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04 de mayo de 2024

Constitución española de 1978

Constitución española de 1978

Mensaje de Navidad del Rey 2023

Un discurso argumentado, firme y contundente

«Creo que es el mejor discurso que he escuchado a Felipe VI en Navidad. Se centró en una defensa de la Constitución como pocas veces le hemos escuchado al Rey. Una defensa argumentada y razonada, pero también firme y contundente»

No llegó el discurso a los trece minutos. Y volvió donde solía: al Salón de Audiencias del Palacio de La Zarzuela, para que los independentistas no vean fantasmas entre las cortinas del Palacio Real.
Una fotografía importante: el momento en que los Reyes aplauden a la Princesa de Asturias, en el acto de juramento de la Constitución el pasado 31 de octubre de 2023. Un acto importante. Decisivo para el futuro de España. Y vamos con el discurso, que tuvo mucho que ver con lo que vino después.
El Rey empezó dando las gracias por permitirle colarse en nuestras casas, pero también haciendo una primera reflexión: «Las dificultades económicas y sociales que afectan a la vida diaria de muchos españoles son una preocupación para todos». Y no tuvo problema en concretar esas dificultades: «el empleo, la sanidad, la calidad de la educación, el precio de los servicios básicos. Desde luego también con la inaceptable violencia contra la mujer o, en el caso de los jóvenes, con el acceso a la vivienda». Resulta al menos curioso que el discurso de Navidad del Rey ponga luz sobre los problemas reales de los ciudadanos cuando -escuchando a los miembros del Gobierno y a su Presidente-, parece que todo es de color de rosa. Tampoco se inventó ninguna de las dificultades. No le hizo falta. Son cosas que, con seguridad salieron en las cenas de ayer en todos nuestros hogares.
Y a partir de aquí empezó el discurso de verdad: «quiero centrarme en otras que también tienen mucho que ver con el desarrollo de nuestra vida colectiva. Es a la Constitución y a España a lo que me quiero referir». Y aun estábamos en el segundo párrafo.
Lo que vino después fue un canto rotundo y desgranado a la Constitución y a la convivencia desde ella: «Este año, nuestra Constitución ha cumplido 45 años. Durante estos años de vida democrática, la Constitución, que la Princesa de Asturias juró el pasado 31 de octubre, ha estado presente ininterrumpidamente en nuestras vidas. Y es, sin duda, el mejor ejemplo de la unión y convivencia entre españoles».
Creo que es el mejor discurso que he escuchado a Felipe VI en Navidad. No quiso tocar muchos temas. Algunos incluso de candente actualidad. Se centró en una defensa de la Constitución como pocas veces le hemos escuchado al Rey. Una defensa argumentada y razonada, pero también firme y contundente.
Quizá sonó especialmente rotunda la frase: «… fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad. Y junto a la Constitución, España». Quizá esta unión entre Constitución y España es la que mejor resume las palabras del Jefe del Estado.
Pero aun quiso sacar más punta a nuestra Carta Magna. Y quizá cerrando el círculo con el que había empezado su discurso remató: «Y hay otra dimensión de la Constitución en la que a menudo no reparamos, y que sin duda es también muy importante: La que nos permite asegurar nuestro modelo de vida, nuestra forma de vivir y de entender la vida. Expresarse libremente, recibir una educación, tener un empleo, o protegerse de la enfermedad, es sin duda clave en nuestro día a día. También lo es, acceder a una vivienda, formar una familia, contar con ayuda social o disponer de un retiro digno... Todos esos hechos diarios —y muchos más— son los que la Constitución ampara, garantiza y protege».
Ni que decir tiene que, en estos momentos en los que se discute, cuando no se tacha de antigualla o incluso de impedimento para la convivencia de los españoles, la reivindicación de ayer del Soberano fue rotunda como hacía tiempo que no la escuchábamos. Quizá desde octubre de 2017 cuando intervino a raíz del golpe de estado en Cataluña.
Y la parte final del discurso fue una inyección de moral. «… hoy, España es una sociedad fuerte, que ha demostrado muchas veces los valores que forjan nuestro sentido como comunidad política: hemos sido solidarios con quienes han sufrido la adversidad; hemos tenido un comportamiento cívico ejemplar en la superación de la COVID; hemos demostrado coraje, dignidad y principios frente al terrorismo; y hemos expresado y —sobre todo— defendido nuestros valores constitucionales cuando estos han estado en cuestión o se han puesto en riesgo. Y todo ello, también lo hemos hecho juntos y de acuerdo con el marco constitucional, decidido por todos los españoles».
Pocas veces un discurso del Rey necesitaba menos comentarios. Pocas veces un discurso del Rey -incluyo por supuesto todos los de Navidad- respondía desde la primera línea a la última a un armazón tan contundente y claro. No sé si es que ha cambiado a las personas que le ayudan en los discursos, si es que la coyuntura lo imponía o ambas cosas a la vez. El caso es una pieza a la que tendremos que referirnos a partir de ahora y no en un futuro muy lejano.
Y la lección de moral terminaba en subidón: «España seguirá adelante. Con determinación, con esperanza, lo haremos juntos; conscientes de nuestra realidad histórica y actual, de nuestra verdad como Nación. En ese camino estará siempre la Corona; no solo porque es mi deber como Rey, sino también porque es mi convicción». Y atacamos el pavo o lo que tocara con la convicción de que somos un país que quizá pueda aguantarlo todo si aun tenemos esperanza en el futuro como nos recordó el Rey.
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