El presidente de Junts, Carles Puigdemont, en una rueda de prensa desde Bruselas

Carles Puigdemont, en una rueda de prensa desde BruselasNúria Martínez / Junts

Análisis político

La reunión de Sánchez y Puigdemont ya no será suficiente para que Junts vuelva a la mayoría de la investidura

El líder postconvergente ha vuelto a estar dónde quería: en el corazón de la política catalana

El presidente de Junts, Carles Puigdemont, está feliz tras haber sido clave para tumbar los decretos ómnibus, porque ha vuelto al centro de la política catalana, la que realmente le importa. El expresidente de la Generalitat, al igual que Donald Trump, hace política desde X, lanzando mensajes desde su casa, a las afueras de Bruselas, que provocan todo tipo de reacciones 1400 kilómetros más al sur, en España.

El presidente de la Generalitat catalana, Salvador Illa, en una intervención en un acto de UGT se desmarcó de la línea del PSOE, que pretende imputar la derrota en las votaciones en exclusiva al PP para no soliviantar a Junts, y dijo que «alguien ayer se equivocó».

Puigdemont recogió el guante y acusó a Illa ser hacer una política de vasallaje del PSOE alejada de los intereses de Cataluña. El debate político está justo donde Junts quiere: el poder en Cataluña es cosa de Illa o Puigdemont.

La tregua entre Junts y ERC, firmada en la visita que Oriol Junqueras giró a Puigdemont hace poco más de una semana, tras seis meses sin hablarse, se ha roto a las primeras de cambio. En Junts creen que la estrategia de ataque de ERC, acusando a Junts de formar parte del bloque de la derecha y la extrema derecha, está concertada con el PSOE, y que Gabriel Rufián, en realidad, es un ventrílocuo del Gobierno Sánchez.

Junts se revuelve contra ERC

Los portavoces de Junts se han lanzado en tromba contra el PSOE y contra ERC. Ven la oportunidad de recuperar protagonismo y posicionarse ante un posible adelanto electoral, cuestión que ya no descartan. En medio, los Comunes y Sumar, partidos de extrema izquierda que siempre han sido complaciente y obsequiosos con Puigdemont, están incómodos y temen que esta batalla dé al traste con el Gobierno y provoque un adelante electoral que no desean de ninguna manera.

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, pasa ante la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, frente a la ministra de Hacienda, María Jesús MonteroEFE

No solo los voceros oficiales de Junts han salido a la palestra; su corte habitual les ha acompañado. Pilar Rahola ha llamado «bulldog» a Rufián, y Albano Dante Fachín ha dicho que «ERC le hace el trabajo sucio al PSOE».

Desconcierto en el PSOE

Mientras, en el PSOE hay desconcierto. Estaban convencidos de que la visita de Santos Cerdán y Rodríguez Zapatero a la guarida de Puigdemont en Waterloo, el pasado lunes y martes, sería suficiente para lograr el apoyo de Junts: entrar en la «Casa de la República» era una línea roja, y hasta ahora ningún emisario del Gobierno de España había puesto sus pies en un lugar donde Puigdemont recrea la ficción de un falso exilio en el que sí creen miles de sus votantes, que acuden allí cual romería laica.

En las horas previas a la votación, desde Moncloa se intentaron mover todos los hilos posibles y lanzar todo tipo de presiones a Junts mediante llamadas desde las patronales catalanas y otras instituciones con buena interlocución con Junts. Sin embargo, cuando el entorno de Puigdemont da una orden, nadie dentro de su partido se atreve a llevarle la contraria ni a hablar con los medios, por miedo a caer en desgracia.

Tras las dobles calabazas al secretario de organización y el expresidente lobista de Venezuela y China, los socialistas aún llegaron a la votación creyendo que, al igual que sucedió con la votación de los decretos hace un año, en el último instante se llegaría a un acuerdo in extremis como resultado de otra cesión, por inverosímil que esta fuera.

Sin embargo, Puigdemont no solo no estaba dispuesto a ceder, sino que se ha crecido. Si hasta la semana pasada todo apuntaba a que una reunión «al máximo nivel» entre él y Pedro Sánchez podría reconducir las maltrechas relaciones entre ambas partes, ahora desde Junts se descarta la reunión.

Solo quieren celebrarla si antes se cierra un orden del día en el que haya concesiones inmediatas como la cesión de las competencias en inmigración, la fecha de la resolución del Tribunal Constitucional sobre la ley de amnistía o la quita de la deuda del FLA, entre otras cuestiones pendientes.

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