Bandera de Castilla-La Mancha

Bandera de Castilla-La Mancha

La pequeña pero «capital» variación que hizo de la histórica Castilla la Nueva la política Castilla-La Mancha

La Transición acabó con el concepto y la forma de esa «nueva» Castilla como parte de la enorme Castilla que se quería (y se tenía que) dividir en el nuevo sistema autonómico

Castilla-La Mancha nunca fue una Comunidad histórica como la mayoría de las regiones españolas. La enorme Castilla, a secas, sí, y casi solo en el hablar popular se hablaba de Castilla la Nueva y de Castilla la Vieja. La Nueva lo era o lo fue cuando Toledo fue conquistada a los árabes en 1085.

Región histórica

Ninguna de las dos, ni Castilla la Vieja, ni Castilla la Nueva, tenían ni tuvieron jurisdicción oficial. Sí eran regiones históricas, pero sin circunscripciones también históricas. Sin tampoco unidad autonómica previa, como sí la obtuvo Cataluña durante la II República.

Castilla la Nueva era (casi) igual que Castilla-La Mancha salvo por una pequeña, pero capital diferencia, nunca mejor dicho: Madrid formaba parte de ella y no Albacete. Albacete era entonces murciana, desde siglos atrás como perteneciente al antiguo reino de Murcia, pero solo la parte más cercana.

Madrid, la diferencia

Era la parte de Castilla «manchada» por La Mancha, un pequeño galimatías para decirse si uno era de un sitio o de otro. Pero incluso más allá de estos «matices» importantes, lo capital de de la diferencia entre La Nueva y La Mancha era precisamente la capital: Madrid.

Albacete ha sido a lo largo del tiempo conquense, valenciana y murciana, Madrid fue siempre solo Madrid y terminó siendo solo Madrid, fuera de esa Castilla la Nueva que en la Transición se desmontó solo un poco, pero de forma muy relevante: Madrid por Albacete. Castilla la Nueva dejó de ser nueva para dejar de existir, incluso como región histórica.

El guion

Una modificación precisamente histórica que muestra el laberinto regional español, su diversidad única. Territorios difusos los de Castilla la Nueva y La Mancha, sin límites geográficos claros, más propios de la literatura y del imaginario. Madrid se separó en 1983 por su importancia y su influencia y Albacete se unió para remarcar ese guion de Castilla-La Mancha que unía dos realidades, desde la norteña Alcarria hasta la sureña La Mancha, separadas para siempre de Madrid.

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