Imagen de una de las manifestaciones contra Carlos Mazón por la dana

Imagen de una de las manifestaciones contra Carlos Mazón por la danaEFE / Ana Escobar

La izquierda se aferra al insulto y a inflamar las calles para seguir rentabilizando la tragedia de la dana

La salida de Mazón no aplaca a unos socialistas, independentistas y comunistas envalentonados que siguen utilizando el trazo grueso y la descalificación para alcanzar sus intereses partidistas

Aunque estos días se cumplen 50 años de la muerte de Franco y de la instauración de la Monarquía Parlamentaria con Juan Carlos I como máximo exponente de ello, a lo largo del año no pocas personas añoran los tiempos de la Transición viendo el comportamiento de determinados políticos actuales, muy alejados del sentido de Estado, de tener rivales pero no enemigos, de respetarles y de no caer en el 'todo vale' con tal de cumplir con los intereses de determinadas siglas. Al respecto, calificativos como «espectáculo», «vergüenza» o «lamentable» suelen ser bastante utilizados por el pensamiento crítico.

En este sentido, la actitud de la izquierda en relación a la dana del 29 de octubre de 2024 en Valencia y de la situación política e institucional que de ella ha derivado es buen ejemplo de cómo ciertos representantes públicos han abandonado por completo las formas y la cortesía parlamentaria mínimas y las han sustituido por un tuit, por un lenguaje soez, por el insulto sin medias tintas o con la utilización partidista de una tragedia.

En lo estrictamente político, el PSOE y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) han dado en los últimos días buena muestra de lo referido a cuenta de la comparecencia en el Congreso de los Diputados del presidente de la Generalitat Valenciana en funciones, Carlos Mazón, a cuenta de la riada. Mención aparte merecería Ione Belarra, confesando haberse leído un documento que, en palabras del 'popular', «no existe». En cuanto a la socialista, la salida de tono de la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, ha sido más que notable. La también secretaria general del PSPV-PSOE y aspirante a presidir la Comunidad Valenciana no dudó en llamar «inútil» e «idiota» al todavía mandatario.

Lo hizo aludiendo a que si alguien no sabía lo que estaba pasando el día de las inundaciones es que cumple los requisitos para serlo. Su justificación para llegar a usar esos términos también resulta llamativa: «Es que ya no hay más palabras», se escudó, evitado reconocer que el Diccionario de la Lengua Española recoge, al menos, cientos de vocablos para definir el contexto en la región sin necesidad de recurrir al insulto.

Por ideología, por partidismo y por alianza en el Congreso, quizás a Morant se le haya pegado algo de Gabriel Rufián. El independentista es un experto y un habitual en lo que shows parlamentarios se refiere. Es cierto que atrás quedaron sus intervenciones con esposas o con impresoras en una Cámara Baja de la que hace años se mostraba seguro que hoy día no estaría gracias a que sería realidad una Cataluña como estado propio.

En lo referente a Mazón, quizás la calificación de «excesivo» se quede corto a la hora de definir su comportamiento en la comisión de investigación en la que compareció Mazón. De hecho, algunos analistas han coincido en que fue un «matón de patio de colegio». En su intervención llamó al presidente de la Generalitat «inútil», «mentiroso», «incapaz», «miserable», «homicida» y «psicópata».

Ahora bien, como suele pasar en estos casos, también hay alguien que a los ‘abusones’ le suele parar los pies. Esa tarea la realizó la diputada del PP en el Congreso Cayetana Álvarez de Toledo durante la sesión de control al Gobierno el pasado miércoles: «Se comporta como un cafre. Y encima desmemoriado. ¿Qué hacía usted en la mañana de la dana? Asaltar Radiotelevisión Española», le espetó ante un Rufián con su habitual sonrisa irónica.

Con este panorama, no es de extrañar que determinadas actitudes que se llevan a término en los parlamentos como si fueran las más normales del mundo se den también, cuando no se vean acrecentadas, en las calles. Las manifestaciones contra Mazón de cada final de mes desde el pasado noviembre sirven a la perfección para ilustrarlo. De ser marchas por las víctimas han pasado a ser meros instrumentos propagandísticos no ya para la reafirmación propia, sino para el simple desgaste del que consideran enemigo.

En aras de que todo ello fructifique, asociaciones radicales de todo tipo, desde comunistas hasta secesionistas y sindicatos con clara afinidad política, todo ellos azuzados desde algunos partidos de izquierdas, no han dudado un momento en llamar «asesino» o «criminal» a Mazón, culpándole exclusivamente a él de las 229 víctimas mortales de la riada, excluyendo de cualquier mínima responsabilidad al Ejecutivo central y deseándole que acabe en prisión.

Pocas o ningunas palabras para los fallecidos. Por el contrario, muchas banderas esteladas, republicanas, del PCE. Tampoco se oyen exigencias para que las ayudas del Gobierno de Pedro Sánchez lleguen más ágilmente y que muchas de ellas no estén sujetas a pagar intereses. Por no hablar de pancartas contra el socialista, que aparecieron en la primera protesta y que pronto desaparecieron. Por si fuera poco, y ya con Mazón dimitido, ahora el objetivo ha cambiado: de «Mazón dimisión» se ha pasado a «Consell dimisión» y «Partido Popular, partido criminal».

El próximo capítulo de este serial tendrá lugar el próximo día 29. Ante esta nueva manifestación, asociaciones como la independentista Acció Cultural del País Valencià, que es una de las acusaciones populares en la causa penal sobre la gestión de la dana, ya ha convocado para intentar «hacerlos caer», en relación a todos los dirigentes del PP. Las consignas, más de lo mismo.

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