El general Amador Enseñat y Berea, en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
Ejército de Tierra El Jefe de Estado Mayor del Ejército plantea «una relación más equilibrada con EE.UU. si fructifica el rearme europeo»
«Desde hace años, Estados Unidos quiere compartir los costes, sin compartir el liderazgo, y los Estados europeos querrían compartir el liderazgo sin asumir los costes», afirma el general Enseñat en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
El general Amador Enseñat y Berea, jefe de Estado Mayor del Ejército (JEME), ha planteado que este podría ser el momento de acordar «una relación más equilibrada entre las dos orillas del Atlántico», si el plan de rearme europeo fructifica y los Estados Unidos disminuyen su presencia en Europa, y siempre «en un contexto de lealtad, necesidad e interés mutuos». Porque «desde hace años, Estados Unidos quiere compartir los costes, sin compartir el liderazgo, y los Estados europeos querrían compartir el liderazgo sin asumir los costes'», afirmó.
Enseñat hizo esta reflexión la pasada semana durante su intervención en el pleno de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, donde analizó el Libro blanco para la defensa europea-Preparación 2030 y el Plan para ReArmar Europa-Preparación 2030, dos relevantes documentos que se presentaron el pasado 19 de marzo.
Cubrir brechas críticas
El académico explicó que la finalidad del Libro Blanco «no es más, pero tampoco menos, que presentar soluciones para cubrir brechas críticas de capacidades, seguir apoyando a Ucrania, construir una base industrial de defensa sólida y proponer formas para que los Estados miembros inviertan masivamente en defensa».
Y el Plan ReArmar Europa «permitirá un gasto de más de 800.000 millones de euros proporcionando palancas financieras a los Estados miembros para impulsar un aumento de inversión en las capacidades de defensa», dijo.
Inversiones masivas a largo plazo
Según expuso, el Libro Blanco considera que «la reconstrucción de la Europa de la defensa requerirá, durante un período sostenido, inversiones masivas tanto públicas como privadas».
Para ello, la Comisión, a través del Plan ReArmar Europa, identifica cinco pilares:
Un nuevo instrumento financiero específico, SAFE (Security Action for Europe), de hasta 150.000 millones de euros, para proporcionar asistencia financiera, en forma de préstamos, a los Estados miembros.La activación coordinada de la Cláusula Nacional de Escape del Pacto de Estabilidad y Crecimiento durante cuatro años.Mayor flexibilización de los instrumentos existentes en la UE para permitir una mayor inversión en defensa, en particular a través de la revisión voluntaria de las políticas de cohesión.Contribuciones del Banco Europeo de Inversiones.Y la movilización de capital privado, ya que la inversión pública es indispensable pero no suficiente.
Enseñat hizo una serie de consideraciones sobre las limitaciones del Libro Blanco para la Defensa Europea, y advirtió de que su título «puede inducir a error sobre su contenido». Según explicó, «no trata sobre la defensa europea en su conjunto. No presenta orientaciones ni sugerencias sobre cómo desarrollarla en un sentido amplio. Se limita, y no es poco, a proporcionar un marco para un incremento sustancial de la inversión de defensa de los Estados miembros», dejando claro que «la seguridad nacional seguirá siendo competencia exclusiva» de cada uno de ellos.
Defensa europea, pero no común
«Nada hay de defensa común —insistió el general Enseñat—, aunque sí de defensa europea, limitándola a aspectos industriales y económicos, pero sin abordar aspectos políticos y estratégicos, salvo para establecer un marco introductorio».
En su opinión, el Libro Blanco «carece de una visión de 360 grados y se circunscribe casi en exclusividad a la situación en el este del territorio de la Unión y, concretamente, en Ucrania. No da respuesta a los desafíos procedentes de nuestra vecindad meridional» a pesar de que afirma que «la geografía y la historia hacen a la Unión vulnerable a determinados tipos de desafíos en su vecindad ampliada».
Un calendario muy ambicioso
Enseñat también manifestó que «el calendario de 2030 y los cuatro años establecidos en el instrumento SAFE y en la cláusula nacional de salvaguarda del Pacto de Estabilidad y Crecimiento parecen ser demasiado ambiciosos». Y recordó que Josep Borrell cifró recientemente ese plazo en una generación, para «construir las capacidades que no tenemos y necesitamos».
Además, planteó otras dos reflexiones: «La primera, la duda sobre si las condiciones que se exigen a los programas para beneficiarse del instrumento SAFE serán suficientes para el logro de la finalidad perseguida de 'comprar más, comprar mejor, comprar juntos, comprar europeo'».
La segunda es «el temor de que la excesiva ambición del plazo 2030 pueda hacer que algunos Estados no europeos se beneficien indirectamente, pero en gran medida del plan de rearme».
Un criterio más justo del gasto
En cuanto a la definición y contabilización del gasto de defensa, Enseñat planteó que «tanto la OTAN como la Unión Europea quizás lo hacen de forma demasiado restrictiva». Y, además, sugirió que «el porcentaje del gasto sobre el PIB puede no ser el criterio mejor ni más justo para medir la aportación de un Estado miembro a la Unión Europea o a la OTAN». «No se trata de gastar más, sino gastar de modo más eficiente. La aportación a la OTAN o a la UE debería basarse en las tres C: cash, contributions, capabilities».
El general Enseñat señaló que «entraría dentro de la lógica que un incremento sustancial de las capacidades militares de los Estados miembros pudiese activar el proceso de definición progresiva de una política común de defensa, previsto en el artículo 42.2 del Tratado de la UE (TUE), para conducir a una defensa común».
En su opinión, parece claro que el incremento de capacidades de defensa debería reforzar la autonomía estratégica de la Unión para «actuar con otros, siempre que se pueda; actuar solos, cuando se necesite».
La difícil unanimidad
El general pidió reflexionar sobre «si las disposiciones del TUE responden suficientemente a la situación actual o si se requiere una modificación o una aplicación más ambiciosa de los instrumentos disponibles».
«No se nos oculta la complejidad para avanzar hacia una defensa común en la UE, que requiere unanimidad, extremadamente difícil de obtener ante la inestabilidad política interna de muchos de los Estados miembros y los diferentes puntos de vista entre ellos ante cuestiones clave», manifestó. Y añadió que «la no pertenencia del Reino Unido a la Unión no facilita el logro de una defensa común genuinamente europea y verdaderamente efectiva».