Vivienda okupada en el municipio alicantino de Petrel

Vivienda okupada en el municipio alicantino de PetrelContraocupacion, vía Facebook

Una red clandestina «vende» pisos vacíos para okupar en Alicante: visitas de madrugada y tarifas de hasta 4.000 euros

La okupación se ha convertido en uno de los focos de preocupación más crecientes en Alicante. La dificultad para acceder a una vivienda convive con el temor de muchos propietarios a perder sus pisos durante meses o años, atrapados en procesos judiciales largos y costosos. En ese escenario, algunos barrios viven una situación mucho más grave de lo que reflejan las estadísticas: la aparición de un mercado negro que ofrece pisos vacíos para ser ocupados a cambio de dinero.

En la zona Norte de la ciudad, según testimonios recabados por El Debate, ha empezado a operar una red que «vende» el acceso a viviendas deshabitadas. Las tarifas van de los 1.500 a los 4.000 euros. Las visitas se realizan de madrugada y los pagos son siempre en efectivo. La intermediaria más visible, una joven conocida en el barrio, anuncia en sus estados de WhatsApp que tiene «pisos en venta», según aseguran sus contactos, que han mostrado a este periódico.

Los vecinos describen un barrio cada vez más degradado, donde algunos inmuebles permanecen vacíos porque los dueños llevan tiempo sin atreverse a volver. Aseguran que esa ausencia facilita que determinados grupos detecten oportunidades para lucrarse. Lo que antes eran bloques habitados por familias trabajadoras se ha transformado en zonas donde la inseguridad, los enganches ilegales y la presencia de pisos ocupados se han vuelto habituales.

Tarifas marcadas y visitas nocturnas

Los testimonios recabados dibujan un sistema con reglas propias. Un piso cerca de la parada del TRAM de Requena, por ejemplo, se ofrece por unos 2.000 euros. Otro, situado junto al supermercado Dia de la avenida Gastón Castelló, cuesta 1.500. Las visitas se hacen de madrugada para evitar preguntas y, sobre todo, para no coincidir con la policía o propietarios que pudieran sorprender a los intermediarios mostrando pisos ajenos.

Bloque de viviendas con okupas en el barrio del Carmen de Alicante

Bloque de viviendas con okupas en el barrio del Carmen de AlicanteEVHA

El negocio no se limita a viviendas embargadas o abandonadas. Uno de los casos relatados lo ilustra: un supuesto comprador, preocupado por perder el dinero si aparecían los dueños legítimos, recibió esta respuesta por parte de los intermediarios: «El otro día vendimos un piso por 4.000 euros en Juan XXIII y era de propietarios, no de banco. Y no los han echado». La frase buscaba disipar dudas. Para los vecinos, es también un signo claro de la sensación de impunidad con la que se mueven.

Un negocio que no es nuevo

Como ya informó El Debate, la zona Norte acumula desde hace años un entramado de personas que han profesionalizado la okupación. Entre ellas figura un individuo conocido en el barrio por abrir y entregar viviendas vacías a cambio de dinero. Su sistema es sencillo: vigila pisos deshabitados durante semanas, accede sin dejar rastro y los prepara para terceros. Según los testimonios, no es el único; en la zona «hay varias personas que viven de esto» y alimentan un mercado negro cada vez más activo.

Barrios en alerta permanente

La zona Norte, con alta densidad de población extranjera y un historial de conflictos de convivencia, se ha convertido en el epicentro del problema. Los casos de pisos okupados tras la marcha temporal de sus dueños van en aumento. Y con ellos, los enfrentamientos vecinales, los enganches ilegales y los inmuebles convertidos en focos de inseguridad.

Muchos vecinos reconocen que viven pendientes de que las viviendas de familiares o las suyas propias no queden demasiado tiempo vacías.

Una respuesta institucional que no llega

El año pasado, y tras la presión de Vox al PP, el Ayuntamiento puso en marcha una oficina antiokupación para asesorar a afectados y coordinar actuaciones con la policía. Pero en los barrios donde el fenómeno es más intenso, la sensación es que la medida no ha frenado el problema. Los desalojos rápidos son pocos, los trámites judiciales siguen siendo largos y la presencia de intermediarios que cobran por forzar pisos vacíos alimenta la idea de que todo el barrio conoce este negocio y nadie lo detiene.

Algunos propietarios recurren a empresas privadas para recuperar sus viviendas ante la falta de respuestas más ágiles. Mientras tanto, los anuncios de «pisos en venta» siguen circulando. Y los vecinos temen que, sin una intervención más firme, este mercado clandestino siga creciendo.

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