalidad. Vivimos en una sociedad que quiere tenerlo todo sin renunciar a nada: viajar, salir, comprar… Proponemos que existan políticas de concienciación de la importancia de la familia, ya que pensamos que regar con dinero público a las familias y bajar el umbral de lo que se considera una familia numerosa no ataca la raíz del problema.

Antes de concluir, muestran su preocupación por el peligro que supone que se traslade a través de las redes sociales a los jóvenes –y no tan jóvenes– la imagen de familias ideales, que poco tiene que ver con la realidad. «Esto genera mucha frustración. Claro que formar una familia es bonito, pero está lejos de ser idílico. Dejemos las pantallas y trabajemos en hacer de nuestra familia el lugar en el que queremos estar a pesar de las dificultades. Valoremos y cuidemos a cada miembro como lo que es: un auténtico tesoro».

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