Joan Baldoví junto a Mónica Oltra en un acto de Compromís

Joan Baldoví y Mónica Oltra, en un acto de Compromís, junto a otros dirigentes de la coaliciónEP

Comunidad Valenciana  Compromís acelera su descomposición tras la destitución de la consejera valenciana de Agricultura

La salida de Mireia Mollà, las tensiones internas, el caso Oltra y malas previsiones electorales ponen a la formación nacionalista en su peor momento

No corren buenos tiempos para Compromís. El aura que rodeaba a la coalición nacionalista hasta hace bien poco se ha ido difuminando a un ritmo que parece raro que se vaya a detener, al menos sin que haya graves consecuencias por el camino.

La última crisis interna en la formación la ha protagonizado la ya exconsejera valencia de Agricultura y Medio Ambiente, Mireia Mollà, que ha sido destituida fulminantemente de su cargo.

Si este hecho ya sería lo suficientemente grave en cualquier partido con aspiraciones reales de poder, el caso de Mollà lo es aún más por cómo y cuándo se ha producido. Y es que no se le ha enseñado la puerta de salida del Gobierno valenciano por no poder llevar a buen término una política o promesa determinada. Todo lo contrario. Le han echado días después criticar abiertamente la gestión de buena parte sus compañeros de Gabinete en materia de transición ecológica exigiéndoles en público «más compromiso y más esfuerzo», poniéndose a ella misma como el ejemplo a seguir.

Y tampoco le ha echado directamente el presidente de la Generalitat, que al fin y al cabo es quien tiene las competencias estatutarias para nombrar y destituir a los miembros de su Ejecutivo. De ello se ha encargado la vicepresidenta, Aitana Mas, que para eso ambas son miembros de Compromís.

Las encuestas prevén malos resultados

Si este tipo de asuntos nunca son plato de buen gusto para ningún partido –el último caso fue el choque entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso–, la voladura del edificio orgánico de Compromís le llega, seguramente, en el peor de los momentos.

En siete meses se celebrarán comicios municipales y autonómicos en la Comunidad Valenciana y tanto las expectativas electorales dentro de la coalición como las que otorgan la mayoría de las encuestas no son demasiado halagüeñas para los nacionalistas.

En la región, el vuelco político hacia el centro-derecha podría consumarse en mayo si el Partido Popular y Vox superan en número de escaños al tripartito gobernante de PSPV-PSOE, Compromís y Podem. Los sondeos coinciden en que los populares serían la fuerza más votada, seguida de los socialistas. Por su parte, Compromís experimentaría un fuerte retroceso y su resultado por debajo de lo esperado no le serviría a Puig para mantener la presidencia autonómica. Dicho de otra manera, adiós de un plumazo a todo el poder regional labrado durante ocho años.

Esta descomposición se podría ver acelerada en el ámbito local, donde el PP estaría muy cerca de volver a gobernar en las tres principales alcaldías de la Comunidad. Entre ellas, naturalmente, está Valencia la joya de la corona municipal y que María José Catalá estaría en plena disposición para arrebatársela al actual alcalde y dirigente de Compromís, Joan Ribó.

Si la destitución de Mollà aún está por ver qué efectos internos, sociales y demoscópicos tendrá, nadie o pocos discuten que el bajón que la formación nacionalista espera sufrir –con mayor o menor intensidad– se debe a dos factores claves más allá de la gestión política diaria.

Uno de ellos, sin duda el más relevante y mediático, es el denominado caso Oltra, en el que la exvicepresidenta valenciana y todopoderosa líder de Compromís está investigada por, presuntamente, haber encubierto los abusos sexuales de su marido a una menor de catorce años tutelada por su Consejería.

Aunque a regañadientes tuvo que dimitir y renunciar a todos sus cargos, la imagen pública en particular y la de su partido en general quedaron seriamente dañadas debido a la gravedad de los hechos judicializados. A ello tampoco ayudó que Compromís le montara un acto ad hoc dos días después de su imputación, donde altos cargos, militantes y simpatizantes bailaban y cantaban en señal de apoyo a Oltra.

Continuas luchas internas

El segundo factor importante para entender el resquebrajamiento de la coalición es su constante goteo de luchas internas entre las tres familias que componen Compromís, principalmente entre Més (antiguo Bloc) e Iniciativa.

Si bien es cierto que esos conflictos orgánicos ya estaban instalados desde antes de que comenzara el proceso judicial de Oltra, no lo es menos que su precipitada salida ha dejado sin un referente sólido y firme a la formación y ha desatado lo que se mantenía oculto, que no es sino la clásica lucha por tener, conseguir o mantener cada pata de la coalición su respectiva cuota de poder a nivel interno y con aspiraciones a las elecciones venideras.

De este modo, al ala de Iniciativa, el partido de Mónica Oltra y Aitana Mas, no les sentó especialmente bien que nada más empezar el nuevo curso político, el diputado nacional de Compromís, Joan Baldoví –de Més–, anunciase (para más inri, en La Sexta y no ante la militancia) su intención de presentarse a las primarias para liderar la lista a la presidencia de la Generalitat.

Con todo, podría ser que con la destitución de Mollà, Mas haya querido dar un golpe en la mesa para mostrar su autoridad interna. También es probable que lo haya hecho escenificando su compromiso con el tripartito por encima de intereses partidistas, asumiendo innumerables riesgos, como el que sabe que para hacer una tortilla es necesario romper algunos huevos.

Todo ello es posible y nada descartable. Pero lo que es seguro es que la historia reciente de los partidos políticos en España dice que cuando una formación se instala en este tipo de dinámicas, su futuro se complica exponencialmente según van pasando los días…y las elecciones.

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