Clientes comprando en un puesto del Mercado Central de Alicante

Imagen de unos clientes comprando este jueves en un puesto del Mercado Central de AlicanteNSM

Los clientes, ante la 'invasión' marroquí de frutas y verduras: «Prefiero comprar menos y que sea de España a llegar a casa y tener que tirarlo»

Los vendedores y consumidores explican a El Debate por qué siguen apostando por el producto nacional pese a la presión de precios bajos del exterior

El Mercado Central de Alicante sigue siendo un punto de encuentro clave para quienes aún apuestan por el comercio de cercanía y el producto nacional. En sus pasillos, donde se entremezclan los aromas de frutas frescas y las voces de los vendedores, se percibe con claridad un malestar creciente: la entrada masiva de frutas y hortalizas procedentes de Marruecos ha alterado las reglas del juego. Así lo han confirmado a El Debate los comerciantes consultados, que denuncian una situación cada vez más «insostenible». La calidad sigue siendo el estandarte del producto español, pero los bajos precios del género del norte de África, unido a la presión de nuevas fruterías regentadas por extranjeros y al encarecimiento de la producción por los recortes hídricos, han hecho mella en la clientela y en los márgenes del comercio local.

Los datos lo avalan. Tal como informó recientemente El Debate, en el primer trimestre de 2025 España ha importado 191.906 toneladas de frutas y hortalizas desde Marruecos, un 22 % más que en el mismo periodo del año anterior. Productos como el tomate, el aguacate, el pimiento o el arándano se han convertido en los grandes protagonistas de estas importaciones, desplazando en muchos casos al producto nacional. Según la Federación Española de Productores Exportadores (FEPEX), esta avalancha se explica por la disparidad normativa entre ambos países. En Marruecos, los estándares sanitarios, laborales y medioambientales son mucho más laxos, lo que permite ofrecer precios mucho más competitivos. Pero esa ventaja en los números tiene consecuencias reales en los puestos de mercado.

Siempre miro el origen. La fruta y la verdura tienen que ser frescas, por eso vengo al mercado. El producto español hay que defenderlo, es mejor que el marroquíVictoria, clienta del Mercado Central de Alicante

«El cliente se fija mucho si es producto nacional o marroquí», comenta Juani, vendedora veterana del mercado. Lo hace con la tranquilidad de quien conoce a su clientela y sabe que, en muchos casos, el precio no lo es todo. «El producto español no puede competir por precio, tiene que hacerlo mediante la calidad», añade. Una opinión que comparte Noelia, quien ha asegurado que en su puesto procuran no traer género marroquí: «Es un producto más barato porque no pasa tantos intermediarios ni controles. Pero en calidad no pueden competir. Nosotros trabajamos con producto de kilómetro cero, y eso lo nota el cliente». Aun así, admite que cada vez es más habitual que la gente pregunte por el origen del producto, y en algunos casos, decidan no comprar al ver que es marroquí.

Género de un puesto del Mercado Central de Alicante

Género de un puesto del Mercado Central de AlicanteNSM

Entre los compradores, la división es clara. Algunos, como Victoria, tienen muy presente de dónde viene lo que compran: «Siempre miro el origen. La fruta y la verdura tienen que ser frescas, por eso vengo al mercado. El producto español hay que defenderlo, es mejor que el marroquí». Otros como Ana, que asegura mirar tanto el precio como el origen, se muestran tajantes: «Yo, si es de Marruecos, no lo compro. Prefiero comprar menos y que sea de aquí, a llegar a casa y tener que tirarlo». Pero no todos siguen ese criterio. María Ángeles reconoce que no se fija en el origen, solo en el precio y el aspecto del producto: «Miro que esté bueno, pero no me interesa pagar de más». Rubén, por su parte, también prioriza el precio, aunque matiza que prefiere comprar en el mercado, confiando en que lo que encuentra allí es nacional: «Prefiero pagar un poco más aquí que en el supermercado. Asumo que lo que me venden es de aquí».

Con menos agua, todo se encarece. Y si dejamos entrar sin filtro el producto marroquí, lo nuestro se queda sin espacioVanesa, vendedora del Mercado Central de Alicante

La competencia con las fruterías de bajo coste también ha surgido como un punto de fricción. El Debate ha acudido a uno de estos establecimientos, regentado por ciudadanos pakistaníes, aunque no ha sido posible recabar declaraciones porque no hablaban español. Desde los puestos del mercado, los comerciantes no dudan en señalar que estos negocios están afectando a sus ventas. «Nos han hecho perder algo de clientela, sobre todo la que va solo a buscar precio», afirma Noelia. «No compran primera calidad, algunos van a Mercalicante como nosotros, pero se quedan con lo más barato, lo que nosotros descartamos». Pablo denuncia que se han otorgado demasiadas licencias a estos negocios: «Tienen horarios 24 horas y eso castiga al comercio local. A la larga, es una competencia desleal».

Las consecuencias del recorte hídrico

A esta situación se suma otro factor que preocupa especialmente a los comerciantes alicantinos: el recorte del trasvase Tajo-Segura. La escasez de agua en la zona amenaza con encarecer la producción agrícola, dificultando aún más la competencia con el producto extranjero. «El recorte del trasvase es una barbaridad», afirma Pablo con contundencia. «Nos afecta a todos. Si suben los costes de los agricultores, sube el precio final, y al final se beneficia el producto del norte de África». Vanesa coincide: «Con menos agua, todo se encarece. Y si encima dejamos entrar sin filtro el producto marroquí, lo nuestro se queda sin espacio». Noelia lo resume así: «Se nos suben los costes por todas partes y encima se permite que entren productos sin los mismos controles. No hay forma de competir así».

Productos alicantinos en el Mercado Central

Productos alicantinos en el Mercado CentralNSM

Pese a todo, el sentimiento general entre los comerciantes del Mercado Central de Alicante no es de rendición, sino de resistencia. Carmen, que presume de trabajar exclusivamente con género nacional, lo tiene claro: «Podemos competir perfectamente con Marruecos, porque nosotros ofrecemos calidad. El que viene aquí lo sabe y lo busca». Gregor, vendedor de origen búlgaro, también defiende el producto español: «La gente pregunta mucho por el origen. Se fijan, sobre todo, en la calidad, más que en el precio». Porque en este mercado todavía hay espacio para el trato directo, para saber de dónde viene lo que uno compra y para defender un modelo que, aunque cada vez más amenazado, aún se mantiene en pie.

Mientras las cifras oficiales marcan récords de importación y la competencia crece al amparo de normativas desiguales, en los puestos del Mercado Central se libra una batalla más modesta, pero no menos significativa: la de quienes siguen apostando por lo cercano, lo fresco y lo seguro. Como Ana, que con su bolsa de verduras en la mano lo ha resumido con una frase que bien podría ser el lema de muchos: «Prefiero menos, pero bueno. Lo barato, al final, sale caro».

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