Andrés Amorós
Andrés Amorós

Las razones que evidencian que Cataluña sí es taurina

Es fácil resumir algunos datos irrefutables. Ante todo, la Tauromaquia es un rito que tiene su origen en la cultura mediterránea, de la que forma parte la catalana

Actualizada 04:30

La Monumental de Barcelona, durante el último festejo taurino celebrado en septiembre de 2011

La Monumental de Barcelona, durante el último festejo taurino celebrado en septiembre de 2011EFE

Aunque muchos lo nieguen, con mentiras ignorantes o interesadas –o ambas cosas, a la vez–, la Tauromaquia es una fiesta catalana: tiene allí profundas raíces.
No es una opinión sino un hecho demostrable, desde muchos puntos de vista. Al que quiera informarse fácilmente, con un solo libro, le bastará con leer el del arquitecto e historiador Antoni González Bous, toros i braus. Una tauromàquia catalana, un estudio riguroso, que desmonta muchos tópicos.
Es fácil resumir algunos datos irrefutables. Ante todo, la Tauromaquia es un rito que tiene su origen en la cultura mediterránea, de la que forma parte la catalana. Un solo ejemplo: el culto al toro celeste se da en Ampurias y en Lluchmajor igual que en Santafé y Numancia. Hace unos años, una estupenda exposición, en el Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona lo demostraba ampliamente.

En muy pocas ciudades españolas han funcionado, a la vez, dos hermosas Plazas, como sucedía en Barcelona

La costumbre de correr toros bravos está atestiguada en Fraga y en Barcelona desde 1387, bajo el reinado de Juan I, como mostró el etnólogo barcelonés Joan Amades.
En muchas ciudades y pueblos catalanes sigue muy viva la fiesta del corre-bou. Un ejemplo singular: en Cardona, compartían el juego taurino un torero vestido de luces con los mozos y mozas, como un resumen de la evolución histórica de la Tauromaquia. En Manlleu, hay datos de esto desde 1888.
Estos juegos han dado lugar a una literatura popular, transmitida oralmente. En Vic, en el siglo XIX, se cantaba esta cancioncilla, que traduzco: «Esta es la entrada bovina / que el Xora capitanea / y la canalla torea / al toro con su barretina». Con motivo de los disturbios del 25 de julio de 1835, se divulgó esta coplilla (traduzco): «El día de San Jaime –del año 35– ha habido una bullanga –dentro del Torín» (la vieja Plaza barcelonesa).
En Barcelona ha habido tres importantes Plazas de Toros: El Torín, Las Arenas y la Monumental. Esta última era una verdadera Plaza de temporada: había corridas de toros todos los domingos y muchos jueves, de marzo a noviembre, además de las de Feria. En muy pocas ciudades españolas han funcionado, a la vez, dos hermosas Plazas, como sucedía en Barcelona. Debe verse sobre esto el importante libro de Salvador Balil Forgas Viaje por la Barcelona taurina.
Vista aérea de la Plaza de Las Arenas, en 1991

Vista aérea de la Plaza de Las Arenas, en 1991EFE

Uno de los más importantes empresarios taurinos fue don Pedro Balañá (1883-1965), al que su reciente biógrafo, Josep Guixá, considera «quizá el más importante empresario catalán del siglo XX», nada menos. Fue Gerente de la Plaza Monumental desde 1927 y propietario, desde 1947. Llegó a ser dueño, a la vez, de las tres Plazas de la ciudad. Organizó más de 2.000 festejos. Entonces, se decía que la de Barcelona era «la primera Plaza del mundo».
No han faltado en Cataluña ninguno de los elementos básicos que componen el mundo taurino. Ante todo, sí que ha habido ganaderos; por ejemplo, los de la zona de Tortosa, que hoy proporcionan reses a los correbous.
Ha habido grandes diestros catalanes, como Mario Cabré –también poeta y actor de teatro–, José María Clavel, Enrique Patón y la gran pareja que formaron el tremendista Chamaco, un auténtico ídolo popular, y el clásico Joaquín Bernadó… Ahora mismo, sigue en activo Serafín Marín, que, para subrayar la catalanidad de la Fiesta, hizo una vez el paseíllo llevando en la cabeza una barretina, en vez de la montera.
Serafín Marín realiza el paseíllo con barretina, el gorro tradicional catalán

