Interior del Pasaje de Lodares
El Pasaje de Lodares: historia de una galería comercial a la italiana
Construido en 1925 a orden de Gabriel Lodares y diseñado por Buenaventura Ferrando Castell que se inspiró en galerías como la de Vittorio Emanuele en Milán
Uno de los lugares más emblemáticos de la capital albaceteña lo encontramos en el corazón de la ciudad. Conectando dos de sus grandes arterias como la calle Tinte y la calle Mayor, este pasaje convierte lo que podría ser un mero atajo entre calles, en un disfrute para la vista. Su visita es, sin duda, obligada si estás en la ciudad. Pero, ¿conoces su historia?
Una de las calles más bonitas de España, declarada Bien de Interés Cultural, debe su existencia al empeño de Gabriel Lodares. El hombre que da nombre al pasaje fue alcalde de la ciudad en dos periodos diferentes a principios del siglo XX. En su haber poseía una de las grandes fortunas de la época en Albacete, que junto a su poder en la alcaldía propició la llegada del agua potable a la ciudad.
Conquense de nacimiento, Gabriel Lodares contaba con una propiedad en el lugar donde hoy encontramos su pasaje. La construcción se encontraba prácticamente en ruinas y ante la denuncia de algunos vecinos, el que fuera alcalde decidió tomar cartas en el asunto.
Impulso comercial
En este momento, la ciudad se encuentra sumida en la crisis. Coincide el periodo con el final de la Primera Guerra Mundial en la que España se mantuvo neutral, pero la escasa industrialización de Albacete en la época propiciaba una era de dificultades. Con esta motivación Gabriel Lodares ideó convertir lo que parecía una ruina en una zona comercial que promoviera el trabajo.
El trabajo fue encargado al arquitecto Buenaventura Ferrando Castells, que guiado por las tendencias de la época, aplicó un estilo modernista a la construcción, aunque con detalles renacentistas en su interior. Este estilo venía calando en las edificaciones de la época, gracias en parte al gusto de Isabel II, que durante su reinado promovió este estilo importado de Europa.
Finalizada la construcción, el resultado no deja indiferente a nadie y así se puede comprobar todavía en la actualidad cuando atraviesas su interior. La obra fue recibida con éxito y en su objetivo, Gabriel Lodares destinó los pisos de su interior a público de alto poder adquisitivo, pero dejando espacio para los comercios artesanales.
Pasaje de Lodares iluminado
El alto ‘standing’ que confería vivir en este lugar mezclado con el acceso al público a los comercios convirtió el lugar en un emblema de la ciudad desde su inauguración.
Diferentes estilos arquitectónicos
En cuanto al análisis de la propia arquitectura, se trató de imitar las características galerías comerciales típicas en la época en Francia e Italia. El Pasaje Lodares cuenta con una fachada post-modernista historicista un tanto desigual en sus dos entradas.
Entrada Pasaje de Lodares
La entrada de la calle Mayor supera a la de la calle Tinte en tamaño debido a que el dueño de la propiedad de la izquierda se negó a vender, obligando al arquitecto a modificar el diseño.
En su interior los locales están separados por columnas de estilo renacentista que lucen motivos frutales o de niños con guirnaldas. Además, se encuentran diferentes alegorías en cariátides que representan la industria, la riqueza de la tierra, artes poéticas y artes liberales.
Tragaluz icónico del Pasaje de Lodares
Por su parte, los balcones y ventanas son obra de José Tejados y representan el estilo de la época en la ciudad. Otro de los detalles destacados pasa por la repetida representación de Mercurio, dios del Comercio, que junto al resto del pasaje son iluminados por la interesante luz que se abre paso por el tragaluz que culmina la obra.
En España tan solo se pueden visitar tres obras de este estilo, sumadas al Pasaje Lodares se encuentra el Pasaje Gutierrez en Valladolid y el Pasaje del Comercio y de la Industria en Zaragoza.