Tramo de la A-357 a su paso por Zalea
Málaga
Dos horas para un tramo de 45 minutos: la odisea de vecinos de seis pueblos de Málaga para llegar a la capital
Vecinos y alcaldes de pueblos del Valle del Guadalhorce y Sierra de las Nieves claman por soluciones a una vía colapsada que lastra su día a día
Cada mañana, un río de vehículos inunda la A-357. Lo cierto es que lo que debería ser un trayecto de 45 minutos se convierte en una odisea de hasta dos horas. Los vecinos del Valle del Guadalhorce y la Sierra de las Nieves soportan este calvario para llegar a Málaga capital. Y es que la pesadilla comienza antes del amanecer. No en vano, la llaman la carretera del infierno.
Un grito unánime desde los pueblos
El malestar es general. «Es una carretera muy usada y muy peligrosa», sentencia Daniel Gómez, alcalde de Campillos. Sus palabras resuenan con fuerza en todos los municipios. El primer edil explica que más de un tercio de la provincia se conecta por esta vía. La consecuencia es clara: salir tarde de casa ya no evita el colapso.
El desdoblamiento que nunca llega
La Junta de Andalucía reactivó el pasado julio un proyecto paralizado durante 16 años. Se licitaron los primeros 4,2 kilómetros de desdoblamiento entre Cerralba y Casapalma. Las obras podrían empezar en 2026. Sin embargo, los regidores ven estos planes con escepticismo. Les parece un parche insuficiente para un problema de enormes dimensiones.
«El atasco es increíble», confirma Cristóbal Corral, alcalde de Teba. Cada mañana, más de 300 de sus vecinos se enfrentan a la carretera. Él lo cataloga sin tapujos: «tortuoso y mortal». Además, el tráfico pesado de camiones, principalmente porcino, agrava la situación. «Si encuentras un camión, te lo comes hasta la autovía», asegura con crudeza.
Desde Ardales, Juan Alberto Naranjo relata la misma realidad. Sus vecinos deben salir con dos horas de antelación. «Todas las mañanas nos quedamos parados en el cruce de Álora», se queja. La frustración crece kilómetro a kilómetro. Después, aunque la autovía alivia, Cártama se convierte en otro punto negro ineludible.
Cártama, el cuello de botella
El alcalde cartameño, Jorge Gallardo, no duda: su municipio está «colapsado» cada mañana. «Entrar a Málaga es muy complicado. Si sales a las 6:00 vas lento, si intentas ir sobre las 8:00 vas en caravana», describe. Cualquier incidente, como un accidente, paraliza el término municipal entero. El tapón se riega por las carreteras secundarias.
Tramo de la 'Carretera del Infierno' en el Valle del Guadalhorce
La situación es similar en Alhaurín de la Torre. Su regidor, Joaquín Villanova, cifra en 20 minutos el atasco solo para incorporarse. Subraya que, en hora punta, la carretera opera «muy por encima del cien por cien de su capacidad». «Está colapsada, es una realidad palpable», sentencia. La paciencia de los conductores se agota.
¿La salvación en el transporte público?
Ante esta crisis, muchos alcaldes ven la respuesta en el transporte colectivo. Piden reforzar de manera urgente las líneas de autobús y la frecuencia de los trenes de Cercanías. El regidor de Alhaurín el Grande, Anthony Bermúdez, exige a la Junta y al Consorcio «ampliar esfuerzos». Buscan rutas más eficientes.
Francisco Martín, alcalde de Álora, es contundente: «no hay muchas más soluciones». Celebra que el tren llegue al Chorro, pero pide más frecuencias. «Desde las 6:40 hasta las 22:30 debería haber un tren cada hora», reclama. Mientras, su estación se llena de coches de quienes huyen de la carretera.
La presión política sigue en aumento. Los ayuntamientos de Álora, Campillos y Cártama se han unido para exigir acciones. Denuncian una «Málaga de dos velocidades». Recuerdan, con amargura, el reciente accidente mortal en Casarabonela. Un trágico recordatorio del coste de la inacción. La carretera del infierno pide a gritos una salida.