Serafín Marín realiza el paseíllo con barretina, el gorro tradicional catalánEFE

Pero la Fiesta no se ha reducido nunca al localismo provinciano. En Barcelona tomaron la alternativa nada menos que dos de los mayores toreros de toda la historia, Ignacio Sánchez Mejías y Domingo Ortega. Mi amigo Marcial Lalanda, madrileño, toreó en Barcelona 122 corridas, más que en ningún otro coso.
Ídolos de Barcelona han sido muchos grandes toreros: Carlos Arruza, Luis Miguel Dominguín, Manolo Vázquez, Julio Aparicio, César Girón, Paco Camino, El Viti, Paquirri… Últimamente, José Tomás.
Una de las mejores historias de la Tauromaquia la escribió el catalán Néstor Luján, al que le gustaba disfrutar de las cosas buenas de la vida. Veía en la Fiesta «la belleza estremecida por la caricia de la muerte». Se enamoró de un espectáculo «único, impar, suntuoso y extraño».
En el Museo Picasso de Barcelona pueden admirarse algunas de sus «Tauromaquias». Hoy mismo, Albert Boadella se declara apasionado por la Fiesta , ha sido gran admirador de Manolo Vázquez y José Tomás.
Antes, los políticos nacionalistas respetaban la Fiesta. Nada menos que Jordi Pujol declaró que «quería ser el presidente de los aficionados a los toros y de quienes no lo son». El 5 de septiembre de 1988, Pasqual Maragall, Alcalde de Barcelona, impuso la Medalla de Oro de la ciudad al torero catalán Joaquín Bernadó.
En su libro Desafío al presente, escribió el catalán Juan Segura Palomares: «La afición al toro en tierras catalanas es algo muy, pero que muy anterior a la sardana. Por eso suena a equívoco absurdo tanto afán por borrar huellas y querer ignorar un hecho evidente, que, de alguna manera, contribuye a definir la personalidad cultural mediterránea de los pueblos catalanes». De hecho, en Ceret se siguen celebrando corridas a la catalana, con sardana.
Salvador Espriú llama a España «una extendida piel de toro» («La pell de brau»).
Muchos poetas catalanes han cantado la Fiesta. Así, Guillermo Díaz-Plaja: «Si el ímpetu le empuja, impresionante, –la gracia, con un quiebro de cintura– burla el feroz afán…».
Lorenzo Gomis: «Ven, toro, amor, ven, ven…»
Enrique Badosa: «Esta tarde has dado – el pase de morir que queda escrito».
Serafín con un capote ilustrado con la palabra «Libertad» en la última corrida que acogió la Monumental

Serafín con un capote ilustrado con la palabra «Libertad» en la última corrida que acogió la MonumentalEFE

He visto muchas veces en la Monumental de Barcelona a Pere Gimferrer, uno de los más grandes poetas españoles vivos, en castellano y en catalán. Explica por qué le gusta la Fiesta: «Me atrae del toreo la belleza, el riesgo, la irreversibilidad: es como un poema visual en movimiento». Y concluye rotundamente: «Prohibir los toros es prohibir también a Picasso, Miró y Barceló». (He visto fotos de Joan Miró toreando. Barceló ha diseñado algunos carteles taurinos).
Puedo seguir mencionando citas taurinas catalanas pero no quiero cansar al lector.
¿Qué es lo que ha sucedido últimamente? Un hecho: el 28 de julio de 2010, la Generalitat catalana prohibió las corridas de toros en Cataluña. Presidía el gobierno tripartito (PSC, ERC, ICV) el socialista José Montilla, conocido aficionado a los toros, al que he visto en la Monumental de Barcelona.

El Constitucional derogó la prohibición de los toros en Cataluña. Es decir, que hoy mismo podrían perfectamente anunciarse corridas de toros en Barcelona

Dejo para otra vez el relato detallado de esta prohibición. Baste con recordar que el motivo que se alegó fue la protección de los animales pero la realidad era otra. Lo demuestran dos hechos indiscutibles: en el Parlamento catalán se defendió esa prohibición porque la Fiesta «huele a España» (cita textual).
Además, se prohibieron los toros pero Esquerra defendió los «correbous», el antecedente de las corridas, mucho menos refinado y estético. ¿Por qué? Sencillamente, porque su granero está en una zona donde estos festejos tienen un arraigo popular grande y no podían exponerse a perder votos…
Serafín Marín, a hombros tras la última corrida que acogió La Monumental

Serafín Marín, a hombros tras la última corrida que acogió La MonumentalEFE

José Tomás encabezó el cartel de esa última corrida, donde también toreó Juan Mora

José Tomás encabezó el cartel de esa última corrida, donde también toreó Juan MoraEFE

Un dato final más, que muchos ignoran: el Tribunal Constitucional derogó la prohibición de los toros en Cataluña. Es decir, que hoy mismo podrían perfectamente anunciarse corridas de toros en la Plaza de Barcelona. ¿Por qué no han vuelto a celebrarse, después de la prohibición? Sencillamente, porque el actual empresario de la Plaza, de la familia Balañá, teme las represalias que pudiera sufrir, en sus demás negocios. En Cataluña impera ahora el miedo. No es el primer régimen político donde eso ha sucedido.
La realidad tristísima pero indiscutible es que Barcelona ya no es aquella ciudad abierta a la cultura mediterránea que conocimos. Pero, durante siglos, la Fiesta de los toros ha formado parte de la cultura popular española, incluida la catalana.
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