La delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, Milagros Tolón
¿Quién es Milagros Tolón, la «mano negra» a quien ya se empieza a conocer como la «Óscar Puente de Toledo»?
El alcalde de Toledo, Carlos Velázquez, la señaló ayer como la evidente responsable del escándalo de los fondos EDIL, que no le fueron concedidos a la ciudad por decisión del Gobierno
Toledo bullió el viernes, concretamente su Ayuntamiento y el alcalde en particular, Carlos Velázquez, tras conocerse que la ciudad había quedado fuera sin explicación (la explicación en el BOE dice: «puntuación insuficiente») de las ayudas del Plan EDIL: 142 millones de euros para toda Castilla-La Mancha.
De esos 142 millones, ninguno va a ir a la capital de la región. Sí a Ciudad Real, Albacete, Guadalajara y Talavera de la Reina con un total de 12,1 millones de euros para cada una. También a Cuenca, Puertollano, Almansa, Tomelloso, Villarrobledo e Illescas y sus 9,1 millones de euros.
Seseña se queda con 8,5 millones de euros y Azuqueca de Henares con 6,2. Manzanares, Cabanillas del Campo, La Roda y Ocaña superan los 6 millones de euros. Toledo cero. Nadie se explicaba el viernes la resolución del Gobierno. O más bien sí, y con absoluta contundencia por parte del alcalde, que compareció para tachar la exclusión de «arbitraria, descarada y grosera».
Unos calificativos que indirectamente adjetivaban a la figura que directamente señaló el regidor toledano: la de la delegada del Gobierno en la región y antigua alcaldesa, Milagros Tolón, la representante sanchista en la Comunidad a quien Velázquez ha llamado la «mano negra».
Una «mano negra», acaso como el don Fanucci de El Padrino, que ha impedido, según Velázquez (hombre de amabilidades contrastadas) que los fondos llegaran a la ciudad para la realización de importantes proyectos consensuados, más allá de siglas políticas, con todas las instituciones, incluida la Junta de Emiliano García-Page, las Cortes, las cinco diputaciones, el Cecam o la Universidad de Castilla-La Mancha. Todas, menos el PSOE de Toledo que dirige Tolón de parte del Gobierno que ha decidido la concesión de las ayudas.
El asunto adquiere tintes que superan los sonoros e inhabituales adjetivos del alcalde. Tolón, antigua regidora, perdió las elecciones con Velázquez y, después de un período dudoso en cuanto a su nueva ubicación política, fue diputada en el Congreso como número dos por Castilla-La Mancha. Quiso ser la número uno, pero Page lo impidió. Incrustada en un PSOE que no era ni es el suyo, fue nombrada finalmente delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha.
Tolón recibió a Sánchez en la finca de Quintos de Mora cuando el presidente se refugió allí tras explotar la bomba de Santos Cerdán: un miembro, no se sabe si primario o secundario, del nuevo círculo de Sánchez, pero miembro al fin y al cabo. Sus «méritos» le valieron la delegación de Gobierno en Castilla-La Mancha, toda una región que Milagros Tolón no ha sabido ni ha querido ver obsesionada con Toledo, el baluarte perdido y se diría que convertido en fijación.
Una obsesión malsana hasta el punto de torpedear cualquier posible beneficio de la ciudad que un día, ya pasado, gobernó. No son sensaciones, sino datos. Hasta la Junta de Page va a preguntar qué ha pasado con los fondos y Toledo, la única capital castellanomanchega, a excepción de Cuenca por contar esta con menos de 75.000 habitantes, sin ayudas. La «evidencia» referida por el alcalde, quien el viernes habló de que al conocer la resolución se pusieron en contacto con la empresa consultora a la que se adjudicó el proyecto, que es la misma con la que Tolón trabajó en sus tiempos de alcaldesa, y esta les comunicó que Toledo era el único proyecto que se había quedado fuera.
A Velázquez le consta que todo ha seguido el curso de las instrucciones de Milagros Tolón. El alcalde se refirió a distintos proyectos que dependen de la delegación de Gobierno, «que siempre salen mal para Toledo» y se preguntó qué sería lo siguiente, si el proyecto del circo romano de Toledo o incluso la capitalidad cultural europea de la ciudad.
Tolón no es muy conocida aún a nivel nacional, pero es posible que esta actitud «malvada», además de impropia y de nulo cálculo político, la haga famosa. De momento, ya se la empieza a conocer como la «Óscar Puente de Toledo». Valladolid, ciudad de la que el ministro de Transportes fue alcalde y hoy, como en Toledo, gobernada por el PP, también ha quedado curiosamente excluida de los mismos fondos en un paralelismo inequívoco que se suma a un historial similar de rechazos de proyectos para la ciudad castellanoleonesa con la «mano negra» de Puente por detrás.
Es el sanchismo al que no le importa destruir con tal de permanecer o de que no ganen los rivales en otra manifiesta equivalencia, cabezas de la misma hidra, con quien detenta el poder central, aferrado a él como un villano de película.