El presidente valenciano, Ximo Puig (centro), con la vicepresidenta, Aitana Mas y el vicepresidente segundo, Héctor Illueca.

El presidente valenciano, Ximo Puig (centro), con la vicepresidenta, Aitana Mas y el vicepresidente segundo, Héctor IlluecaGVA

Comunidad Valenciana  Las promesas incumplidas de Puig tienen bloqueadas inversiones estratégicas

El tripartito valenciano mantiene bloqueados proyectos claves como la ampliación del puerto de Valencia o instalaciones de energías renovables

El presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, ha construido su relato económico de cara a las elecciones autonómicas del mes de mayo sobre dos ejes. El primero es el de la reforma fiscal, mediante la que asegura que el 97 % de los contribuyentes valencianos se verán beneficiados por la bajada del IRPF a las rentas de hasta 60.000 euros y el incremento de un diez por cien en todas las deducciones propias de la región.
Más allá del impacto que pudieran alcanzar estas medidas, que se estima entre 150 y 180 millones de euros, es normal que Puig saque pecho, sobre todo teniendo en cuenta la ristra de polémicas y disgustos –a nivel de PSOE, de tripartito valenciano y de la Moncloa- que le ha costado sacarlas adelante.
El segundo eje vertebrador es el que se asienta sobre las inversiones internacionales en la Comunidad. De este modo, ha abanderado política y mediáticamente proyectos como la construcción de una gigafactoría de Volkswagen en Sagunto (Valencia), los nuevos retos de Ford en su planta de Almussafes, también en Valencia o que Amazon edificara un gran centro logístico en el municipio castellonense de Onda.
Pero, y con el aviso de abandono por parte de Volkswagen al no concederle el volumen de ayudas, tanto nacionales como autonómicas, prometidas en un primer momento como telón de fondo, ¿es tanto el volumen de grandes inversiones extranjeras como para poder sostener en el tiempo un relato de ese tipo?
Al respecto, el portavoz adjunto del Partido Popular en las Cortes Valencianas, Miguel Barrachina, desmonta el castillo de naipes de Puig de que la Comunidad es un polo de atracción de multinacionales: «En lo que llevamos de año, solo representamos el 2,25 % de la inversión extranjera a nivel nacional» frente al 70 % de la Comunidad de Madrid que, aunque goza del llamado 'efecto capitalidad' «no tiene puerto y muchas de esas empresas sacan y meten sus mercancías por el de Valencia», recalca el popular.

Sí a la ampliación del puerto...de Barcelona

Lejos de ser una anécdota, los datos en este ámbito llevan camino de convertirse en una categoría. Según las cifras que aporta Barrachina, la Comunidad Valenciana acogió en 2021 el 2,9 % y en 2020, el 1,4 % de los nuevos negocios internacionales en España. Por tanto, el parlamentario rebaja la euforia de Puig y recuerda que lo invertido por empresas como Volkswagen o Ford «ya está dentro de ese porcentaje».
Preguntado sobre esos sorprendentes datos en una comunidad de las más relevantes, con importantes plazas turísticas, AVE y varios aeropuertos, el diputado del PP señala que la principal causa es que el propio Gobierno autonómico «se autoboicotea y mantiene infraestructuras bloqueadas».
Una de ellas sería el puerto de Valencia, de cuya ampliación reniega el principal socio de Puig, Compromís. De hecho, Barrachina indica que los «nacionalistas valencianos, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), Unidas Podemos y EH Bildu registraron en el Congreso de los Diputados una iniciativa para demoler la parte de la ampliación que ya se ha construido, aunque fue rechazada».
Paradójicamente, el popular afirma que esas formaciones han llegado a hacer charlas en Valencia para dar a conocer las bondades que tiene ampliar el puerto…pero «el de Barcelona».
En lo referente a los impuestos, a tenor de lo que expone Barrachina, no parece que la política fiscal de Puig vaya a servir para atraer más negocios: «Imagino que a los grandes inversores y a los grandes directivos no les interesará pagar, con la reforma, el 55 % del IRPF más otros impuestos propios como Patrimonio o Sucesiones», ironiza.
A este último extremo, cabe destacar que, aunque Puig siguió la estela marcada por Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso a la hora de deflactar el impuesto sobre la Renta, a la par ha subido los tipos máximos de esta, así como Patrimonio y la compra de viviendas de más de un millón de euros.
Esto ha provocado que la Comunidad Valenciana se haya convertido en la segunda región española con mayor presión fiscal, únicamente superada por Cataluña, lo que para Barrachina es sinónimo de «menos competitividad». Por todo, el popular considera que el tripartito de izquierdas de PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem actúan «como un repelente» para las inversiones.
Otro asunto en el que la gestión de Puig y sus aliados podría estar ahuyentando la prosperidad económica y empresarial de la Comunidad es el que concierne a las energías renovables.
A este respecto, la portavoz de Ciudadanos en las Cortes Valencianas, Ruth Merino, lamenta que de los 430 expedientes en proyectos de renovables, «cerca de 400 estén a la espera» de ser aprobados, aspecto que resalta porque «se llenan la boca hablando de ecologismo y transición ecológica».
Como consecuencia, la parlamentaria critica que esa «parálisis inadmisible» esté poniendo en jaque la creación de «30.000 puestos de trabajo» y mantenga «miles de millones atascados».
Merino enlaza este tema con el de Volkswagen, del que dice que si, finalmente, no se instala en Sagunto, será «todo un fracaso de Puig» porque «promete y promete, pero no cumple».
Sobre ello, Barrachina compara el modelo valenciano con el de «otras comunidades vecinas». «Durante los años del tripartito se ha aumentado la capacidad para renovables un 4 %, mientras que en Murcia se ha duplicado». Frente a ello, el diputado del PP señala que este hecho no es «porque en Murcia sean mejores», sino porque en la Comunidad Valencia «el trámite cuesta un año y allí un día».
Por tanto, si para Merino la gestión de Puig a la hora de captar grandes proyectos internaciones es una sucesión de políticas «regresivas, poco ambiciosas y empobrecedoras», Barrachina es más sucinto y lo define como «ridículo universal».
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