
El presidente de la Corriente Social Cristiana, Josep Miró i Ardèvol
Entrevista
Miró i Ardèvol: «Illa dice que investigar los abusos en Cataluña dañaría a la Iglesia, pero es al contrario»
El presidente de la Corriente Social Cristiana lamenta el nulo interés que hay en conocer la realidad de los abusos sexuales a menores
Josep Miró i Ardèvol tiene claro que la Iglesia Católica lleva al menos 30 años sirviendo de «chivo expiatorio» para desviar la atención sobre la realidad de los abusos sexuales a menores. «Los casos de abusos en la Iglesia son marginales», asegura el presidente de la Corriente Social Cristiana –el antiguo e-Cristians–, que ha estudiado y cruzado todos los estudios relevantes sobre la cuestión en el libro La pederastia en la Iglesia y en la sociedad. El gran chivo expiatorio.
Publicado por Sekotia, el libro se presenta como «un análisis demoledor que revela cómo la ideología y los prejuicios han prevalecido sobre la protección de nuestros menores». En concreto, analiza todos los datos disponibles y concluye que hay un vacío a la hora de abordar este problema, ya que los casos se producen sobre todo en entornos familiares y educativos pero el foco está puesto en las sacristías, que apenas representan el 0,2% del total.
–En el libro asegura que el problema de los abusos sexuales a menores en España no va a menos, sino todo lo contrario.
–Se ha disparado: del 2015 al 2023 los casos de abusos sexuales a menores prácticamente se han triplicado en España, según se desprende el informe anual del Ministerio del Interior. En 2023 se produjeron casi 9.200 casos, que son el 43% del total de delitos contra la libertad sexual. Además, son casos que afectan especialmente a las adolescentes: pese a la fijación que hay con la violencia de género, esta es sistemáticamente ignorada cuando se trata de menores.–¿Tiene cifras específicas de Cataluña?
–Los datos públicos que tenemos no permiten desagregar por comunidades autónomas. Con las cifras de 2023, yo estimo que en Cataluña se deben haber producido unos 2.000 casos. La Corriente Social Cristiana tuvimos una entrevista con el presidente de la Generalitat [Salvador Illa], y le pedimos un informe para conocer la realidad catalana. Según nuestras estimaciones, la probabilidad estadística es que en 2023 se hayan producido unos 225 casos en las escuelas públicas y entre 40 y 50 casos en las federaciones deportivas, también bajo la tutela de la Generalitat.
–¿Cuál fue la respuesta del presidente Illa?
–Nos dijo: «Esto no lo podemos hacer, porque perjudicaría a la Iglesia». Pero es al contrario, porque los casos de abusos en la Iglesia son marginales. Además, aquí el objetivo no es «Iglesia sí» o «Iglesia no», sino saber cuántas víctimas hay y cuáles son los perfiles de los autores, perjudique a quien perjudique. Yo lo que creo es que no tienen tanto interés en indagar acerca de qué está ocurriendo en la escuela pública.

Portada de 'La pederastia en la Iglesia y la sociedad' (Sekotia)
Con todo, continuaremos insistiendo, porque lo primero que hace falta para diseñar una buena política pública sobre los abusos sexuales es tener un buen conocimiento de la realidad, y no obcecarse en mirarlo por la cerradura, porque entonces ves a unos sí y al resto no. Como ciudadanos, hemos de exigir que se haga como en Alemania: un estudio de todos los casos. Solo así tendremos la posibilidad de construir algo sólido para evitarlos.
–Dice que los casos de abusos en la Iglesia Católica son «marginales», y en el libro habla de que se usa como «chivo expiatorio». ¿Qué reflejan los datos?
–Que, mientras en la sociedad los casos crecen con el paso de los años, en la Iglesia disminuyen. El siglo pasado el porcentaje de casos de abusos sexuales a menores ligados a la Iglesia Católica estaba cerca del 1 %, y en esta década estamos en el 0,2 % del total de casos, según todas las fuentes disponibles. Es una magnitud muy pequeña, pero la Iglesia tiene este estigma y no se lo ha sabido sacar.
–Por muy pequeño que sea el porcentaje, un solo caso ya es una tragedia. ¿Cómo valora la respuesta de la Iglesia?
–La Iglesia ha hecho mucho, desde Juan Pablo II hasta Francisco. De hecho, es la institución internacional que más ha hecho y que mejores resultados ha obtenido; lo que ocurre es que la propia Iglesia no lo explica. En el caso de España, difícilmente hay otra institución pública –e incluyo al Estado– que tenga unos procedimientos similares. Pero es importante darlos a conocer, porque si no la Iglesia está participando de una injusticia colectiva.
–Volviendo a Cataluña, visto el «no» del gobierno de la Generalitat, ¿se han puesto en contacto con los partidos de la oposición?
–Estamos en ello. Hace una semana les enviamos a todas las formaciones con representación en el Parlament un escrito con los datos probables estadísticamente de Cataluña, y les hemos pedido que actúen en el ámbito de sus atribuciones parlamentarias para pedir una investigación. Pero de momento no ha respirado nadie.
–Bueno, es que esta semana deben tener la cabeza en Madrid… ¿Cuáles son los próximos pasos?
–Sí, ahora entre los escándalos y las vacaciones todo esto se difuminará, pero en septiembre continuaremos en esta línea. Seguramente esto acabará en una campaña de recogida de firmas, en una manifestación… No es un tema de hoy para mañana.
–¿Cómo valora la respuesta del gobierno de Illa al escándalo de la DGAIA?
–Lo que yo veo es que están intentando difuminar los rastros. No tiene ningún sentido hacer desaparecer la DGAIA y dispersar los registros, distribuyendo competencias, sin haber estudiado bien qué ha pasado y sin un diagnóstico. Esto lo que hace es enmascarar lo ocurrido y dificultar el análisis de la corrupción sistémica que había, o que hay, ahí dentro.