Embarcadero de Tabarca

Imagen de archivo del embarcadero de TabarcaNueva Tabarca, vía Facebook

Tabarca  ¿Qué se puede ver en dos días en la isla poblada más pequeña de España?

Tabarca esconde algunos de los tesoros más desconocidos del Mediterráneo español

A escasos kilómetros de la costa de Alicante, en plena luz del Mediterráneo, se alza la isla de Tabarca, un pequeño paraíso que, pese a sus dimensiones reducidas, encierra una riqueza natural, histórica y cultural difícil de igualar. Se trata de la única isla habitada de toda la Comunidad Valenciana y, al mismo tiempo, la más pequeña con población estable de España. Con apenas 1.800 metros de largo por 400 de ancho, este diminuto islote consigue atrapar a quienes lo visitan con un viaje que no solo es geográfico, sino también temporal, como si se desembarcara en otra época.

Isla de Tabarca (Alicante)

Imagen de la isla de Tabarca vista desde arribaAyuntamiento de Alicante

A pesar de contar hoy con apenas medio centenar de residentes permanentes, Tabarca vive volcada en el turismo. Cada verano, miles de visitantes llegan a bordo de los barcos que zarpan desde puertos cercanos como Santa Pola, Alicante o Benidorm. El trayecto ya es una experiencia en sí mismo, muchas embarcaciones ofrecen fondos de cristal que permiten observar la riqueza marina, preludio de lo que espera al llegar a la isla. Y una vez allí, el viajero se ve envuelto por el encanto de un casco histórico declarado conjunto histórico-artístico, rodeado por murallas centenarias y repleto de calles blancas que conservan el trazado original del siglo XVIII.

Primer día en la isla

Una escapada de dos días permite descubrir la isla con calma, saboreando cada rincón. El primer día es ideal para recorrer el núcleo urbano y su patrimonio arquitectónico, como la Iglesia de San Pedro y San Pablo, la Casa del Gobernador, las tres puertas de entrada a la isla (San Miguel, San Gabriel y San Rafael), la Torre de San José y el faro, situado en una zona más alta desde donde se obtienen vistas espectaculares del mar.

Muralla de Tabarca

Imagen de archivo de la muralla de TabarcaTurismo Comunidad Valenciana

También merece la pena acercarse al antiguo cementerio y a los restos de la almadraba, testigos del pasado pesquero de la isla. Y, por supuesto, acabar la jornada con un baño en la playa de Tabarca mientras cae el sol es una experiencia inolvidable. Para cenar, nada mejor que probar el caldero tabarquino, un plato típico marinero que concentra todo el sabor de la isla.

Segundo día en Tabarca

El segundo día debe reservarse para explorar la parte más salvaje y natural de la isla, como es su reserva marina, la primera creada en todo el país. Sus aguas cristalinas son hogar de una gran variedad de especies marinas, lo que convierte al snorkel en una actividad imprescindible. Basta con unas gafas y un tubo para maravillarse con los fondos rocosos y sus habitantes. La visibilidad es excelente y, con algo de suerte, incluso pueden avistarse bancos de peces o pulpos escondidos entre las rocas. Si se dispone de una cámara acuática, es el lugar perfecto para capturar imágenes únicas.

Antes de regresar al continente, una última parada en el Museo Nueva Tabarca ayuda a comprender mejor la historia, la cultura y la biodiversidad de esta isla especial. No es solo un destino turístico, es una pequeña cápsula del tiempo que guarda memoria de piratas, pescadores y repobladores genoveses, todo ello bañado por el azul intenso del Mediterráneo. Dos días bastan para recorrerla, pero no para olvidarla. Porque Tabarca, una vez conocida, deja la certeza de que siempre merece la pena volver.

Faro de Tabarca

Imagen de archivo del faro de TabarcaTurismo Comunidad Valenciana

La historia de Tabarca es tan singular como su entorno. Conocida en la antigüedad como Planesia, la isla fue escenario de naufragios romanos, cuyos restos aún yacen bajo sus aguas. En épocas más turbulentas, sirvió de refugio para piratas berberiscos, que desde allí asolaban la costa levantina. Para poner fin a estas incursiones, el rey Carlos III decidió en el siglo XVIII fortificar la isla y repoblarla con un grupo de genoveses liberados de la esclavitud en la isla tunecina de Tabarka. Aquel gesto de Estado no solo le dio a Tabarca su nombre actual, sino también una identidad propia que todavía pervive en sus calles, en su arquitectura militar y en los apellidos de algunos de sus vecinos.

La gastronomía de Tabarca es un reflejo del mar que la rodea y de su herencia pesquera. En la isla, comer no es solo una necesidad, sino una experiencia que forma parte esencial del viaje. La cocina tabarquina se basa en productos frescos del Mediterráneo y en recetas tradicionales que se han transmitido de generación en generación. Platos como el caldero, el arroz a banda, la fideuà marinera o el pescado fresco a la plancha son protagonistas en la mayoría de los restaurantes del lugar.

Entre los locales que ofrecen cocina local, uno ha alcanzado una fama especial gracias al testimonio de un visitante muy célebre. Como informó El Debate, el luchador de artes marciales mixtas Ilia Topuria, campeón del peso ligero de la UFC y vecino de Alicante desde hace más de una década, no dudó en afirmar que su restaurante favorito de toda España se encuentra precisamente en Tabarca. Se trata del 'Nou Collonet', un restaurante familiar con terraza al mar que conjuga sencillez, calidad y tradición. Allí, por unos 25 o 30 euros, se pueden degustar menús completos con entrantes, arroz marinero y postres caseros, en un entorno privilegiado. Más allá de los menús cerrados, en su carta destacan los pescados de lonja, la gamba roja a la plancha y los calamares de potera, productos que llegan directos del mar a la mesa y que encajan a la perfección con la esencia de la isla.

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