
Conjunto de molinos únicos en Europa
Los molinos de viento de Galicia, únicos en Europa por su doble sistema de aspas
Una solución innovadora que permitía aprovechar el viento independientemente de su dirección
Durante siglos, los ríos de Galicia han dado vida a ingenios hidráulicos que definieron el día a día del mundo rural, siendo los molinos una pieza clave y representativa de su paisaje cultural.
Aunque los más conocidos son los molinos de agua, como los de Folón y Picón en El Rosal o los del río Barosa en Barro, también el viento dejó su huella en forma de estructuras singulares que aún resisten el paso del tiempo.
Uno de los ejemplos más valiosos se encuentra en el municipio pontevedrés de Catoira, donde los molinos de viento de Abalo conforman un conjunto único en Europa.
Un sistema de aspas muy singular
En la cima de Pedras Miúdas, a unos 175 metros de altitud, se alzan los molinos de viento de Abalo, una serie de construcciones etnográficas que, más allá de su funcionalidad, representan un patrimonio con gran valor histórico y arquitectónico.
Lo que los hace únicos en el continente europeo es su doble sistema de aspas, una solución innovadora que permitía aprovechar el viento independientemente de su dirección, un verdadero desafío técnico para su época.
Estas construcciones, que datan de finales del siglo XIX y principios del XX, fueron concebidas con una torre de planta circular y un tejado a dos aguas cubierto con teja del país. Para evitar que las fuertes rachas de viento del Atlántico volaran las tejas, los vecinos colocaban piedras sobre los tejados, una imagen aún visible en algunos de los ejemplares restaurados.
En su época de apogeo, hasta once molinos operaban en estas montañas; tres en Abalo, cinco en San Miguel y otros tres en Monte Cebreira; todos ellos aprovechaban las corrientes existentes en estas zonas altas para generar energía eólica. Aunque muchos han quedado reducidos a ruinas, aún es posible encontrar estructuras parcialmente restauradas y otras que conservan su maquinaria original.
Una ruta para descubrirlos
La ruta de los molinos de viento invita a descubrir este conjunto patrimonial a través de un itinerario de aproximadamente 12 kilómetros con 200 metros de desnivel. A lo largo del recorrido, además de los viejos molinos, también se pueden ver los petroglifos en Barral, pequeñas aldeas con encanto o la laguna de Pedras Miúdas.
Esta laguna, formada en el cráter de una antigua cantera, es hoy un humedal reconocido como Espacio Natural de Interés Local. Sus aguas tranquilas, alimentadas por la lluvia y por manantiales subterráneos, configuran un escenario en el que la naturaleza ha logrado recuperar lo que la explotación industrial arrebató.
Desde allí, los senderos ascienden hasta los molinos, donde bancos de madera permiten detenerse y contemplar unas vistas excepcionales: la ría de Arosa, la desembocadura del río Ulla y, en días despejados, incluso la península del Barbanza y el valle del Salnés.
Catoira es uno de los pocos municipios que puede presumir de contar con los tres tipos de molinos tradicionales: de agua, de viento y de mareas. Y entre ellos, los molinos de viento de Abalo brillan con luz propia, no solo por su rareza, sino por la perfecta integración entre historia, paisaje y sostenibilidad.