El pequeño pueblo de Toledo que fue tan importante y rico como para que le llamaran «Toledillo»

Las riquezas desconocidas, fruto de una historia en la mayoría de los casos mucho más que milenaria, hacen de Castilla-La Mancha una región aún por descubrir. El caso del municipio de Yepes, en Toledo, es una de ellas, riqueza e Historia de un pueblo medieval con orígenes romanos y musulmanes que al final empezó siendo una aldea en el XIII y solo dos siglos después adquirió tanta pujanza económica que terminaron por llamarle popularmente «Toledillo».

San Juan de la Cruz, cuyo nombre de nacimiento era Juan de Yepes, nació en los alrededores. No es baladí esta relación, como la de Calderón de la Barca, al que Yepes encargó en sus buenos tiempos el auto sacramental El mágico prodigioso, pero menor que el hecho de que allí se dice que se falsificó la bula papal que permitió el matrimonio de los Reyes Católicos para que la historia de España y del mundo fuera otra para siempre.

Esto fue concretamente en el antiguo Palacio Arzobispal. Yepes, «Toledillo», tiene su propia catedral, la llamada «catedral de La Mancha» por su grandeza, en tamaño y valor artístico, también obra como la Primada de Toledo, de Alonso de Covarrubias. Es la Iglesia parroquial de san Benito Abad, cuya tardanza en construirse por falta de fondos hizo de ella una especialidad por la mezcla de estilos, desde el herreriano al barroco.

Solo la colegiata impresionante, con su retablo de Luis Tristán, un discípulo de El Greco, sus dos portadas renacentistas, sus tres naves, su torre de 60 metros o sus distintas capillas de estilos diferentes sería suficiente para una larga visita, pero Yepes no se llama Toledillo solo por su catedral. Se conservan parte de sus murallas, el patrimonio de mayor antigüedad del lugar, en las torres albarranas que resisten. Se conservan también cuatro puertas de la antigua fortificación, del XIV.

El Siglo de Oro lo fue también para Yepes. Nada menos que dos hospitales tenía la villa, señal inequívoca de su poder y pujanza. Conventos, ermitas y palacetes de la nobleza repartidos por toda la ciudad histórica siguen haciendo de ella el Toledillo impresionante y casi escondido que hace honor a su apodo diminutivo que en realidad es un aumentativo.