Campo de cítricos abandonado
La alerta por la sequía amenaza a Alicante: el Gobierno pide reducir el consumo de agua mientras recorta el trasvase Tajo-Segura
La provincia de Alicante vive un momento decisivo en materia hídrica. Las lluvias registradas en los últimos días han supuesto un alivio pasajero, pero no logran modificar la tendencia de fondo: la cuenca del Segura se acerca a niveles críticos de almacenamiento. Según los últimos datos de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), correspondientes al 1 de septiembre, el subsistema cuenca se encuentra en prealerta con un índice de 0,348, apenas 0,048 puntos por encima del umbral de alerta. La estadística confirma que el margen de seguridad se reduce semana tras semana y que el sureste español encara un final de año hidrológico bajo máxima presión.
La CHS advierte de que el volumen embalsado en la demarcación asciende a 46 hectómetros cúbicos, una cifra muy cercana a los 40 hm³ definidos como «embalse muerto», nivel en el que el agua únicamente puede emplearse para usos ecológicos. Esta situación compromete de manera especial a las unidades territoriales de cabecera y margen izquierda del río Segura, donde la escasez es ya patente. En otras zonas de la cuenca, la situación se mantiene bajo parámetros de normalidad, pero el equilibrio es frágil y depende directamente de la evolución de las precipitaciones en los próximos meses.
Pese a ello, el organismo de cuenca asegura que, si se mantiene la disciplina en el consumo, podrá garantizarse el suministro para regadío e industrias hasta finales de septiembre sin necesidad de restricciones adicionales. El abastecimiento humano, recalca, no está en riesgo ni en la recta final del actual ejercicio ni en los primeros meses del siguiente, que arranca el 1 de octubre.
Llamamiento a contener el consumo
Con el índice del sistema trasvase en 1,0 y el índice global en 0,674, los parámetros generales aún permiten descartar la declaración de excepcionalidad prevista en el Plan Especial de Sequía. Sin embargo, la CHS -dependiente del Gobierno- ha lanzado un llamamiento expreso a todos los usuarios: es necesario moderar los consumos, y más aún en este tramo final del año hidrológico. El mensaje se dirige especialmente a los regantes, que deben ajustar sus demandas a los desembalses autorizados por la Comisión de Desembalse para evitar tensiones en el inicio del nuevo ciclo.
Agua embalsada por cuencas en España
La gestión del agua en el sureste español exige, por tanto, un delicado equilibrio. La ausencia de sequía prolongada en lo meteorológico no impide que la escasez de reservas siga siendo un problema estructural. De hecho, los indicadores comparativos lo reflejan con claridad: mientras la cuenca del Segura apenas retiene el 22,5 % de su capacidad total (257 hm³), el Tajo dispone del 68,5 % (7.580 hm³). Este contraste se repite con otros ríos de la península, como el Duero o el Ebro, ambos por encima del 60 %.
Alicante, entre la sequía y los recortes
En paralelo, el Gobierno ha aprobado un marco de explotación del trasvase Tajo-Segura que reducirá de forma progresiva los caudales disponibles para el sureste. A partir de 2027 -o antes, si prosperan los recursos judiciales en curso-, los nuevos caudales ecológicos y las modificaciones de los niveles de referencia recortarán en más de 90 hectómetros cúbicos anuales las transferencias hacia el Segura.
Para una provincia que depende en gran medida del trasvase, tanto para el abastecimiento urbano como para el regadío intensivo de la Vega Baja, esta doble amenaza supone un golpe difícil de encajar. Los datos actuales ilustran la paradoja: mientras el presente ejercicio hidrológico cerrará como uno de los más generosos de la última década, con 480 hectómetros cúbicos transferidos y 91 destinados a consumo urbano, los cambios normativos anticipan un futuro con mayor riesgo de cortes. El propio Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (Cedex) prevé que con los nuevos umbrales se duplicará la probabilidad de que no se produzca ningún trasvase.
Un equilibrio cada vez más frágil
La combinación de factores sitúa a Alicante en una posición difícil. Por un lado, la escasez estructural de la cuenca del Segura amenaza con llevar los embalses a un umbral crítico, lo que obligaría a priorizar únicamente los usos ecológicos. Por otro, el recorte de las aportaciones del Tajo compromete el modelo agrícola y urbano que se ha consolidado en la provincia en las últimas décadas.
La falta de infraestructuras alternativas plenamente operativas, como la ampliación de desaladoras o los programas de reutilización de aguas, añade incertidumbre a corto plazo. Mientras tanto, el debate sobre la gestión del agua se intensifica y vuelve a poner en evidencia las diferencias territoriales: un Tajo rebosante frente a un Segura exhausto.
En el centro del conflicto hídrico
La situación de sequía en Alicante, unida a los recortes del trasvase, convierte a la provincia en el epicentro del conflicto hídrico en España. El Gobierno defiende que las medidas adoptadas en el Tajo responden a criterios medioambientales, mientras que desde el sureste se perciben como un nuevo agravio. Con la cuenca del Segura acercándose a niveles críticos y las reservas del trasvase amenazadas, el futuro hídrico de Alicante se proyecta más incierto que nunca.
En este escenario, la alerta por sequía deja de ser una circunstancia coyuntural para convertirse en un elemento estructural que condiciona la planificación agrícola, industrial y urbana de toda la provincia. La gestión de los próximos meses será decisiva para evitar que el sureste español cruce el umbral de un escenario de restricciones severas.