El okupa que dio cuatro martillazos a otro en la cabeza

El okupa que dio cuatro martillazos a otro en la cabeza

Seis años de cárcel para un okupa marroquí que trató de matar a un compatriota a martillazos en Valladolid

Arremetió repentinamente y por la espalda contra otro okupa, con el que pernoctaba en un edificio en ruinas en el Páramo de San Isidro

El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha confirmado la condena de seis años de cárcel impuesta al okupa marroquí que trató de asesinar a otro compatriota de cuatro martillazos en la cabeza en marzo de 2024 en Valladolid, concretamente en un edificio en ruinas sito en el Páramo de San Isidro, ha sido condenado a una pena global de seis años de cárcel, frente a los nueve que había solicitado la fiscal del caso.

En su sentencia, la Sala de lo Civil y Penal del TSJCyL, con sede en Burgos, desestima el recurso del condenado y ratifica en todos sus términos el fallo de primera instancia dictado en octubre del pasado año por la Sección Segunda de lo Penal de la Audiencia Provincial, que consideró al encausado, M.B, más conocido como Ramdane, autor de un delito de tentativa de asesinato, otro de amenazas y un tercero de lesiones leves, con las penas respectivas de cinco años, un año y multa de 180 euros, además de, en concepto de responsabilidad civil, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.

«Esta sala de apelación no puede sino compartir todos los razonamientos, extensos y bien fundamentados, de la sentencia recurrida que se utilizan para valorar los indicados medios probatorios, en los que no se aprecia irracionalidad o arbitrariedad alguna, ni contradicciones, ni infracciones de las reglas de la sana crítica», recoge el TSJCyL para justificar la desestimación del recurso de la defensa, que había alegado presunción de inocencia y error en la valoración de la prueba.

En la sentencia ahora ratificada no se consideró que el acusado «actuara con ánimo de lesionar a Annas sino que resulta acreditado de forma indubitada que llevó a cabo esta acción con la intención clara y manifiesta de acabar con su vida», de ahí el fallo condenatorio que, junto con las correspondientes medidas de seguridad que prohíben al condenado comunicar con la víctima o aproximarse a ella, incluye el pago de una indemnización de 4.600 euros el principal lesionado.

Durante el juicio, M.B. apenas pudo recordar mucho de los hechos registrados inicialmente la madrugada del 9 de marzo de 2024, cuando agarró por el cuello a uno de los moradores del inmueble fruto de una disputa por drogas, ni tampoco del incendio posterior en otra planta del edificio que, según los testigos, provocó de forma intencionada.

Igual amnesia esgrimió a la hora de referirse al episodio más grave ocurrido sobre las 16.20 horas del día siguiente al regresar al piso ocupado por las dos víctimas y un tercer inquilino cuando los tres se encontraban comiendo alrededor de un hornillo. Se situó a la espalda de uno de ellos y, sin mediar palabra, arremetió en la cabeza a la víctima de forma sorpresiva con un martillo que llevaba oculto entre sus ropas.

«No me acuerdo de nada, pero es imposible, sería incapaz», insistió M.B, quien mantuvo que se encontraba muy drogado al haber tomado 'karkubi' (una mezcla de hachís y un medicamento llamado Rivotril originaria de Marruecos denominada la 'droga de los pobres') y cocaína.

Desertor en Marruecos

El ahora condenado, además, negó haber amenazado ese día con matar a alguien con el único fin de evitar su deportación a Marruecos, donde está reclamado tras haber huido para no tener que realizar el servicio militar obligatorio.

En ausencia de dos de los testigos de los hechos, que están ilocalizables y cuyas declaraciones en sede judicial fueron reproducidas en vídeo, el joven que recibió los martillazos, Annas A, identificó al condenado, sin ningún género de dudas, como quien esa tarde, mientras se disponía a comer con el resto ante un infiernillo, le agredió brutalmente por la espalda.

«Me disponía a comer el primer cacho de pan y fue entonces cuando sentí que había caído algo sobre mi cabeza, ¡y así hasta más de cuatro veces!», aseguró la víctima, quien quedó semiinconsciente mientras uno de sus compañeros de piso logró desarmar al agresor para que no siquiera golpeándole.

El receptor de los martillazos explicó que el acusado pretendía vivir con ellos en el mismo inmueble pero éstos se habían negado en rotundo debido a su condición de problemático. «No confiábamos en él, tenía constantes cambios de humor y algún problema en la cabeza», añadió la víctima.

Por su parte, los policías nacionales que acudieron al escenario de los hechos relataron que fueron comisionados al inmueble tras recibir el aviso de una reyerta. Una vez allí, se toparon con el acusado cuando salía del edificio, le interceptaron y, una vez dentro, localizaron a la víctima tendida en el suelo sangrando profusamente de la cabeza y también hallaron un martillo en el suelo con restos de cuero cabelludo y sangre.

«Los testigos señalaron al detenido como el autor y explicaron que era un hombre que causaba muchos problemas. De hecho, aseguraron que el día anterior había ocasionado un incendio en el edificio y que desde hacía días amenazaba con matar a alguien con tal de no ser devuelto a su país, donde, al parecer, había desertado del Ejército marroquí», recordaron los agentes.

Los peritos forenses, en cuanto a las heridas sufridas por el principal lesionado, coincidieron al afirmar que la víctima presentaba cuatro heridas incisocontusas en el cuero cabelludo y una subluxación en las primeras vértebras cervicales. Pese a calificar de graves las lesiones, los tres expertos forenses rechazaron que las mismas tuvieran una entidad tal como para ocasionar la muerte.

Pese a ello, la acusación pública mantuvo su calificación frente a la solicitud absolutoria de la defensa, que, con carácter principal, esgrimió como eximente completa, sin éxito, la elevada ingesta de droga de su patrocinado que le hizo perder la cabeza el día de autos.

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